ALTA TENSIÓN

Las visitas de dirigentes políticos y observadores de las Naciones Unidas a Kosovo en pleno conflicto civil y militar, no contaban con la certeza de un tránsito pacífico por el campo de batalla. No se sabía por dónde podía venir el ataque. La custodia férreamente armada y numerosa, realizaba inteligencia previa y un despliegue protector para evitar sorpresas desagradables. Podía ser un francotirador, una mina terrestre, un ataque con mortero o artillería pesada. Esa es la imagen que pretenden ofrecer los Kirchner en esta campaña electoral, una patrulla de valientes adentrándose en zonas hostiles y que a pesar de ser atacados por villanos, igual llevan la propuesta redentora de justicia social a los postergados de la Patria. Aclaremos que hace seis años que están en el poder y algo tienen que ver con dicha postergación popular. Los Kirchner consideran irremediablemente perdidos a determinados sectores sociales, económicos y políticos de los medios urbanos y rurales como electores favorables en la elección del 28 de junio del corriente año. Esta certeza la poseen desde hace mucho y la han trabajado. Ya que es prácticamente imposible que lo puedan revertir sin quedar expuestos a una debilidad manifiesta y concedente, decidieron profundizar la brecha buscando la provocación para victimizarse, y continuando con la secuencia de una lógica absolutamente destructiva, intentar sacar algún rédito electoral de la situación. Esto ha generado un escenario tenso y crispado. Situación deseada y buscada por los Kirchner. Sepamos que no se ha creado ninguna situación prerevolucionaria en la Argentina, al menos por su intermedio. La esgrimida espada redentora de una postergada justicia social, es cínica. Primero porque no es cierto y no ha sido verificado como realización. Después de tanto tiempo en el poder tuvieron sobradas posibilidades de hacerlo, siempre están por empezar. Y además todo el discurso está planteado para un hombre funcional, ideológico y vengativo, más no justo. El argentino básicamente no es así, pero a fuerza de insistir y buscarlo, se va creando esa distorsión, que no es obra sólo de los Kirchner. Todo lo actuado por el matrimonio presidencial corresponde a un pensamiento, una actitud y también una necesidad fáctica, que convoca a lo peor de los argentinos, a su lado más oscuro. Aunque, sepámoslo, se trata simplemente de un angurriento, vanidoso, salvaje y soberbio neomenemismo belicoso, “enfrentando” a un neoalfonsinismo de cuño también liberal. Es increíble la cantidad de mariconerías de una supuesta oposición que tiembla de ser descalificada por “desprolija”, prisionera de un mero discurso moral y ético, que de verdad ya lo hemos escuchado y nada agrega al vacío páramo de actitudes y acciones necesariamente soberanas, justas y solidarias. No se van a producir grandes novedades estructurales para los argentinos en estas elecciones, sea cual sea el resultado. Sí, vamos a tener espectáculo y escándalo. Pero quizás también, sobre los restos y cenizas de tanta infamia, amanezca un providencial ponerse de pie de todos los argentinos y que tanta falta nos hace.