DESCARRIÓ

A falta de pan, buenas son las tortas. Y acá va una, dicen que dijo Elisa Carrió en plena campaña electoral. Política no tenemos mucha, plan de gobierno menos, así que vamos por la dudosa moral del matrimonio presidencial, parece ser la estrategia elegida por la jefa de la Coalición Cívica. Carlos Menem profetizó hace algunos años: “…el gobierno de Néstor Kirchner es el más corrupto de las últimas décadas.” Lo dice uno que sabe y del que nunca se dejaron de usar sus innumerables causas con la justicia como atenuante de una conducta hipócrita por parte de sus sucesores. Un alto porcentaje de la población está pendiente de denuncias como éstas, como la que acaba de hacer la ex diputada radical alfonsinista sobre el supuesto comportamiento delictual de Néstor Kirchner. Elisa Carrió ha encontrado la manera, sin modificar demasiado su propio formato, de mantener una presencia y vigencia frente a un probable electorado. También, el denuncismo a ultranza, sería un método de encuadramiento para la emergencia. Se trata de contrarrestar las notorias tendencias centrípetas que han inundado a todo el arco opositor. Es en el parlamento donde el gobierno nacional, recomponiendo el voto “progre” en distintas instancias y variados esfuerzos presupuestarios, les ha licuado o les pretende licuar a más de uno, alguna tenue asomada de cabeza. Es notorio el contraste entre la posición de la doctora Carrió con la de Chiche Duhalde, esforzándose esta, por hacer un poco de equilibrio frente a la innegable avanzada kirchnerista sobre el conjunto de legisladores, activistas políticos, agrupamientos y curiosos en general. Cada una trabaja para el muñeco elegido. Y a Lilita le ha rendido frutos siempre, ella así lo cree también, el estilo contestatario que no pocos dolores de cabeza le han traído también. Se encuentra hoy, en los bordes extremos de la utilización de una mitología política que se agota en si misma. También la coloca en vanguardia para abonar el próximo lanzamiento de una entente radical resucitada y que se consolida hoy con la visita, luego de muchos años, al Comité Capital de la UCR por parte de una vieja afiliada. Parte de la población está dispuesta a aceptarle a los Kirchner cualquier verdura, y va a ser así hasta final. Un vasto sector es indiferente y ausente y padece estos sucesos como una guerra intestina absolutamente distante de su universo. Visto desde estos lugares y desde la disputa menor exclusivamente, el presente argentino no tiene contenido, a pesar que se lo invoque y relate. Parece que el futuro inmediato, tampoco.