Cristina Fernández de Kirchner en su nuevo periplo por el mundo de los poderosos, tan deseado y envidiado, corre el riesgo nuevamente de contradecir su supuesto nacionalismo, al menos discursivo. Tanto ella como Néstor, en los últimos días han hecho gala de unas increíbles piruetas declamativas, dignas de asombro. En cuestión de horas son capaces, sin que se les mueva un pelo, de ponderar y atacar al mismo destinatario. Siempre con argumentaciones ideológicas, que tanto les gustan. De un signo o de otro, según la ocasión, y si se dicen a los gritos y utizando determinados términos o "relato", siempre parecen discursos progres. ¿Cuál es secreto de semejante audacia o temeridad, para denominar el curioso fenómeno de alguna manera? Creemos que dos elementos principales. Uno constitutivo y originante. El otro, circunstancial. El primero tiene que ver con una formación política caracterizada por la justificación de que el poder otorga impunidad y se debe ejercer. No hacerlo, sería una defección catastrófica. Esta misma formación les suministra la alternativa de la actuación o sobreactuación del papel elegido: la devastación del otro o perder en el intento. Su incursión por el mundo de las finanzas, aunque algunos lo denominan de la usura, ha dejado también esa concurrente y recurrente huella un tanto salvaje. Pero nadie come vidrio o rompe la plata, y menos los Kirchner. Business are business, enseñaron los ingleses desde siempre. Por lo tanto aparece otro elemento que quizás explique un poco los extraños comportamientos. El temor, ya no político, meramente. Es el temor existencial lo que contribuye a aferrarse a una carrera vertiginosa y absolutamente contradictoria hacia la nada, creyendo o intentando hacer creer que se va para adelante. Un hiperactivismo “exitoso”, acelerado, estridente y vehemente, nos habla de la necesidad de hacer mucho ruido para no escuchar y no dejar escuchar. ¿Qué les es preocupará más a los poderosos centros financieros a los que concurre Cristina? ¿Ser criticados, caricaturizados, adulados y sobados, o que no les cumplan con el dinero requerido? Prensa no es lo que buscan, la usura posee de las dos, como siempre: la adicta públicamente y la que trabaja por izquierda de contra. HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
lunes, 22 de septiembre de 2008
EL DESARRAIGO DE LA USURA
Cristina Fernández de Kirchner en su nuevo periplo por el mundo de los poderosos, tan deseado y envidiado, corre el riesgo nuevamente de contradecir su supuesto nacionalismo, al menos discursivo. Tanto ella como Néstor, en los últimos días han hecho gala de unas increíbles piruetas declamativas, dignas de asombro. En cuestión de horas son capaces, sin que se les mueva un pelo, de ponderar y atacar al mismo destinatario. Siempre con argumentaciones ideológicas, que tanto les gustan. De un signo o de otro, según la ocasión, y si se dicen a los gritos y utizando determinados términos o "relato", siempre parecen discursos progres. ¿Cuál es secreto de semejante audacia o temeridad, para denominar el curioso fenómeno de alguna manera? Creemos que dos elementos principales. Uno constitutivo y originante. El otro, circunstancial. El primero tiene que ver con una formación política caracterizada por la justificación de que el poder otorga impunidad y se debe ejercer. No hacerlo, sería una defección catastrófica. Esta misma formación les suministra la alternativa de la actuación o sobreactuación del papel elegido: la devastación del otro o perder en el intento. Su incursión por el mundo de las finanzas, aunque algunos lo denominan de la usura, ha dejado también esa concurrente y recurrente huella un tanto salvaje. Pero nadie come vidrio o rompe la plata, y menos los Kirchner. Business are business, enseñaron los ingleses desde siempre. Por lo tanto aparece otro elemento que quizás explique un poco los extraños comportamientos. El temor, ya no político, meramente. Es el temor existencial lo que contribuye a aferrarse a una carrera vertiginosa y absolutamente contradictoria hacia la nada, creyendo o intentando hacer creer que se va para adelante. Un hiperactivismo “exitoso”, acelerado, estridente y vehemente, nos habla de la necesidad de hacer mucho ruido para no escuchar y no dejar escuchar. ¿Qué les es preocupará más a los poderosos centros financieros a los que concurre Cristina? ¿Ser criticados, caricaturizados, adulados y sobados, o que no les cumplan con el dinero requerido? Prensa no es lo que buscan, la usura posee de las dos, como siempre: la adicta públicamente y la que trabaja por izquierda de contra.
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