HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 13 de mayo de 2014

MODELO K, INDEFENSO: así se agrietaron los "viejos escudos" que usó el Gobierno como defensa de otras crisis


   Por Fernando Gutierrez-Juan Diego Wasilevsky/iProfesional.- Durante años, el Ejecutivo se vanaglorió de tener "blindajes" para hacer frente a embates internos o externos. Si surgían problemas con el campo, ayudada Brasil. Y si las cosas se complicaban siempre había una caja para echar mano. Crónica de cómo esas protecciones se fueron agrietando. Allá lejos y hace tiempo, en la época dorada del "modelo K", cuando el consumo vivía un boom y permanentemente se batían récords de ventas, había una serie de defensas que resguardaban a la economía de todos los errores de la política. Así, contradiciendo los pronósticos de crisis, siempre había algún rubro que oficiaba como salvador. Cuando no era la cosecha de soja, era la exportación automotriz hacia el mercado brasileño. Y si no era el generoso superávit fiscal -generado en los tiempos de las "tasas chinas"-, entonces el alivio llegaba de parte de alguna caja, como la de la Anses. Si la producción no era buena, entonces el "escudo" lo brindaban los stocks, tal como ocurrió en el sector energético o en la industria cárnica.
Y cuando parecía que todas las cajas empezaban a teclear, entonces el gran escudo salvador pasó a ser el cofre de dólares que el Banco Central mantiene como reservas para respaldar la moneda y cancelar obligaciones financieras. Pero, como dice la canción, todo concluye al fin. Y en este ingrato 2014 parecen confluir varias complicaciones a la vez: lo que ayer sobraba, hoy es escaso, y encima el mundo no ayuda tanto como solía hacerlo en otros tiempos. Menos plata en las cajas Cualquiera sea el indicador que se mire, hoy el dinero que sale es mayor al que entra. En la ventanilla fiscal, la situación no sólo no mejora, sino que las tímidas medidas que se empezaron a tomar no parecen surtir gran efecto. El caso paradigmático es el de los subsidios a los servicios públicos. A pesar de que -tras el anuncio del recorte parcial del beneficio para los usuarios de mayor consumo- se había generado la expectativa de reducir el rojo fiscal, han surgido estimaciones que enfrían el entusiasmo inicial. Un estudio de Empiria Consultores señala que lo que el Gobierno se ahorre por esta medida será neutralizado y hasta traspasado por el efecto devaluatorio. Como la dependencia hacia la energía importada es cada vez mayor, esto implica que los subsidios crecerán (en pesos) si la moneda nacional pierde valor frente al dólar. En consecuencia, el único rubro en el cual se había generado la expectativa de un ahorro fiscal importante, podría mantenerse invariable respecto de su peso en el gasto público. 


 Economistas influyentes, como Javier González Fraga, creen que el rojo en las cuentas difícilmente baje del 4,5% este año. Y a pesar de que el Gobierno celebró las últimas cifras de recaudación impositiva -en abril ingresó una suma 37% más alta que la del mismo mes del año pasado-, los analistas advierten que, en realidad, el efecto real es nulo, ya que el incremento refleja la inflación anual del período. La devaluación también golpeó otro de los antiguos escudos: el fondo de Anses. Luego de la expropiación a las viejas AFJP, el Gobierno utilizó el acumulado de los aportes para financiar proyectos públicos y privados, lo que le permitió morigerar los efectos de momentos recesivos. Pero esa capacidad de utilizar a los recursos jubilatorios como "banco de fomento" se va limitando con el paso del tiempo. Hoy, el fondo asciende a $365.000 millones, una cifra que impresiona a primera vista, pero que apenas ha acompañado el ritmo de la inflación desde la re-estatización del régimen en 2008. Además, este monto está cada vez menos compuesto por activos líquidos y más conformado por títulos de deuda pública -que ya representan el 62% de su cartera-, lo cual lleva a que haya analistas que consideren que la verdadera capacidad financiera de dicho fondo es muy inferior a la nominal. Para colmo, la devaluación ha hecho que esta caja se redujera de u$s50.500 millones hasta los u$s45.000 millones. 

