HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 10 de julio de 2012

LA BIPOLARIDAD EN SU MAXIMA EXPRESION


El discurso de la Presidenta pronunciado ayer en Tucumán estuvo marcado por los extremos: convocó a la unidad nacional, pero agredió a los que piensan distinto. Puesta en escena y una cortina de humo para ocultar la entrega. El discurso que la presidenta Cristina Kirchner ayer pronunció en Tucumán puso de manifiesto, una vez más, una asombrosa capacidad para pasar, en cuestión de segundos, del llanto a la risa, de la emoción a la furia, del reto a la caricia.


Esta misma característica se traslada a su forma de gobernar, que va adquiriendo un estilo monárquico y una bipolaridad cada vez más marcada. No fue casualidad, en ese sentido, que la primera mandataria ayer convocara la unidad nacional y, casi al mismo tiempo, interpelara al público que se hizo presente (en su gran mayoría militantes rentados y beneficiarios de planes sociales) con el objetivo de despotricar contra todos los sectores que no se encolumnan detrás del relato oficial, a los que incluso responsabilizó, en el caso de los medios de comunicación, por no haber informado que se venía el “corralito” a fines de 2001.

La realidad es que los Kirchner tampoco alertaron, en aquella época, que se venía el fin de la convertibilidad, cuando eran gobierno en la provincia de Santa Cruz y siempre tuvieron acceso a información privilegiada. Sin ir más lejos, gracias a los consejos de Domingo Cavallo (el padre del “corralito”), en los años ‘90 utilizaron los fondos de las regalías petroleras mal liquidadas para comprar acciones de la privatizada YPF, obteniendo importantes ganancias, para luego girar esos fondos a bancos de Suiza y Luxemburgo.

El destino final de ese dinero, del que nunca se rindió cuentas, aún hoy es un misterio, mientras que el gobierno de Santa Cruz, aquejado por la falta de recursos propios, está al borde del caos con policías autoacuartelados, hospitales que no funcionan por la falta de profesionales y docentes en permanente pie de guerra.

La bipolaridad política también se puso de manifiesto cuando Cristina llamó a “la unidad, organización y solidaridad para crecer con igualdad”. ¿De qué tipo de solidaridad habla la primera mandataria cuando su gobierno, para castigar a Daniel Scioli (principal candidato para sucederla en la Presidencia), no envía los recursos que la Provincia necesita para que se pueda pagar el medio aguinaldo en tiempo y forma? Difícilmente haya alguna familia, de las más de 500 mil que cobrarán el medio aguinaldo en cuotas a partir del 16 de julio, que pueda llegar a creer que ser solidario significa permitir que se vulnere un derecho que fue instituido hace más de 60 años por el primer gobierno peronista.

Otro rasgo de la bipolaridad es llenarse la boca con consignas de patriotismo, recordando el legado de próceres como San Martín, Monteagudo y Belgrano, como ayer lo hizo la Presidenta desde el escenario montado en el hipódromo tucumano, mientras se les entrega en bandeja negocios millonarios a empresas piratas oriundas del Reino Unido.

Un ejemplo paradigmático es lo que ocurre con la firma encargada de controlar la tarjeta SUBE, que accedió a un contrato millonario, pese a haber presentado una oferta que superó en 10 millones de dólares las presentaciones realizadas por otras firmas. La empresa en cuestión es Global Infraestructure, que no tiene sede en el país: en la calle Tucumán 1, 4° piso, de Capital Federal, apenas funciona un estudio de abogados que atendió la cuenta de la firma británica apenas desembarcó en el país, pero ya no mantiene ningún vínculo.

La firma montó “oficinas virtuales” en Londres, que ofrece una dirección inexistente en Buenos Aires y, pese a ello, el Estado argentino le paga cerca de 3 millones de dólares en salarios aunque su personal no tiene lugar de trabajo.

Eso no es todo: los Kirchner también le sirvieron en bandeja la explotación de varias áreas petroleras a la familia Bulgheroni, dueña del Grupo Bridas y socia de British Petroleum en la firma Pan American Energy (PAE), la segunda petrolera del país. Entre otros yacimientos, PAE explota Cerro Dragón, que adquirió fama nacional días atrás como consecuencia de las protestas gremiales que motivaron una violenta intervención de la Gendarmería.
En definitiva, las consignas nacionalistas que a diestra y siniestra agitaron algunos acólitos kirchneristas hace dos meses, impulsando la prohibición de que ingresen los barcos ingleses que transitan por las Malvinas a los puertos argentinos, terminan por ser una gran farsa, una de las tantas cortinas de humo para seguir adelante con la infame entrega de la soberanía.

De inseguridad e inflación, ni una mención

La bipolaridad política también conlleva a negar la realidad. Por eso, una vez más, Cristina Kirchner en su discurso no hizo una sola referencia a los dos principales problemas que hoy afectan a los argentinos: la inseguridad y la inflación.

Ayer, el país volvió a conmocionarse a raíz del salvaje crimen de un joven en la localidad de Moreno, que se suma al aberrante asesinato de dos hermanos ocurrido la semana pasada en la localidad de Cañuelas. La Presidenta, evidentemente, está en otra sintonía: ni siquiera utilizó un párrafo de su discurso para enviarles condolencias a las familias.

A su vez, con respecto a la situación económica, la primera mandataria solamente reconoció ayer que la Argentina no puede escapar de la crisis internacional. Ante este panorama, difícilmente se pueda tomar alguna medida efectiva cuando el Gobierno nacional ni siquiera reconoce que la inflación, que supera el 25% anual, es un problema. Peor aún: el alza sostenida de precios, combinada con recesión económica, trae aparejado un problema mucho más grave, que los economistas suelen denominar como estanflación, situación que ya se registra en el país y que está golpeando, con mayor fuerza, a la clase media y los sectores populares, cuyo poder adquisitivo se está derrumbando.

Esto es una fatalidad, mandada por un castigo divino. Es la consecuencia de años de ausencia de una política de desarrollo de una industria nacional. Pero aún se está a tiempo de cambiar, y para ello se necesitan planes estratégicos que hagan salir de la situación de asfixia a las economías regionales, como así también a las pymes, que son las grandes generadoras de empleo genuino en nuestro país.

Este tipo de acciones no pueden ser llevadas adelante por funcionarios como Guillermo Moreno: se requiere de auténtica materia gris, de técnicos especializados que sepan aprovechar al máximo una situación excepcional, como es tener la tonelada de soja -el principal commodity que exporta nuestro país- por encima de los 600 dólares.

El invento de los 5 millones

Otra característica de la bipolaridad política es la manía que tiene Cristina Kirchner de repetir, como una letanía, que supuestamente el Gobierno nacional creó 5 millones de puestos de trabajo en los últimos años, ante un auditorio conformado, especialmente, por los militantes rentados de La Cámpora y por beneficiarios de planes sociales que fueron movilizados por el aparato político que
conduce la familia Alperovich en Tucumán.

¿A qué tipo de trabajo se refería la Presidenta? ¿Al que realizan los jefes de La Cámpora, con sueldos de 70 mil pesos mensuales en organismos como Aerolíneas Argentinas, que pierden 2 millones de dólares por día?

Cristina Kirchner, asimismo, no hizo mención alguna a la situación política, social y económica de Tucumán. Esta provincia está gobernada al mejor estilo feudal, a tal punto que los familiares del mandatario provincial y de su esposa se reparten los cargos ejecutivos, legislativos y judiciales. A su vez, se registran alarmantes índices de desnutrición infantil, solamente comparables con los que se registran en algunas naciones africanas.

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