Por Carlos Tórtora/El Informador.- Ayer, el gobierno entró en estado de alerta al trascender que existen negociaciones secretas entre Francisco De Narváez y Sergio Massa. El ex presidente de la Cámara de Diputados y actual dueño de Canal 26, Alberto Pierri, sería uno de los intermediarios para que aquellos exploren la posibilidad de un acuerdo para las próximas elecciones. Del lado de Massa, la propuesta sería que De Narváez lo acompañe como segundo candidato a diputado nacional.
Semejante alianza implicaría una doble ruptura, ya que el empresario perdería a su actual aliado Daniel Scioli. En cuanto al intendente de Tigre, se alejaría en forma tal vez irreversible de la presidente. El casi seguro triunfo de este binomio en la elección provincial le abriría a Massa el camino a la presidencia, caminando sobre las ruinas del kirchnerismo, en tanto que De Narváez se ubicaría como el candidato más firme para suceder a Scioli. La respuesta del empresario a la propuesta recibida habría sido que se definifirá recién después de que Massa anuncie públicamente su candidatura a diputado nacional. Éste se encuentra ahora ante la decisión más difícil de su carrera. Una consultora nacional le alcanzó días atrás una encuesta realizada en la zona norte del Gran Buenos Aires que le da casi 30 puntos a su candidatura a diputado si aparece como opositor al gobierno y apenas 10 si lo hace como aliado o amigo del gobierno. Esta abrumadora diferencia coincide con otro dato de la encuesta: en la zona encuestada, donde predominan los votantes de altos ingresos, Alicia Kirchner apenas superaría los 10 puntos. Aun cuando no se pueden transpolar estos números a toda la provincia, lo cierto es que Massa estaría percibiendo que su explosivo crecimiento en la intención de voto es directamente proporcional a la expectativa de que adopte un perfil opositor, aunque sea moderado. Y en este punto está también su mayor riesgo: que si se muestra contemporizador con el cristinismo su intención de voto caiga tan rápido como subió.
La audacia y el cálculo
Los 15 días que faltan para el cierre del plazo para presentar alianzas prometen ser ricos en alternativas que incentivarían o enfriarían el diálogo Massa-De Narváez. Por ejemplo, si la justicia reacciona y suspende la elección de consejeros de la Magistratura, es de presumir que el gobierno quedaría tan debilitado que aquellos encontrarían condiciones ideales para avanzar hacia un pacto. En cambio, si las docenas de amparos presentados contra la elección de consejeros fracasan, Massa tendría un argumento objetivo como para mantenerse a la sombra de la Casa Rosada. Como se sabe, el enigmático intendente podría optar por apoyar una lista para diputados nacionales con Malena Galmarini y Felipe Solá en los primeros lugares. Pero si la misma hace campaña electoral esquivando definiciones sobre la corrupción, la inflación y la inseguridad, la masa de los votantes opositores podría alejarse del massismo, que correría el riesgo de terminar en tercer o cuarto puesto. Esta mediocre performance a su vez dañaría la hasta ahora meteórica carrera política del intendente.
Detrás de estas interminables especulaciones está la pregunta clave por el momento. Hasta ahora nadie sabe a ciencia cierta si el ciclo kirchnerista está terminando y sólo falta darle el golpe de gracia. O bien, si el gobierno todavía tiene con qué prolongar su dominio del escenario político.
