Sabemos que la causa Malvinas -para sorpresa de los cipayos vernáculos- despierta enormes simpatías a nivel regional y global. Ese fuerte apoyo regional fue decisivo para que el Gobierno de CFK, que había ninguneado el tema durante toda su gestión, se viera casi obligado a tomarlo e incorporarlo a su agenda.
Cristina sintió que estaba quedando en offside y que estaba siendo más papista que el papa. En las cumbres sudamericanas los discursos fuertemente malvineros de Mujica, Evo, Chávez, Dilma y Lula, y hasta el propio Piñera, la dejaban descolocada. Decidió tirarse a la pileta sin haber estudiado ni analizado profundamente la cuestión. Por ello improvisa y titubea.
Luego de años de abandono de la causa Malvinas, luego de haber admitido un persistente avance británico con respuestas sólo formales, ahora -¡enhorabuena!- está intentando una “contraofensiva”. Tengamos en cuenta que la Argentina necesita retomar la relación con la mayor cantidad de países que sabemos que pueden acompañar nuestra causa Malvinas. El apoyo de los países amigos debe ser respondido con una política exterior que consolide ese apoyo y no que lo debilite o deteriore. A no dudar de que los ingleses están trabajando intensamente -luego de pasada su sorpresa por la fuerte solidaridad del bloque latinoamericano con la Argentina- en resquebrajar ese apoyo regional. La Argentina, por el contrario, debe ofrecer a sus países amigos contrapartidas tangibles que consoliden el apoyo por Malvinas.
Como en otras instancias de nuestra historia, nos enfrentamos con objetivos políticos estratégicos y con necesidades económicas contrapuestas y contradictorias. En 1982 entramos en guerra con el Reino Unido, pero no cortamos las relaciones comerciales ni financieras con el enemigo. En 2012, mientras decimos que “vamos por todo”, ¡increíblemente cortamos relaciones comerciales con nuestros amigos! Así es difícil que nos entiendan y ayuden a los argentinos, ¿no?
A nivel regional, los efectos de la política de Moreno de cierre de los mercados a los países regionales pueden resultar catastróficos; y a no dudar que ya está siendo usada por los británicos. Con Uruguay, pregunto: ¿cuál es el peligro de las exportaciones uruguayas a la Argentina? ¿Alguien piensa que puede haber una avalancha de productos uruguayos? Con Brasil: estamos con falta de buen diálogo, en una guerra comercial no declarada y con un tema estratégico sin resolver. Brasil aspira a ocupar un sillón permanente en el Consejo de Seguridad. ¿Vamos a seguir haciendo como el perro del hortelano, que no come ni deja comer? Con Chile: además de las cuestiones comerciales, el caso del rechazo a la extradición de Apablaza deteriora las mismas. Con Perú: luego de haber autorizado formalmente el ingreso de la fragata HMS Montrose del Reino Unido al puerto peruano de El Callao, el gobierno peruano dio marcha atrás y decidió que la visita había quedado “sin efecto”. En su última visita a Perú, CFK pidió disculpas por el “imperdonable error” de la venta ilegal de armas a Ecuador en el gobierno de Menem. Parece que es así nomás: “imperdonable”. Parece que el presidente peruano Ollanta Humala, capitán del ejército que combatió en la guerra con Ecuador de 1994, evidentemente no se ha olvidado del tema fácilmente. Más aún cuando en el Gobierno de los Kirchner se absolvió a todos los implicados y se premió al general Balza (fuertemente salpicado en el affaire) como embajador en Colombia. Recientemente, el viceministro de Comercio peruano, Carlos Posada Ugaz, dijo que “probablemente” Chile, Perú, Colombia y México presenten una queja al Gobierno de Cristina Fernández por las trabas comerciales que está implementando Argentina y que perjudica a los países mencionados.
O sea, lamentable y peligrosamente, el resquebrajamiento del apoyo latinoamericano empieza desde México hacia el sur. Mientras tanto, Inglaterra actúa activamente para disolver o resquebrajar el apoyo regional. Advierte las fisuras que puede haber en el mismo y las aprovecha. Estas graves falencias en el frente regional y global posibilitan a Inglaterra lanzar sin inhibiciones una inminente aceleración en la explotación de los recursos petroleros, en momentos en que el agotamiento de las reservas del Mar del Norte y versiones independentistas de Escocia le indican que está en vías de convertirse en un país absolutamente despojado de recursos energéticos.
La dinámica de los hechos será mucho más veloz de lo que ingenuamente podríamos suponer. Los errores y la mala praxis de la diplomacia argentina tienden -más allá de la buena voluntad de muchos países naturalmente proclives a favorecer nuestra causa- a crear una situación fáctica desfavorable que permitirá nuevos avances británicos.
(*) Ingeniero, exdiputado nacional