Por Silvia Stang/La Nación.-
Los cambios de 2013, que seguirían vigentes en 2014, provocan saltos en la escala del tributo que suben la carga fiscal aunque no mejore el poder adquisitivo
En su legado, 2013 dejó un esquema con mayores distorsiones en el impuesto a las ganancias que pagan las personas que trabajan. Más aún: las modificaciones decididas por el Gobierno -que continúan vigentes en 2014 mientras no haya otros cambios- son un terreno en el que brotarán más inequidades mientras no se dispongan correcciones.
Así, por ejemplo, hoy ya quedan al margen del tributo trabajadores que perciben ingresos más altos que otros que sí resultan gravados y con tasas elevadas. Además, las alzas salariales -que por lo general no son más que recomposiciones para compensar la inflación- siguen provocando "saltos" de escalones dentro de la tabla que define qué alícuota se aplica, lo que eleva la obligación impositiva sin que exista mejora del poder adquisitivo.
La carga fiscal sobre las personas podría sumar un nuevo factor de desequilibrio, según advierten los tributaristas, con las modificaciones a la manera en que se cobra el impuesto sobre los bienes personales, previstas en el proyecto de ley en estudio que anunció el jefe de la AFIP , Ricardo Echegaray.
En cuanto a Ganancias , un tema fuertemente cuestionado es que los dos cambios hechos en 2013 (sendas subas del piso salarial desde el cual se tributa) se dispusieron con vigencia a partir de marzo y de septiembre. Es decir, los descuentos que los empleadores van aplicando a los sueldos se hacen en función de los ajustes anunciados a partir de esos meses, pero sin que se haya corregido la base sobre la que se aplicaron retenciones en los períodos previos. Sin embargo, el impuesto es, según la ley, de cálculo anual y no mensual.
Si bien 2013 ya dijo adiós, la liquidación final de Ganancias se hace en febrero: "Para esa liquidación, falta que la AFIP determine el monto anual de las deducciones [que definen cuál es el ingreso gravado], que no puede ser otro que el último monto mensual establecido a partir de septiembre, multiplicado por 12", señala César Litvin, presidente del Instituto Tributario.
Si se dispusiera tal medida, se estaría reconociendo que hubo, en los primeros meses del año, pagos en exceso de los contribuyentes. Eso llevaría a ajustes hacia abajo en el monto final e implicaría la devolución de todo lo descontado a quienes entre enero y agosto tuvieron salarios brutos de no más de $ 15.000, ya que el último cambio dispuso dejar a ese grupo exento de gravamen.
SIN RETROACTIVIDAD
Pero ésa no parece ser la idea de la AFIP, que en su momento ya afirmó que los cambios no son "retroactivos" a enero, dando lugar a una interpretación novedosa: el año quedaría dividido en tres segmentos respecto de los ingresos alcanzados. "La ley es clara al indicar que el año fiscal comienza el 1°de enero y termina el 31 de diciembre -contrapone a la visión oficial Guillermo Pérez, CEO del Grupo GNP-. Por lo tanto, deben considerarse las últimas modificaciones a partir del 1° de enero." Si eso no ocurre, Pérez anticipa que son probables las presentaciones judiciales, "no sólo a nivel fiscal, sino que algunos empleados podrían reclamar ante la justicia laboral que el sueldo abonado no fue íntegro".
Una disposición que provoca desigualdades injustificadas es la de haber eximido del impuesto, sin límite de tiempo, a quienes no tuvieron ingresos mensuales de más de $ 15.000 entre enero y agosto. "Los que ganaban menos que esa cifra, si luego tuvieron un aumento y hoy cobran más, ahora no pagan Ganancias y se ven beneficiados en relación con quienes, por ejemplo, ganaban antes 15.500 pesos", dice Litvin.
"Alguien que comienza a trabajar con un sueldo de $ 14.000, que no tuvo empleo en los primeros ocho meses de 2013, pagará Ganancias", describe Sergio Toledo, gerente del departamento de Impuestos de S&A. Esa situación, de hecho, se daría siempre que el salario neto sea de más de $ 6938,70 (solteros) o de $ 9597,60 (casados con dos hijos). Es una consecuencia de la misma medida que dejó liberado del impuesto quizás al propio jefe de ese nuevo empleado, aun cuando hoy cobre un salario mayor. "Hay incluso casos de quienes cobraron a fin de año gratificaciones extraordinarias por altos montos y no pagaron Ganancias", agrega el tributarista.
Para Flavia Melzi, directora de la carrera de contador público en la Universidad Abierta Interamericana, los cambios fueron un parche en un año electoral, y ahora es necesario "volver al origen", lo cual implicaría disponer un piso salarial que tenga que ver con la cobertura de las necesidades de las familias; ajustar los ingresos tope de cada escalón de la tabla que fija alícuotas progresivas, para evitar los "saltos" por subas nominales de salarios; actualizar el valor de las deducciones y poner en práctica el artículo de la ley que dispone un índice para ajustar periódicamente el esquema del impuesto.
"Se puede discutir si usar el índice que está en la ley (precios mayoristas) o si cambiarlo por un índice salarial o el de movilidad jubilatoria; lo importante es que se aplique", señala Melzi.
En un escenario inflacionario, si no se disponen esos ajustes, advierte Litvin, además de acentuarse las distorsiones, "cada vez más operarios, encargados de edificios, peones rurales y otros trabajadores de remuneraciones medias engrosarán la lista de contribuyentes al impuesto, sin tener auténtica capacidad económica" que lo justifique. A eso se suma que quienes contribuyen, concluye, "no ven un Estado eficiente en la prestación de servicios esenciales".