HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 22 de diciembre de 2008

UN POSIBLE MONTAJE

Saqueos orquestados, aprietes a empresas de alimentos con bastante planificación e itinerario amplio y despejado, son las características más distintivas de los sucesos de la últimas horas en el conurbano bonaerense, previos a las fiestas. La zona elegida en el partido de Moreno, precisamente fue la más castigada durante los incidentes del 2001. Siempre se dudó si aquellos acontecimientos, siete años atrás, habían sido íntegramente genuinos. Éstos tienen toda la pinta de estar inducidos para, aprovechando las circunstancias del aumento notorio de la pobreza direccionar, y ya “justificadamente” por el clima violento in crescendo, la política oficial de no resolver la miseria y más bien, reprimirla. Y qué mejor que un buen estado de sitio para lograrlo. Claro que para conseguir instalarlo, se tienen que dar ciertas condiciones sociales, políticas y mediáticas. La condición social principal es que se sumen naturalmente a los saqueos gente pobre y desesperada, pero no organizada. La condición política esencial, es que la decisión no vulnere más aún el viejo caballito de batalla oficial en torno a los derechos humanos. Que parezca un estado de sitio que viene a preservarlos. Logro de difícil factura, pero no sería nada extraño que insistan en obtenerlo. Y las condiciones mediáticas que deberían producirse, dado el mal desempeño de la justicia con los represores, el crecimiento impresionante de la inseguridad y ahora estos saqueos, son en torno a un clamor generalizado de la sociedad “cansada” que requiere urgentemente, firmeza y orden. En determinado momento del conflicto con el campo, en el punto culminante del enfrentamiento, parecía que tomaban esa medida extrema, que entre otras cosas, recordemos que durante su vigencia, se suspenden las garantías constitucionales. Quiera Dios que no prenda ahora en la gente, una quizás renovada intención o necesidad oficial y que no dejen de ser hechos temibles e inducidos, pero sin éxito.

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