Ante las graves dimensiones que ha alcanzado el consumo y adicción a las drogas, especialmente en los barrios más pobres de la Ciudad de Buenos Aires, la Comunidad de San Egidio expresó su adhesión “en todas sus líneas” al documento “La droga en las Villas: Despenalizada de hecho”, elaborado por la Comisión Arquidiocesana para la Pastoral en Villas de Emergencia del arzobispado de Buenos Aires.
Esa Comisión, que trabaja en Buenos Aires en forma ininterrumpida desde 1987 en la Boca y desde 1991 en la Villa 21, de Barracas, junto a niños y adolescentes y a sus familias, advirtió que “a la difícil realidad de pobreza y exclusión hemos ido viendo cómo en los últimos años se ha incrementado notablemente el consumo de drogas, especialmente del tristemente conocido ‘paco’ y cómo junto con ellas se ha difundido una sobreabundancia de armas de fuego y de una “cultura” que no respeta la propia vida ni la de los otros”.
En un comunicado, estimó que “es sumamente importante que la gente sepa que las principales víctimas de este clima violento, de esta verdadera “inseguridad”, son los mismos habitantes de estos barrios. Personas que muchas veces pierden lo poco que tienen a manos de jóvenes (cada vez más jóvenes) del mismo barrio en el que viven. Rechazamos la falsa equiparación que muchas veces se hace (inclusive en medios periodísticos) entre pobreza y criminalidad que suma a todas las dificultades que los pobres ya viven, también la de la discriminación”.
La Comunidad aseguró que “la droga ha roto vínculos, relaciones, códigos, sueños. Son tantos los jóvenes y adolescentes que sienten que su vida ya no vale nada, tantas veces uno escucha ‘yo ya estoy jugado’; ¿cómo una vida puede no tener nada que esperar a los 13, 14 años? ¿No es una sociedad gravemente enferma aquella en la que sus jóvenes no puedan siquiera aspirar a soñar un futuro? ¿cuáles son las responsabilidades de todos, del Estado en primer lugar pero también de las organizaciones de la sociedad civil, de los ciudadanos como tales, de los creyentes, de todos, con respecto a ellos?”
“La lucha contra la droga y el narcotráfico (el cual abusa de los más indefensos aprovechándose del estado de olvido y de la escasa o nula presencia del Estado en la villas) no debe excluir (es más debe priorizar) la prevención, entendida ésta principalmente en lo que respecta a la difusión de valores y modelos positivos, de proyectos de vida, de una perspectiva de futuro donde ya desde niños se visualice que ‘mi vida vale’, que ‘puedo ser alguien’”, afirmó.
La Comunidad San Egidio sostiene, desde su experiencia de años trabajando con ellos, que “no sólo la vida de estos niños y jóvenes es muy valiosa sino que también cuando se les brinda oportunidades, espacio y referencias o modelos positivos son vidas que pueden dar mucho fruto a la sociedad. Nadie puede ser descartado como un producto más de esta sociedad de mercado”.
“Creemos firmemente que Buenos Aires no será una ciudad viable si no logra ser una ciudad inclusiva. Hoy nuestra querida ciudad (tantas veces admirada en el extranjero) está dividida en dos ciudades y realidades tan distintas como el Primer y el Tercer mundo. Si uno recorre la ciudad en sentido norte sur podrá ver estas dos ciudades distintas, todo el sur de la ciudad poblada por villas de emergencias y barrios pobres uno al lado del otro. No se puede ser ciego ante esta realidad que no compete a todos ya que la violencia generada por las drogas y las armas tarde o temprano involucrará a toda la ciudad. El futuro de Buenos Aires debe ser necesariamente un futuro integrado sin barreras de barrios o condiciones sociales abismalmente diferentes”, concluyó. (Noticia de AICA y foto del padre Carlos Mugica)