Por Carlos Tórtora/El Informador.- La reciente trepada en las encuestas de Martín Insaurralde está encendiendo las esperanzas en el entorno presidencial, tal vez mucho más de lo que los hechos permiten. El empate técnico -o sea, una diferencia menor a 5 puntos- con Sergio Massa en las primarias del 11 de agosto, sería suficiente como para que el gobierno proclame que hay una revalorización de Cristina y que retorna la confianza pública en que la economía empezará a recuperarse en el cuarto trimestre. Algunas recientes mediciones contradicen el optimismo oficial. Por ejemplo, IPSOS Mora y Araujo realizó recientemente un sondeo nacional que muestra un fuerte desánimo respecto del futuro económico del país, preocupación creciente en torno a las problemáticas de la inseguridad y el desempleo, una intención de voto favorable a la oposición de cara a las elecciones legislativas y un marcado rechazo a una eventual reforma constitucional nacional. La muestra se llevó a cabo sobre 1002 casos entre junio y julio, en Capital Federal, Gran Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Neuquén y Mar del Plata, y los encuestados fueron hombres y mujeres de entre 16 y 75 años.
A la consigna ¿Cómo cree que estará el país en un año?, el 38% respondió “igual”, mientras que el 32% pronosticó que la Argentina de mediados de 2014 estará “peor”. A la pregunta ¿Cómo cree que estará su situación personal en un año?, el 48% dijo “igual”, y el 17% dijo “peor”; en tanto que a la consulta ¿Cómo cree que estará su situación económica?, el 40% sostuvo “igual” y el 29%, “peor”. Es decir, casi el 70% de los entrevistados considera que la marcha de la economía no mejorará en el próximo año. Así las cosas, el repunte del Frente para la Victoria no estaría fundado en un rebrote de optimismo sino en el crecimiento de los temores. Por ejemplo, que una derrota electoral del gobierno precipite una devaluación junto con el descontrol de la inflación. O sea que habría una amplia franja de votantes que se acercarían al FpV por temor a un descontrol de las variables económicas. El mito del eterno retorno El caso es que, por una razón u otra, el kirchnerismo vuelve a soñar con su resurgimiento. A la vez, en los últimos días, operadores del gobierno comentaron como muy positivo que Sergio Massa no aluda a la corrupción oficial ni siquiera lateralmente. Esta omisión es interpretada en la Casa Rosada como un cuidado destinado a conservar la capacidad de negociación con la presidente para después del 27 de octubre. En cuanto a Daniel Scioli, el empate técnico con Massa lo ayudaría a mantenerse en carrera como precandidato presidencial. Sin embargo, su apuesta a crecer conviviendo con el cristinismo sólo está garantizada hasta las elecciones de octubre próximo. Si el oficialismo consigue salir del paso, lo más probable es que nuevamente se imponga su naturaleza y relance entonces el proyecto reeleccionista. De ocurrir esto, el premio de Scioli por haber ayudado a Insaurralde sería que Cristina lo vuelva a colocar en el rol de sospechoso, y que los fundamentalistas del entorno de ella vuelvan a denostarlo. El 8 A es clave Las evaluaciones optimistas que se vuelven a escuchar en los despachos oficiales incluyen la previsión del fracaso de la marcha de protesta que las redes sociales convocan para el 8 de agosto, 72 horas antes del comicio. Hasta ya habría informes de la Secretaría de Inteligencia que pronosticarían un fracaso rotundo de la concurrencia. Sin duda es cierto que la convocatoria choca con un serio problema: la movilización del 18 de abril fue tan imponente que sólo con que el 8 A concurra algo menos de gente, el gobierno podría hacer campaña sosteniendo que se trató de un fracaso y que el activismo social anti k está en retirada. En realidad se advierte una situación compleja y con tendencias no muy claras. El dato más relevante es que ya transcurrió la mayor parte de la campaña electoral y la atención de la sociedad está focalizada en el homicidio de Ángeles Rawson y no en las propuestas de los candidatos que, por otra parte, no brillan por sus iniciativas. No hay duda, por otra parte, de que, cuando predominan la apatía y la indiferencia, el gobierno termina sacando partido de la debilidad de la oposición.