PROTESTA ACOTADA

Tres protestas notorias, muy diferenciadas por proceder de distintos ámbitos, están unidas por algunos componentes comunes en la Argentina de hoy. Los “nuevos” cacerolazos, las recientes protestas del campo y por último los conflictos fabriles. Quizás a este capítulo, visto desde el gobierno nacional de los Kirchner, habría que denominarlo: “Curarse en salud antes que sea demasiado tarde”. Todas ellas están basadas en reclamos genuinos de todo tipo. La precarización laboral y profundización de la fractura social, las arbitrariedades, postergaciones sociales y el engaño sistemático, la persecución intencionada al productor agropecuario para que abandone su tierra a bajo costo y el favorecimiento inocultable de los negocios y negociados del campo para una alta concentración de patrones y amigos. Todas estas delicias provienen del gobierno y el destinatario que las padece desde hace años, es el castigado pueblo argentino. Sería bastante más larga la lista, pero nos concentramos en los disparadores de estos tres sectores, movilizados o en vía de hacerlo. Mientras la protesta tenga la impronta de aislamiento, ideologización, burocratización y asimetría, el gobierno festeja. Incluyendo Terrabussi. Es más, hasta se podría inferir que el gobierno la necesita y alienta en esta dimensión. A Pino Solanas y otros de su situación política, les va a resultar difícil pegar pronto una nueva voltereta a riesgo de “derechizarse”, aunque en su caso la izquierdización de los conflictos fabriles puede ser una salida para tomar distancia del gobierno, aunque inconducente en los términos en boga para la obtención del poder político que todo lo justifica. La señal del gobierno nacional en Terrabussi es más para los propietarios norteamericanos del monopolio alimenticio y el escenario internacional complaciente de Cristina para su gira fashion por los organismos internacionales jamás enfrentados, que para los pobres manifestantes apaleados y toda la clase obrera. Los reclamos sectoriales, económicos, sociales y gremiales son genuinos, pero la encarnadura política que adoptan suelen ser del tono buscado por la inteligencia del gobierno nacional. Cacerolazos anémicos y bastantes gorilas, parecieran convocados desde las sombras por el propio Néstor. La lucha rural desgastada por razones propias y externas, persiste en glorias pasadas y no acierta a convocar a una lucha eficaz, imposible de imaginar desde la burocratización de las relaciones con los productores. Convocan más el escándalo oficial y la cruda realidad que mil discursos de Federación Agraria.