“Hay que animarse a criticar”
El diputado y sindicalista afirmó que “la ausencia de debate es un problema” y llamó a señalar lo que está mal, tanto en el Gobierno como en el sindicalismo. Dijo que a la Casa Rosada le conviene “tener de aliado” al movimiento obrero y que Hugo Moyano es quien “mejor” lo expresa. “Al Gobierno hoy más que nunca le conviene tener de aliado estratégico al movimiento obrero y quien mejor expresa el movimiento obrero es Hugo Moyano.” Facundo Moyano, diputado nacional por el Frente para la Victoria, dirigente sindical de los trabajadores de peajes y líder de la Juventud Sindical, hace la afirmación convencido, a pesar de la mala relación de su padre, líder cegetista, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Con tango de fondo y sentado en el Café Homero Manzi, de San Juan y Boedo, Moyano asegura que no cree que “por instrucción de la Presidenta, pero hay funcionarios que se están metiendo en la interna de la CGT”, y propone realizar una “autocrítica como juventud. Tenemos que poder proponer, componer una agenda, y hoy no se está haciendo. Hay que animarse a criticar lo que está mal en el Gobierno, así como también hay que animarse a criticar al sindicalismo, para debatir y proponer”. VER MÁS
–¿Por qué se rompió la alianza entre la CGT y el kirchnerismo?
–La tensión que existe hoy entre la CGT y el Gobierno se debe a un problema político, más allá de que existe un problema económico que influye y es la inflación. Por otro lado, por supuesto que es una relación que tiene componentes que hacen que se profundice esta situación que son las personalidades de quienes conducen, Cristina y Moyano, pero fundamentalmente lo que tensa con mayor influencia es la forma de ejercer el poder y la conducción del gobierno nacional. La no participación del movimiento obrero en temas fundamentales como el mínimo no imponible de ganancias, la asignación familiar y el salario mínimo vital y móvil es un ejemplo de por qué hoy el movimiento obrero ha tomado esta posición de confrontación con el Gobierno. Surge naturalmente, porque negar una mayor participación de los trabajadores a través de sus dirigentes en el sistema político nacional va en contra de la naturaleza del proceso de profundización. Y no tiene nada que ver con que después esto tenga un reflejo de mayor participación en términos institucionales, como más diputados o más funcionarios, sino en participación real en las decisiones. El movimiento obrero está siendo relegado a un segundo o tercer plano en la política y eso es involucionar este avance de los trabajadores hacia la política. Lo que está sucediendo es que se está rechazando o negando un factor que estuvo siempre presente en la evolución y profundización de este proceso. En el medio de esta relación entre CGT y el Gobierno aparece la interna de la CGT. Moyano dice que el Gobierno se mete en la interna, el Gobierno lo niega, al candidato de la oposición Antonio Caló también dice que no. ¿A partir de dónde salen esas denuncias? Particularmente yo no tengo ningún dato preciso para afirmar que el Gobierno se está metiendo. Lo que sí sabemos es que puede haber algún funcionario que sí. No creo que por instrucción de la Presidenta. Al Gobierno hoy más que nunca le conviene tener de aliado estratégico al movimiento obrero y quien mejor expresa al movimiento obrero es Moyano, por historia, por trayectoria, por lucha, por coherencia, por legitimidad con los trabajadores. Hemos escuchado a Moyano referirse en términos confrontativos, y yo creo que la responsabilidad de que la discusión se plantee de esta forma es del Gobierno, porque es el Gobierno el que conduce todo. La situación de la interna de la CGT es complicada. Si bien no vimos hechos precisos que indiquen que el Gobierno está operando para que tal o cual dirigente ocupe el lugar de Moyano, vimos gestos y se puede dar un ejemplo concreto: la asunción de Ricardo Pignanelli de Smata hace unos meses se dio en el marco del apoyo a Caló como candidato para la CGT. Y esto más allá de que no se escuchó a ningún funcionario que se exprese literalmente a favor de ningún candidato, pero sabemos que hubo gestos claros a favor de Caló. Se sabe en el mundo sindical que se está ofreciendo dinero del APE, a mí me lo han dicho dirigentes sindicales.
–¿Cómo analiza la composición del bloque opositor a Hugo Moyano?
