Al ver las multitudes recorriendo las principales ciudades del país, los que hacemos el diario Hoy nos dimos cuenta de que no estamos solos. Fue un acontecimiento histórico, cuyo antecedente más reciente hay que encontrarlo en grandes movilizaciones de 2001, que llevaron al estallido del régimen de convertibilidad. De esta manera, pudimos vislumbrar que muchas de las críticas que salen desde las páginas de este diario, relacionadas al accionar gubernamental, son compartidas por gran parte de la comunidad que está harta de los atropellos, del autoritarismo y del autismo de un gobierno encerrado cada vez más en su soberbia.
Muchas veces, en estos años, sentimos que luchábamos contra los molinos de viento cuando denunciábamos las grandes mentiras del discurso oficial y las aberraciones de una nefasta política económica, que ha llevado al clientelismo a niveles exorbitantes e insostenibles, condenando a millones de compatriotas a vivir de las dádivas que discrecionalmente reparte el Estado. El kirchnerismo ha convertido la Argentina en un país donde la movilidad social prácticamente no existe, producto de que no se genera trabajo genuino por falta de inversiones y por una decisión política de que nada cambie. Así es como se castiga al que produce, al que genera riqueza, para sostener un Estado que se ha convertido en un monstruo torpe, que ni siquiera es capaz de garantizar las mínimas condiciones de seguridad a sus ciudadanos. Y no es casualidad: un pueblo empobrecido es fácilmente manipulable por los poderes centrales.
Muchas veces, en estos años, sentimos que luchábamos contra los molinos de viento cuando denunciábamos las grandes mentiras del discurso oficial y las aberraciones de una nefasta política económica, que ha llevado al clientelismo a niveles exorbitantes e insostenibles, condenando a millones de compatriotas a vivir de las dádivas que discrecionalmente reparte el Estado. El kirchnerismo ha convertido la Argentina en un país donde la movilidad social prácticamente no existe, producto de que no se genera trabajo genuino por falta de inversiones y por una decisión política de que nada cambie. Así es como se castiga al que produce, al que genera riqueza, para sostener un Estado que se ha convertido en un monstruo torpe, que ni siquiera es capaz de garantizar las mínimas condiciones de seguridad a sus ciudadanos. Y no es casualidad: un pueblo empobrecido es fácilmente manipulable por los poderes centrales.
Anoche nos dimos cuenta de que nuestro grito, en el desierto, valió la pena. Gran parte de la sociedad está exigiendo un cambio, no acepta que se mantenga este statu quo, y por eso dijo basta...
Le dijo basta a la ola de inseguridad, que llevó a que se perdiera el valor de la vida humana, naturalizándose el hecho de que todos los días ciudadanos honestos sean víctimas de las balas de los delincuentes, y permitiendo que peligrosos delincuentes puedan salir de la cárcel para “militar” y ser parte de los grupos de choque K; le dijo basta a un proceso inflacionario que se está devorando el poder adquisitivo y está convirtiendo a la moneda nacional en cartón pintado, no pudiendo conservar sus ahorros comprando moneda extranjera; le dijo basta a la corrupción imperante en todos los niveles de gobierno, y a la impunidad absoluta que tienen los amigos del poder que jamás son condenados, debido a una Justicia que ha perdido toda independencia; le dijo basta al hecho de que, desde el poder, se considere como un enemigo a todo aquel que opine diferente al Gobierno K; dijo basta a los adoctrinamientos en las escuelas; y dijo basta a los intentos de Cristina Kirchner y sus aplaudidores de querer eternizarse en el poder, avasallando la Constitución, las instituciones y la libertad de los ciudadanos.
Lejos de escuchar lo que está pidiendo el pueblo y actuar como una estadista, la Presidenta respondió con la soberbia de siempre, diciendo de modo desafiante: “Nerviosa no me voy a poner ni me van a poner”.
Estas declaraciones fueron realizadas desde San Juan, territorio gobernado por José Luis Gioja, un fiel aliado K, que modificó la Constitución de su provincia para mantenerse en el poder y es cómplice del saqueo sistemático que realizan las multinacionales mineras de nuestros recursos naturales. Se trata de compañías que constituyen un Estado dentro de un Estado, que pagan paupérrimos impuestos en función de declaraciones juradas que nadie controla, en momentos en que la AFIP actúa como si fuese la Gestapo (la policía secreta nazi) contra los ciudadanos que buscan vacacionar o hacer alguna compra en dólares en el extranjero. No hay que engañarse: la unión entre Cristina y Gioja está dada por intereses económicos en común.
Esperamos, sinceramente, que Cristina Kirchner revea su actitud. Y cumpla los tres años que le quedan de mandato tratando de que, al menos, los argentinos puedan vivir un poco mejor. Si deja de escuchar a los aplaudidores y obsecuentes y se rodea de auténtica materia gris en cuestiones de política de Estado, al menos tendrá la posibilidad de irse por la puerta grande.
Otra burla: Cristina, por el voto a los 16
En San Juan, en momentos en que se realizaban las manifestaciones, la Presidenta se permitió anoche romper el protocolo al asegurar a un joven menor de 18 años que podrá votar en las próximas elecciones y consideró que los jóvenes no son “manipulables”.
“Sí, querido. Vas a votar. Y vas a votar a quien quieras...”, señaló la mandataria luego de que un joven le gritara durante un acto en San Juan que quería votar en los próximos comicios. “¿Qué es esto que los jóvenes son manipulables? Por Dios...”, se quejó entonces la Presidenta, en alusión a las críticas sobre la clara maniobra electoral del oficialismo para obtener votos extras y reformar la Constitución.
Hasta la planta industrial de San Juan donde se desarrolló el acto se acercaron cientos de jóvenes de La Cámpora con bombos y banderas con la leyenda “Queremos votar”, en medio del debate que se desarrolla en el Senado sobre la iniciativa para permitir el sufragio de jóvenes de entre 16 y 18 años.
Un K hace un llamado de atención
Luego de la multitudinaria marcha en la Capital y en varias ciudades del país en contra del Gobierno, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, advirtió que el kirchnerismo debe “tomar nota de esta movilización”.
“El Gobierno no debe descuidar esta marcha porque es necesario tomar nota de esta importante movilización con cuyos fundamentos no estoy de acuerdo”, señaló González.