 Reservas, en el límite 

En este contexto, el Banco Central es sometido a un fuerte estrés como financista, tanto para pagar las cuentas en pesos como las de dólares. "El déficit financiero del Gobierno (antes del pago de deuda) llegará cómodamente este año a los $120.000 millones", pronostica Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport. Y agrega: "Como ocurrió en los últimos años, será afrontado en su mayor parte con recursos del Banco Central, ya sea como transferencia de utilidades o mediante los llamados ‘adelantos transitorios al Gobierno'". Pero también estos escudos están llegando a un punto en el que ya no pueden seguir siendo utilizados sin que se generen severas complicaciones. "En el segundo semestre, el Banco Central tendrá que emitir $120.000 millones para financiar al Tesoro. No sé cómo van a hacer para emitir todo ese dinero, además de bajar la tasa de interés y mantener el tipo de cambio. Difícilmente se logre todo eso a la vez, si no hay una propuesta del ministerio de Economía para cubrir el gasto", advierte Aldo Pignanelli, con la autoridad de quien ya ocupó el sillón del BCRA en momentos de emergencia. En cuanto al escudo conformado por las reservas, en estos días se celebra la módica recuperación, desde su nivel mínimo de u$s27.000 millones, al actual de u$s28.300 millones. Pero nadie se atreve a asegurar que pueda haber un relajamiento, ya sea en forma de permitir más importaciones, ni de aumentar la cuota de compra de billetes verdes para los ahorristas. "Si llegaran a levantar el cepo y dejaran que la gente compre dólares libremente a $8, en dos meses no queda nada en las reservas del Central", es la contundente observación del analista Orlando Ferreres. Lo cierto es que, también en la cuenta "verde", es más lo que sale que lo que entra. Luego de una breve tregua lograda vía cepo cambiario -que permitió en 2012 la entrada de u$s3.800 millones- ahora se registra un "rojo" de u$s13.300 millones. "En el Gobierno saben que las cosas no pueden seguir así y tratan de corregirlo con un regreso al endeudamiento. Por eso Kicillof fue al FMI, buscaron arreglar con Repsol y están negociando con el Club de París", apunta González Fraga. 

 Superávit comercial, otro escudo agrietado 

A los crecientes problemas en el plano fiscal, se suma un dato no menor y que viene generando preocupación entre los funcionarios del Gobierno: el continuo deterioro de otro de los "escudos" de la administración K, como es el superávit comercial. En este sentido, este 2014 se presenta más complejo para el Gobierno que otros años: en el primer trimestre, dicho superávit comercial fue una sombra de lo que supo ser, dado que apenas el país generó u$s120 millones. Esto implicó no sólo un derrumbe inédito del 92% respecto del mismo período del 2013 sino que, además, representó el arranque más flojo desde el año 2000. Es decir, cuando el país estaba a las puertas de una de las mayores crisis económicas de su historia. Un dato a tener en cuenta es que, en los últimos períodos, durante el primer trimestre se venía generando entre el 15% y el 20% del superávit de todo el año. De modo tal que, considerando esta cifra como referencia, las estimaciones para 2014 no son nada alentadoras. Frente a este dato, que suma complicación, un punto que genera expectativas positivas entre los funcionarios viene dado por las exportaciones de soja. La contracara es que desde consultoras como Econométrica estiman que otros componentes clave, como los combustibles o energía, impactarán desfavorablemente en la construcción de un saldo de caja más "grueso". 

 En cierta medida, este desplome del superávit está mostrando dos factores alarmantes: por un lado, la alta dependencia que hoy tiene la Argentina de la exportación del "yuyito". Por otro, el debilitamiento que han venido experimentando en los últimos años varios productos que supieron ser "insignia" del país y que hoy viven un presente complejo. Así las cosas, la "máquina" de generar dólares por la vía comercial actualmente exhibe preocupantes grietas. En este sentido, Dante Sica, director de la consultora Abeceb, destaca que "el problema está en la creciente dependencia que tiene el complejo exportador de las materias primas alimenticias, en especial la soja". El analista le agrega "la constante pérdida de competitividad de la producción local por la elevada inflación; los problemas productivos internos en diversos sectores -como la carne y el trigo- y, en algunos casos, una demanda externa debilitada. Todo esto redujo las fuentes de divisas disponibles". El duro diagnóstico del analista es que "la acumulación de obligaciones hacia mediados de año, junto con las dificultades de las exportaciones para ganar mercado, hará que difícilmente los dólares de la soja alcancen para salvar el año". 

 Brasil, un escudo que no ayuda 

Para completar el cuadro, también se esfumó otro gran escudo que defendía la economía nacional: la potencia de Brasil y su demanda de productos argentinos. En particular, de la industria automotriz, que batió récords de producción y exportación y se transformó en el sector emblemático de la década K gracias al crecimiento de la nación vecina. Pero hoy, con un notable enfriamiento de su economía -agravado por la competencia de automóviles de origen asiático, con muchas compañías instaladas en ese destino-, la fabricación argentina está viviendo un momento crítico. El desplome del 26% en la producción llevó a esta rama de actividad a abandonar su rol de líder en la economía y a transformarse en la punta del iceberg de una incipiente crisis de desempleo. En el nuevo contexto, la balanza comercial con Brasil pasó a dejarle a la Argentina un rojo de u$s3.000 millones. Una situación que los funcionarios K están tratando de revertir por la vía diplomática, pero que difícilmente derive en un impacto de corto plazo en las cifras. Con este cuadro, la suerte está, más que nunca, echada a que la cosecha de soja sea mayor a la esperada gracias al efecto benéfico del clima. Pero, aun así, no está tan claro que siga vigente la vieja máxima de que "una buena cosecha salva al país", porque la situación no está del todo normalizada entre los productores. Hay analistas del sector agropecuario que creen que, con la expectativa de nuevas correcciones cambiarias, la liquidación de las divisas tendrá en el segundo semestre un ritmo más lento que el que al Gobierno le gustaría.

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