Con su polémica defensa, el vicepresidente Amado Boudou abrió la caja de Pandora y se expuso la corrupción estructural que salpica a distintos funcionarios. Radiografía de un gabinete que pone al país al borde una crisis política
Acorralado por la Justicia, el vicepresidente Amado Boudou hizo el jueves un extenso monólogo desde Senado para intentar defenderse, pero obtuvo el efecto contrario al que buscaba. No sólo porque no pudo aclarar ni una sola de las sospechas generadas a raíz del escándalo por las estrechas vinculaciones que tendría con los dueños de la ex Ciccone y con el millonario negocio de la fabricación de papel moneda, sino que también prendió el ventilador y abrió una verdadera caja de Pandora dentro de su propio gobierno.
En las últimas 48 horas, a través de la agencia oficial Télam, desfilaron los nombres de distintos dirigentes del oficialismo -desde gobernadores y ministros hasta legisladores y concejales- manifestando su apoyo al vicepresidente, aunque hubo ciertos matices. Algunos salieron a defender al juez Daniel Rafecas, que fue centro de las denuncias de Boudou.
A quien le cabe la mayor responsabilidad política es a la presidenta Cristina Kirchner, quien fue la que ubicó, a dedo, al exministro de Economía como candidato a vicepresidente. Y hasta alentó el perfil de absoluta frivolidad que mostró el vicepresidente durante la campaña electoral, tocando la guitarra en recitales de rock y mostrándose acaramelado junto a su juvenil novia en diferentes eventos sociales. Cristina, como es habitual cada vez que hay un escándalo que sacude a su Gobierno, decidió refugiarse en su mansión de El Calafate y sólo se la pudo ver cuando, junto a su custodia, salió a comprar velas aromáticas.
El vicepresidente, con sus denuncias, también puso en evidencia el importante grado de corrupción que existe en el seno del Gobierno nacional y que salpica, en mayor o menor medida, a varios funcionarios de primera línea, que justamente son los habituales aplaudidores que rodean a la Presidenta en cada uno de los actos públicos.
El ahora denostado negocio del juego, por las denuncias contra Boldt y el supuesto intento de coimear a Boudou, es lo que es por obra y gracias del kirchnerismo, que no modificó un ápice la estructura oscura armada por el duhaldismo en los ‘90, que convirtió a la Provincia en una suerte de garito. Los K extendieron el garito a todo el país.
Las empresas de juego obtienen en la Argentina, con sus tragamonedas, ganancias hasta cuatro veces superiores a las que consiguen en Europa. Y ello sólo es posible por la falta de controles por parte del Estado.
El kirchnerismo heredó el poder de Eduardo Duhalde. Por eso no es casualidad que durante los últimos nueve años no haya introducido modificación alguna en esa actividad, que obtiene sus fabulosas ganancias exprimiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad que recurren a las tragamonedas para poder sobrevivir y llegar a fin de mes. Muchas familias terminan pagando un costo demasiado caro, ya que, al recurrir al juego, pueden perder todo lo conseguido
en una vida de trabajo en un abrir y cerrar de ojos.
Es más, el kirchnerismo profundizó el negocio de las tragamonedas, permitiendo que uno de sus empresarios favoritos, Cristóbal López, se quedara con el casino flotante de Puerto Madero y con las maquinitas que funcionan en el hipódromo de Palermo, de facturación millonaria.
El hombre de la eterna sonrisa, complicado por sus vínculos con Boldt
Uno de los funcionarios que quedaron en la mira a raíz del escándalo con la ex Ciccone es el ministro del Interior, Florencio Randazzo, también conocido como “el hombre de la eterna sonrisa”.
Randazzo, a lo largo de su trayectoria política, apareció vinculado con la empresa Boldt (que alquiló las instalaciones de Ciccone hasta que aparecieron los amigos de Boudou) y con distintos actores del negocio del juego. Incluso, cuando era ministro de Gobierno bonaerense, en el año 2006, firmó el polémico decreto impulsado por Felipe Solá que permitió que se renovaran de forma automática por quince años, sin licitación, la licencia de las salas de juegos en la Provincia. A cambio, las empresas que regentean la actividad desde el gobierno de Eduardo Duhalde pagan un irrisorio canon.
