Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
En la vecina Chile, la presidente Michelle Bachelet, a pocos meses de asumir su mandato, no para de bajar su imagen, que ya está en 36 puntos positivos y que al asumir llegó al 72%, manteniendo esos números desde que dejó la presidencia hace más de cinco años. Ahí surge la gran pregunta: ¿cómo una presidente tan capacitada y exitosa como Bachelet en tan pocos meses descendió en su popularidad por tan corto período de gobierno?
Es cierto que hizo promesas que sabía que eran difíciles de cumplir sin pagar un costo político, importante error que está purgando. En Chile nadie discute si las encuestas son serias o no, en realidad, son muy serias porque existen sobre las mismas controles que en la Argentina parecen impensables. Pero en nuestro país la profesión de encuestador es una de las más cuestionadas y, un hecho curioso, el kirchnerismo, que tiene pasión por regular todo e intervenir en la actividad privada, jamás mostró un solo proyecto para regular a las encuestadoras. Esta actitud tan liberal que no coincide con el pensamiento oficial se explicaría en función de la enorme manipulación de encuestas que realizan sistemáticamente los operadores de la Casa Rosada. Desde que el gobierno decidió entrar en default selectivo, el coro de encuestadores contratados por el gobierno habla de una imagen positiva de CFK cercana al 40%. Es decir que se instaló en la opinión pública una creencia a contramano de la realidad: que la imagen de la presidente sube permanentemente pese al default, la recesión y la alta inflación.
Una estrategia eficaz
En cuanto a la intención de votos de los candidatos, los encuestadores, que con la economía en recesión sólo tienen un gran cliente, el Estado, cuentan con mayor libertad de acción. Así es que un sector importante de los mismos da primero a Scioli y otro a Sergio Massa, con alguna excepción que lo hace ganador a Macri. Hay también encuestas que lo dan a Scioli ganador y ubican a Massa tercero, forzando con imaginación un posible ballotage entre Scioli y Macri, que sería la única alternativa en la que aquél podría ganar en segunda vuelta. Volviendo al principio, se puede observar que en prácticamente todas las encuestas la imagen de CFK está entre el 40% y el 50%, entre buena, muy buena y regular. Esto es explicado en función de la centralidad de la presidente, que maneja la agenda diaria sancionado leyes con una mayoría ajustada y haciendo uso y abuso de las cadenas nacionales diarias donde anuncia planes de todo tipo para todos y todas, que en general después no se cumplen.
El motivo por el cual mantiene la mayoría legislativa es que llevó al peronismo a un triunfo inédito con el 54% en el 2011. El caso es que por ahora nadie quiere sacar los pies del plato por varias razones. Una de ellas es que las encuestas truchas pesan en una dirigencia política que tiene escaso peso propio y vive pendiente de lo que dicen los números. En segundo lugar, por el aparato de inteligencia clandestina montado por el Teniente General César Milani, que conoce y procesa las debilidades de distinto género de los legisladores, funcionando como una coacción permanente a su desempeño en las bancas. Con estos motivos, los que votan las leyes por el oficialismo cierran los ojos y se autoconvencen de que el Frente para la Victoria ganará las elecciones del 2015, resultado que no aparece para nada garantizado en las pocas encuestas serias que hay en plaza.
