Tucumán parece ser el lugar elegido por el gobierno nacional para el anuncio formal y aún expresamente difuso de un diálogo amplio, variado y múltiple. Léase también, una apresurada convocatoria a la negociación. Es un necesario intento mediático de frenar la generalizada mala impresión post-electoral sobre el gobierno de los Kirchner y que es creciente en el crítico estado de ánimo de la inmensa mayoría de los argentinos. Los Kirchner están obligados a hacer ese intento publicitario. Porque se están quedando sin oxígeno y el aplauso está absolutamente disminuido. Una imagen gráfica es la de la hinchada que va vaciando la tribuna veinte minutos antes de que termine el partido irremediablemente perdido. Cuanto más cierto o verdadero sea este anuncio de Cristina hecho en Tucumán y su desarrollo en la práctica, más posibilidades tienen de recuperar algo de autoridad política. Por supuesto que todo diálogo, si es genuino y conducente, implica una cesión de poder. La gran pregunta es si los Kirchner están dispuestos a realizar ese sacrificio. Desde otra perspectiva menos mezquina y sectaria, tendría que ser una oportunidad de pegar un salto de calidad. Sobre todo en una Argentina donde la calidad política ha dejado de ser moneda corriente. El gobierno, si pretende terminar con cierta normalidad su mandato, necesita achicar distancia de verdad con la política, la economía de todos los argentinos, con la fe y la Iglesia, con la mayoría de la población absolutamente indispuesta con él, con los países vecinos, con el Mercosur, en fin con una realidad que clama por ello. La elegida para este mensaje, ha sido Cristina. Del matrimonio presidencial, es la indicada y le corresponde. Eduardo Duhalde se los había sugerido por razones obvias: los Kirchner no terminaban de esbozar un gesto y el poco tiempo seguía corriendo peligrosamente. Quizás por esa razón sea atacado. A casi nadie le interesa un escenario violentado al extremo de la sociedad argentina. Mucho menos a Eduardo Duhalde. A poco de andar veremos si esta es una sincera convocatoria desde un pensamiento y una voluntad de gobernar ciertamente. Descartamos de plano y para ayudar a conjurar el daño, otro tipo de intenciones y necesidades menores del poder.
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
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