Como funcionario del Gobierno nacional, en el año 2009, Randazzo le entregó a la empresa Boldt, por contratación directa, la impresión de los padrones. La excusa de que no se haya llamado a licitación fue que se había adelantado las elecciones, y no había tiempo para cumplir con ese procedimiento. Este negocio se concretó en junio de 2009, con la contratación directa número 13/09, e implicó una erogación de 15 millones de pesos.
Otro negocio de la administración K que también se adjudicó Boldt estuvo relacionado con el censo 2010. Concretamente, imprimió las planillas con las que se realizó el relevamiento nacional. Se trató del movimiento de papeles más grande de la historia argentina, y se llevó a cabo cuando la firma todavía alquilaba la planta de la ex Ciccone Calcográfica.
De Montonera al poder
Primero fue Montonera y después camaleónica de la política, hasta llegar a ministra de Seguridad. Una de las peores influencias del Gobierno K, Nilda Garré, ayer dejó bien en claro de qué lado está en el caso Boudou y el tráfico de influencias en favor de la imprenta ex Ciccone Calcográfica. “Yo, la verdad, por el doctor (Daniel) Rafecas (juez federal que ordenó el allanamiento al departamento del vicepresidente) tengo mucho respeto. Me tocó trabajar en algunas causas, la primera en mi gestión como ministra de Seguridad, que fue la (toma) del club Albariño, y la verdad es que tuvo un desempeño impecable”, dijo ayer Garré, un día después de que Boudou criticó a Rafecas.
Como ministra de Seguridad, Garré tiene varios desaciertos en su haber. Retiró los policías de dos de las zonas más concurridas por los argentinos de escasos recursos, los transportes y los hospitales públicos de la Capital Federal, creando focos de inseguridad sólo para perjudicar a rivales políticos. Además, fue la que ordenó no utilizar armas en las protestas, pero meses más tarde tuvo que descabezar la Gendarmería Nacional por las acusaciones de espionaje a organizaciones sociales a través del llamado “Proyecto X”.
Sin embargo, para describir mejor a la ministra es necesario echar un vistazo a su oscuro pasado. Es hija de un diputado provincial peronista y ella llegó al Congreso a los tempranos 27 años, en 1973. En esos años integró la organización guerrillera Montoneros y estuvo en pareja con Juan Manuel Abal Medina, hermano de uno de los fundadores de Montoneros, asesi-nado por la Policía en 1970. No obstante, la mayoría de la cúpula de la organización guerrillera no corrió la misma suerte. Al igual que Mario Firmenich, Roberto Cirilo Perdía y Fernando Vaca Narvaja, Garré se exilió en México, desde donde organizaron la contraofensiva de Montoneros. Pero enviaron a poner el cuerpo a los más jóvenes de la organización, en plena represión ilegal de la dictadura militar.
Nilda Garré volvió a la política en el Frente Grande, desde donde integró el gobierno de la Alianza, siendo la viceministra del Interior durante la gestión de Federico Storani.
Mentiras y patoterismo
La mentira como método para cambiar la realidad y el patoterismo es el estilo del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, uno de los funcionarios kirchneristas con peor imagen. Moreno, que mantiene una enconada interna con Boudou, dio sus primeros pasos en la función pública como funcionario del exintendente de Buenos Aires acusado de corrupción, Carlos Grosso. Retornó a la administración estatal de la mano de Eduardo Duhalde, como secretario para la Defensa de la Competencia y de Comercio Interior. Más tarde continuó en la gestión de Néstor y Cristina Kirchner, primero como secretario de Comunicaciones y después de Comercio interior, hasta hoy.
De a poco, Moreno fue acumulando poder a base de extorsiones y amenazas. Primero echó a la directora del Indec, Graciela Bevacqua, porque se negó a darle el listado de comercios encuestados para el índice de precios al minorista, que están amparados por la ley del secreto estadístico. A partir de ese momento, Moreno tomó el control del Indec y las estadísticas oficiales pasaron a ser un dibujo del Gobierno nacional para ocultar la inflación real que hay en el país, uno de los temas que más afecta a los bolsillos de los argentinos.
