NO COMULGA

Nuevas motivaciones se han sumado al viejo diferendo entre Néstor Kirchner y la Iglesia Católica Argentina. Mauricio Macri ha puesto distancia del acuerdo con el kirchnerismo para ampliar los atributos de los permisionarios beneficiados en Capital Federal, en el marco de la reglamentación de juego estructurado por Lotería Nacional. Ampliaciones que generalizarían la timba de Cristóbal López en la ciudad no autónoma de Buenos Aires. Macri con esta negativa pierde de recaudar unos cien millones de pesos al año, específicamente de los tragamonedas, pero se libra de un seguro involucramiento en la sospecha que está pesando sobre muchos actos del gobierno nacional en la dirección de los negocios ilícitos. Parece que en este naufragio, subirse al barco de los piratas, no es la única alternativa. O al menos, de esos piratas. Detrás de la urgencia por la recaudación, se consolidaba por décadas uno de los negocios y lacra más rentables del mundo. La presión del arzobispo metropolitano, Jorge Bergoglio, ha puesto un palo en la rueda de los negocios tan caros para el entorno de Néstor Kirchner. La Iglesia insiste en plantear lo nefasto que significa la propuesta del juego para la vida de las personas. Como se suele decir, lo que muchos pierden, pocos lo ganan. A una situación de por si complicada para la supervivencia de la mayoría de los hogares argentinos, se los saquea nuevamente con la dudosa promesa del zafe inmediato. Luces de colores y jugarse unos pesos, y quien te dice. Con el mazo dando, para desactivar todo lo que propenda a la destrucción de la esperanza laboral y el desarrollo de un opulento y salvaje negocio. Pero a Dios rogando, en el difícil entramado de la reconciliación política nacional en torno a proyectos esenciales. En este esquema, Néstor Kirchner tiene dos opciones. Violentar la relación encaminada con el Episcopado, por esta razón y por muchas más, o avenirse a un proceso de reconstitución de los históricos lazos de la Iglesia con la institución gobierno. Por momentos daría la impresión que en su estrategia reciente, el ex presidente habría renunciado a tener como frente de batalla perpetuo, a los obispos argentinos. Y de repente también, las perspectivas de contar con la posibilidad de engrosar la caja, nubla las tibias políticas de estado.