HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL CRISTINISMO SE DESBORDA.


    Por Daniel Michnik, Periodista/El Cronista.- Cuando uno escribe un mail es muy diferente a cuando se habla personalmente. Todo lo que se vive cara a cara no tiene mucho que ver con lo que se lee, a la distancia, sin conocer el estado de ánimo del otro. Las tonalidades, las sorpresas y hasta el humor son muy diferentes. Algo así está pasando en esta última campaña electoral para decidir quien será presidente. El cristinismo pretende ganar pase lo que pase, muera quien muera ( como se dice al estilo de los torneos medioevales). Esta contienda electoral es decisiva para ellos. Porque se juegan el futuro. Si pierden, juzgan, si ya no manejan las palancas del poder corren el riesgo de desaparecer del escenario de la política. Entonces apelan a triturar al adversario con cualquier tipo de armas. Han elegido la peor, la más desvergonzada : la ‘campaña propagandística de odio’, la ‘campaña sucia de desprestigio’ con quien representa el clavo que tienen metido en el pie y no logran sacar.

Contra Mauricio Macri, el creador del PRO quien en nombre de Cambiemos les pisó los talones y no los deja caminar hasta la meta. Lo están haciendo con desesperación. Pero no se trata sólo de gente pagada por el gobierno para estar presente en tren de guerra en las redes sociales. No. Los mismísimos ministros nacionales participan con artillería pesada, sin pudor.

Es una de las pocas veces en el último siglo que se usa esta metodología por aquellos que no respetan la vida republicana. En los dos años posteriores a asumir la segunda presidencia a Hipólito Yrigoyen se lo denostó por todos los costados acusándolo de proteger a estafadores y corruptos y de paso a enriquecerse con las arcas del Estado. Una campaña sucia de dimensiones catastróficas. Nunca se pudo probar, después, que las acusaciones eran ciertas. Tampoco hubo arrepentimientos de los generadores de mentiras. Más. Fueron muchos de ellos los que colaboraron con el poder a lo largo de la década infame en 1930. El desenlace fue el primer golpe de Estado en la historia nacional de la mano de un corporativista con veleidades fascistas como fue el general José Félix Uriburu. Además Uriburu bendijo el nacimiento del Partido Militar que pesó en las decisiones del país (con colaboración civil) hasta 1983. Por 53 años pesó el peligro de la bota sobre los gobiernos democráticos. Los mismos argumentos que se elaboraron para cercar a Yrigoyen fueron utilizados para el golpe militar de 1943 por parte del GOU (Grupo de Oficiales Unificados) cuyo secretario era, entonces, el Coronel Juan Domingo Perón. Diez años después, en su segunda presidencia, el mismísimo Perón se convertiría en víctima de campañas de odio, que él contestó con más odio, con peligrosísimos (institucionalmente) discursos llamando a la réplica de la violencia.

La década siguiente fueron Arturo Frondizi y Arturo Illia los centros donde azuzaron todos los tipos de golpismo, incluso con ayuda de dirigentes civiles y sindicales. El peronista Héctor Cámpora, en los 70 debió rendirse ante el desprecio y el hostigamiento de Perón y de sus seguidores cercanos. Raúl Alfonsín sufrió igual destino y el gobierno de la Alianza, en tanto incidió también la ineficiencia de los que habían quedado en el gabinete de De la Rúa. En el mundo entero las campañas políticas suelen apelar al ‘desprestigio del otro, a la mentira, a la exageración, a tirar la suma de los defectos del adversario’. Sin embargo las hay con verdades constatables o con mentiras. Desde hace unos días el cristinismo se escuda detrás de mentiras, de confabulaciones. Que van a eliminar centros de salud, que no van a cumplir con lo prometido, que apelarán a compromisos de deuda externa y buenas relaciones con los organismos financieros, y que el ‘otro’ es un discípulo de Martínez de Hoz. Y algo que lleva a la burla. Que es un admirador del menemato y de su figura emblemática. La risa nace si se puede recordar que Menem fue el partero político del ex-motonauta Daniel Scioli y que esa administración fue una de las tantas formas y facetas del peronismo, admirado por el matrimonio Kirchner desde el extremo sur petrolero del país. ¿O Menem no fue peronista?

Estas inauditas transformaciones al estilo de la película Zelig del director Woody Allen, personaje que se transformaba según sus compañías personales, son patrimonio del peronismo. En cierto modo, como señaló el historiador Luis Alberto Romero en una de sus últimas notas, el peronismo es una ‘franquicia’, una marca que puede usarse desde muy distintas perspectivas. Puede pasar de la protección de la industria nacional a la desprotección con gran facilidad. De desprestigiar a las líneas de montaje y enamorarse del campo y viceversa, de acuerdo a los intereses. 

Del liberalismo de los años 90 al nacionalismo estatista, populista y autoritario con acusaciones probadas de grandes corrupciones. El cristinismo ha posibilitado que gran parte del peronismo histórico lo rechace de raíz. Mientras los de la Casa Rosada actúan a su antojo y le dan la espalda a los otros poderes del Estado, a la forma republicana de gobierno, un ex-presidente como Eduardo Duhalde y otros muchísimos que están al margen de las acciones de Duhalde llaman a la concordia, al respeto al diferente y militan contra el cristianismo con gran fervor. Con Scioli o con Macri Argentina se tiene que encaminar hacia la actualización imprescindible de la política. El período que se espera es el de un Presidencialismo multipartidario. Porque nadie es mago. Porque nadie tendrá mayoría en el Parlamento. El futuro no sólo dependerá del presidente coronado sino de las coaliciones, de los entendimientos, o de los acuerdos o pactos que se practiquen. De lo contrario habrá inconvenientes para gobernar.

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