HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

viernes, 6 de abril de 2018

CORRUPCIÓN ANTES QUE PROSCRIPCIÓN.

 Michel Temer junto a Lula da Silva.(EFE)

        Por Ricardo Kirschbaum/Clarín.- Lula y Dilma estuvieron 14 años en el poder. Temer, que llegó con ellos, sigue gobernando. Lula asoció a MichelTemer, jefe del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, porque necesitaba esos votos para que ganara Dilma, que iría a enfrentar la crisis económica que Lula le dejaba heredada. Cristina se resignó a Scioli, que en teoría le daría votos extra a los que suponía ya propios y más que suficientes para ganar. Scioli heredaría la crisis que el kirchnerismo dejó. Carlos Zannini, que integraba como vice el ticket kirchnerista, estaba en el banco por si su compañero de fórmula derrapaba o lo hacían morder la banquina para que se vaya. La diferencia: Temer tomó el poder luego de que Dilma fue destituida; Scioli perdió con Macri las elecciones de 2015. Ahora, Lula, tras el ajustado fallo del Superior Tribunal de Justicia, quedará preso por corrupción. Seguirá siendo el candidato del partido de los Trabajadores para las elecciones de octubre en las que iba primero en las encuestas. Luego de la decisión judicial, se ha planteado la prisión de Lula como proscripción política. Es decir que los dos fallos anteriores adversos al ex presidente brasileño y el que le siguió del máximo nivel son considerados actos proscriptivos y no punición de un delito. Cristina Kirchner acusó ayer a las “élites del poder” de utilizar el aparato judicial para dejar fuera de carrera a Lula.
Nunca una prohibición política tiene buenas consecuencias. No la tuvo con Perón y el peronismo en la Argentina: fue aquí un factor de inestabilidad, violencia e injusticia. La historia no se repite automáticamente ni los casos son asimilables, aún cuando se intente forzadamente hacerlo. Ocurre que en Brasil el grado de fragmentación política y la ausencia de liderazgos, más allá del de Lula, crea una situación en la que es posible la aparición de fenómenos como Jair Bolsonaro, un ultraderechista, homofóbico, que reúne por ahora el 16 % de las adhesiones para octubre, según las encuestas. Bolsonaro es un oportunista peligroso que aprovecha la ventana que abrieron los que decidieron aceptar las “propinas”, como se llama en Brasil a las coimas. El contexto de esta situación es la corrupción que es sistémica y que alcanza a casi todos los protagonistas políticos brasileños. Los seguidores de Lula prefieren creer que todo es un invento político destinado a dinamitar su candidatura. pero para llegar a Lula, la investigación fue avanzando hasta el hueso, con la colaboración de los empresarios involucrados en los delitos. El fondo es la crisis económica. El ingreso de Lula a la cárcel no termina con su candidatura pero su partido debe tener un plan alternativ. En agosto la Justicia Electoral terminará con su postulación utilizando, paradójicamente, una ley promulgada durante la gestión del dirigente petista: ficha limpia (sin prontuario delictivo para los candidatos). Lula gobernó ocho años y Dilma seis: catorce años en el poder. Después sigue Temer, que llegó aliado a Dilma. Para parafrasear a Agustín Rossi: no fueron un “accidente histórico”. En ese largo período en el poder la crisis obligó inclusive a Dilma a remedios ortodoxos para corregir los fuertes desvíos de la gestión anterior. Entonces, antes de hablar de “proscripción” y de denunciar a las “élites del poder” hay que identificar las causas profundas que provocaron este terremoto. Entonces hay que hablar y mucho de “corrupción” que es lo que se quiere negar, ocultar o justificar. Los graves problemas políticos que sacuden a Brasil lo debe resolver la política en democracia, sin aventureros ni fascistas.

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