La influencia de Moreno no sólo se trasladó al Indec. Moreno fue el arquitecto del control a las exportaciones que devastó la ganadería argentina y ahora de las trabas a las importaciones que afectan a la necesidad de insumos para la industria nacional, además de impedir el ingreso de remedios y de libros, entre otros artículos.
En todas sus acciones, el secretario de Comercio Interior se caracterizó por utilizar un método peculiar, el de los aprietes y el patoterismo, tanto hacia los empresarios como a los productores agropecuarios o a los funcionarios del Gobierno con los que no coincide.
Sus intervenciones en Papel Prensa, en el Mercado Central, en las reuniones del Indec y con cuanto empresario le toque en desgracia tener que visitarlo dan cuenta de los reiterados maltratos de Moreno.
Un jefe de Gabinete virtual
Juan Manuel Abal Medina, jefe de Gabinete, fue el primero en salir a defender públicamente al vicepresidente, pocos días después de estallar el Boudougate.
Se trata de un funcionario un tanto particular. No sólo porque no tiene reuniones de gabinete, sino que tampoco ninguno de sus miembros tiene la capacidad para tomar decisiones por sí mismo, y obviamente el jefe de Gabinete tampoco.
El actual jefe de los ministros lleva el nombre de su padre, dirigente de la Juventud Peronista en los setenta (cercano a Montoneros) y hoy asesor del magnate mexicano con empresas en Argentina Carlos Slim. Además, es sobrino de Fernando Abal Medina, fundador de la organización guerrillera y artífice del secuestro y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu, entre otros.
Juan Manuel Abal Medina hijo volvió del exilio en los 80 y se graduó en Ciencias Políticas. Desde su etapa universitaria militó en el Frente Grande, con el cual formó parte del gobierno de la Alianza que encabezó el radical Fernando de la Rúa. Más tarde pasó al kirchnerismo, donde llegó a ocupar la secretaría de Comuncación, desde donde administró el aparato de propaganda K compuesto por la agencia Télam, el Fútbol para Todos y la red de medios privados adictos al Gobierno.
Aníbal Fernández, el ministro sin cartera
El actual senador Aníbal Fernández es uno de los kirchneristas que defienden con mayor fuerza al vicepresidente.
Aníbal pasó por áreas clave de la administración K desde 2003 a 2011. Fue ministro del Interior, de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos y jefe de Gabinete. Pero antes, también fue un acérrimo seguidor de Eduardo Duhalde, a quien acompañó en sus mandatos como gobernador y como presidente. Se comenta que Duhalde le dio una mano grande para que se desactivara la causa judicial que obligó a Aníbal, cuando era intendente de Quilmes, a escaparse en el baúl
de un auto.
En Quilmes, Aníbal siguió ejerciendo el poder durante la gestión de Sergio Villordo (intendente entre 2003 y 2007), sobre quien pesa una macabra denuncia conocida como “el caso del cadáver en el freezer”.
En la administración kirchnerista, Aníbal Fernández controló durante varios años las fuerzas de seguridad. En esos años, en los que no se cumplió con el plan de radarización de las fronteras, el narcotráfico en la Argentina avanzó como nunca llevando al país al máximo nivel de consumo de cocaína de América después de Estados Unidos, además de tener instalados varios cárteles de la droga.
Un economista dibujado
A Hernán Lorenzino siempre le quedó grande el Ministerio de Economía. Ahora que cayó en desgracia su padrino político y antecesor, Amado Boudou, el actual titular del Palacio de Hacienda está más dibujado que nunca. Hasta un ignoto economista que surgió de la agrupación juvenil ultra K La Cámpora, Axel Kicillof, tiene más poder que él en la cartera.
La designación de Lorenzino al frente de la cartera de Economía se debió principalmente a dar una señal a los mercados que ya venía dando Boudou, aunque sin lograr éxito: el pago de la deuda a los acreedores externos, sobre todo al Club de París.
La banquera de la caja K
La economista Mercedes Marcó del Pont mantiene, desde hace tiempo, una pelea interna con Boudou.
