¡ATTENTI AI LADRI!

Hugo Moyano ha ocupado la escena mediática nuevamente. Esta vez con un tema caro al peronismo histórico: el asesinato de José Ignacio Rucci a manos de los Montoneros y su imprescriptibilidad como crimen de lesa humanidad. Los gremialistas oficialistas están teniendo serios problemas para poder mantener el perfil reivindicatorio que sería su razón de existencia. Todo lo complica la medida que están tratando de imponer desde la Casa Rosada, que postergaría por resolución ministerial las paritarias hasta dentro de un año. Un siglo, con esta espiral inflacionaria. Si le sumamos un recorte muy pronunciado en la discrecionalidad oficial con respecto a las obras sociales sindicales y sus cajas, ahora con un afloje circunstancial, tenemos el cóctel explosivo ideal para el deterioro de la autoridad y el poder gremial. Si es que están decididos a mantener su alineamiento con Kirchner.
Pero al mejor estilo kirchnerista, el jefe de la C.G.T. provoca una denuncia estridente. Hasta parecería que le ganó de mano a Luis Barrionuevo. Recordemos que este gobierno esta compuesto por varios acusados o al menos sospechados de ser partícipes de aquel golpe siniestro contra el propio Perón. Atentado perpetrado por el grupo guerrillero a mediados de la década del setenta y en un plan francamente desestabilizador y destituyente del gobierno elegido democráticamente en aquellos años. Pero también debemos mirar otro aspecto. ¿Por qué ahora todo esto? Y encima, treinta y cinco años después. Frente al escándalo en ciernes que parece involucrar al matrimonio Kirchner en una trama de negocios y corrupción nacional e internacional, cualquier distracción del mismo se agradecerá eternamente. Eso sí, tiene que ser un tema, o varios, importante, grande y si se moviliza opinión y prensa mejor. Si aferra porciones politizadas de la sociedad argentina, con el cuento de la justicia o la venganza nuevamente, cartón lleno.
“¡¡Al ladrón!! ¡¡Al ladrón!!” señalaba para cualquier lado el tipo, mientras se robaba una máquina de escribir envuelta en una bandera argentina. Vieja anécdota de Perón acerca del falso patriotismo de los cacos. Hoy, aggiornada, quizás debería decir: “¡¡Al asesino!! ¡¡Al asesino!!” En las ambigüedades de todo tipo que se avecinan en la Argentina, Moyano pretende hacer doblete como si nadie lo estuviera observando.