–Toda esta coalición heterogénea que aparece en oposición de la candidatura de Moyano en la CGT tiene personajes poco saludables. Cuando Moyano está confrontando con el gobierno nacional aparece una oposición con un candidato –aunque no está claro si tiene todo el consenso y apoyo de ese grupo de dirigentes– que es Caló. Se lo ve en primera fila en los actos del Gobierno, él mismo habla de la buena relación que tiene con el Gobierno. Pero este grupo tiene a voceros como (el gastronómico Luis) Barrionuevo y (el lucifuercista, Oscar) Lescano y para colmo la Presidenta aparece elogiando a un dirigente como Andrés Rodríguez, que fue oficialista del gobierno de Menem y que dejó miles de trabajadores en la calle. Resulta que hoy es ultraoficialista y la Presidenta lo pone como el paradigma del dirigente gremial elogiándolo por la paritaria que negociaron.
–Teniendo en cuenta la judicialización que plantea el antimoyanismo, ¿la CGT se encamina hacia una ruptura?
–La judicialización es inviable. No hay argumentos por parte de este sector antimoyanista para impugnar. El Comité Central Confederal (CCC) o la reunión de Consejo Directivo que lo convocó –ambos son objetados por la oposición– fueron totalmente legítimos, se cumplió con todos los pasos estatutarios y no hay por donde entrarle. De 254 delegados congresales asistieron 147, es decir el 60 por ciento, y todo esto está asentado. Podrán intentar impugnarlo, pero no tienen posibilidad de que avance. Pero todo esto hay que analizarlo en el sentido político, porque estamos escuchando a casi todos los sectores hablar de unidad. Y es contradictorio que hablando de unidad y de consenso y de que no pretenden la fractura de la CGT, después no asistan a un paso institucional y democrático como el CCC. No ir al consejo directivo que convocó hasta no asistir al comité son acciones contradictorias con el discurso que llevan adelante. Si son la mayoría, si tienen el apoyo del Gobierno y si quieren la unidad, tienen que ir a demostrar que tienen esa mayoría y pueden desbancar a Moyano. Es ahí donde nosotros encontramos la contradicción.
–¿Cuán importante es el rol de la juventud en el proyecto iniciado en el 2003?
–Creo que fundamentalmente la iniciativa de la juventud debe ser interpelarse a sí misma como actor en la sociedad. Es decir preguntarse qué rol tiene que tener el sindicalismo es una pregunta que tiene que hacerse la juventud del sindicalismo con una posición autocrítica. Nos tenemos que animar a discutir el modelo sindical, porque se puede discutir el modelo sindical defendiendo su esencia. Estamos de acuerdo con el modelo sindical, pero la ley sindical tiene que modificarse, se tiene que adaptar a la realidad. Nos tenemos que animar a discutir, a debatir, y a criticar al gobierno nacional y hablar de las asignaturas pendientes. Hablar de que en Argentina hay pobreza, hablar de que hay un treinta por ciento de hogares por debajo de los tres mil pesos, según el Indec del tercer trimestre del 2011. Nos tenemos que animar a decir que tenemos una estructura económica extranjerizada, que hay concentración económica, que hay inflación, y nos tenemos que animar a partir de ahí a aportar propuestas para solucionar esos problemas. Esto la juventud no lo está haciendo. No tenemos que hacer culto al personalismo, no tenemos que circunscribir la política individual de Cristina. La ausencia del debate político en la militancia es un problema. La falta de debate en la juventud militante en los distintos sectores del campo nacional y popular no contribuye tampoco. No hay una juventud militante que proponga, que tenga una agenda por lo menos para encolumnarse detrás de banderas concretas. Este debate se tiene que dar realmente para que los jóvenes trabajadores, los jóvenes empresarios, los jóvenes profesionales técnicos sean garantía de lo bueno y de lo nuevo. El rol del seguidismo no contribuye en nada. Esta es una autocrítica que yo me hago como joven, no estoy criticando a La Cámpora, ni al Evita ni a ninguna organización en particular.
–Usted como sindicalista y diputado del Frente para la Victoria se encuentra en medio de un dilema. ¿Cómo resuelve esa tensión?
–Apoyo al proyecto nacional porque soy parte, pero no aplaudo todo porque hay cosas que no son para aplaudir, así como hay cosas que tampoco son para aplaudir del sindicalismo. Por eso es una autocrítica, porque no lo hago desde afuera, sino desde adentro. Seguramente errores he cometido, vicios del mal sindicalismo tengo y en eso tengo que hacer una autocrítica. La postura tiene que poder ser criticada, porque no todo está bien, pero tampoco todo está mal como lo plantean otros sectores.