Llegó al Gobierno kirchnerista con los mejores pergaminos. Enrolada en la corriente desarrollista, que supo aprender de su tío abuelo, el histórico dirigente Rogelio Frigerio, ocupó primero la presidencia del Banco Nación. Sin embargo, Marcó del Pont dejó muy rápidamente atrás todas las enseñanzas de su tío para pasar a dirigir el Banco Central y abrir el grifo de las reservas para que el Gobierno kirchnerista dispusiera de una suculenta caja para pagar deuda externa y hacer política.
Sin oponer ninguna resistencia, la economista da luz verde a mayores concesiones a la administración K.
Julio Alak, genuflexión permanente en el Ministerio de Justicia
El juez Rafecas, que tan nervioso pone a Boudou, es una excepción, ya que durante los nueve años de Gobierno K, y pese a los numerosos casos de corrupción, no hubo ni un solo funcionario o exfuncionario K condenado. Curiosamente, luego de su derrota en las elecciones de 2007, y tras un paso por Aerolíneas Argentinas, el exintendente Julio Alak asumió en 2009 como ministro de Justicia y mostró ser absolutamente genuflexo y acomodaticio. El ministerio estaría siendo conducido por La Cámpora, a través del secretario de Justicia, Alejandro Alvarez.
Parrilli, la muestra cabal de la continuidad menemista
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, se mantiene en su puesto desde 2003. Durante los años ‘90, Parrilli se hizo famoso por defender, enfáticamente, la privatización de YPF y por haber sido el miembro informante durante la sesión del Senado donde se convirtió en ley la entrega. “No pedimos perdón por lo que estamos haciendo (...). Esta ley servirá para darle oxígeno a nuestro gobierno y será un apoyo explícito a nuestro compañero presidente (Menem)”. Parrilli, hasta el momento, no dio a conocer opinión alguna por el Boudougate.
El ministro del desguace de las Fuerzas Armadas
Los Kirchner reciclaron a un viejo adversario de Santa Cruz, Arturo Puriceli, que fue gobernador de esa provincia durante el período 1983-1987.
Puriceli fue director de Fabricaciones Militares y fue designado como ministro en 2010, para continuar la nefasta gestión de Nilda Garré, que profundizó el desguace de las Fuerzas Armadas. La Argentina tiene un sistema de defensa absolutamente precario, en momentos en que los recursos naturales de nuestro país son codiciados por las potencias extranjeras y por los capitales transnacionales.
Julio de Vido, el cajero del kirchnerismo que pierde poder
Se suponía que era el “monje negro”, el hombre de confianza que tenía Néstor Kirchner para armar y desarmar negocios entre el Estado y las empresas amigas del poder político. De ahí que muchas veces se le escuchara decir al propio Néstor: “Vayan y hablen con Julio”.
Por eso, según distintos trascendidos, el ministro de Planificación, Julio de Vido, que se mantiene en el cargo desde el año 2003, fue bautizado con el sobrenombre “El Cajero”.
A partir de la asunción de Cristina, y con los superpoderes que se le otorgaron al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, De Vido empezó a perder protagonismo. Y, desde el siniestro de Once, está caminando por la cuerda floja: el choque del tren, que les costó la vida a 51 personas, fue causado por el sistema cargado de corrupción que se tejió alrededor del sistema de transporte, área que depende de su ministerio. Por eso, rodó la cabeza de quien se desempeñaba como secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, quien no tuvo mejor idea que responsabilizar a los pasajeros por viajar en los primeros vagones.
Desde el ministerio que conduce De Vido, además, salieron los millones que, en lugar de haberse utilizado en la construcción de viviendas sociales, fueron a parar a la Fundación Madres de Plaza de Mayo y, por ende, a los bolsillos del parricida Sergio Schoklender, que también se encuentra en el banquillo de los acusados en una causa por corrupción.
Hasta el momento, De Vido no salió a hablar sobre el Boudougate. Quizás, por sus antecedentes oscuros que lo convierten en el ministro más experimentado en este tipo de situaciones, pueda darle algún consejo al vicepresidente.
FUENTE: Diario HOY
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
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