La Constitución establece la protección de la vida desde la concepción y prohíbe la tortura, el tráfico de personas, la eugenesia y la clonación humana. Reconoce el matrimonio como la «unión conyugal de un hombre y una mujer». Líderes húngaros aprobaron una ley que protege la familia tradicional, desafiando las actuales críticas que afirman que la nueva constitución restringirá el aborto y la homosexualidad.
La nueva ley dice que la familia, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer cuya misión se cumple mediante la crianza de hijos, es una «comunidad autónoma... establecida antes del surgimiento de la ley y del Estado» y que el Estado debe respetarla por una cuestión de supervivencia nacional. Afirma: «La vida embrionaria y fetal tendrá derecho a ser protegida y respetada desde el momento de la concepción» y el Estado deberá fomentar «circunstancias hogareñas» para la atención a la infancia. Obliga a los medios a respetar el matrimonio y la crianza de los niños y asigna a los padres, más que al Estado, la responsabilidad primaria de proteger los derechos del niño. La ley enumera responsabilidades para los menores, que incluyen el respeto y el cuidado de los padres ancianos.
El objetivo de la ley es «crear un marco normativo previsible y seguro para la protección de la familia y para la promoción del bienestar familiar, y exigir el cumplimiento de la Ley Fundamental», la nueva constitución de la nación, que entró en vigor el 1 de enero y fue aprobada por 262 votos a favor y 44 en contra el pasado abril.
La Ley Fundamental dejó sin efecto la constitución húngara de la era comunista y data su democracia a partir de la revolución contra la Unión Soviética en 1956 y el colapso soviético en 1990. Hungría es la última nación centroeuropea en aprobar una constitución post-comunista.
La Constitución establece la protección de la vida desde la concepción y prohíbe la tortura, el tráfico de personas, la eugenesia y la clonación humana. Reconoce el matrimonio como la «unión conyugal de un hombre y una mujer».
Amnistía Internacional dijo que el artículo que protege la vida desde la concepción podría «debilitar los derechos de las mujeres y de las niñas», que están «consagrados en múltiples tratados firmados y ratificados por la República de Hungría, como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), el Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales (PIDESC) y la Convención sobre los derechos del niño (CDN)». La agrupación dijo que el artículo que define el matrimonio «podría preparar el camino para la introducción de una prohibición explícita de los matrimonios entre personas del mismo sexo que contraviene los estándares antidiscriminatorios internacionales y europeos... consagrados en el artículo 23 del PIDCP [Pacto internacional de derechos civiles y políticos].
Human Rights Watch asimismo invocó tratados de la ONU sobre derechos humanos en una carta en la que insta al presidente húngaro que «enmiende la constitución para garantizar el respeto a los derechos reproductivos de las mujeres». El goliat de los derechos humanos manifestó preocupación porque la cláusula de no discriminación por «raza, color, sexo, discapacidad, lengua, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, riqueza, ascendencia o cualquier otra circunstancia, sea cual fuere» excluye la referencia a la orientación sexual o a la identidad de género que dijeron que estaba garantizada en el PIDCP.
Especialistas en derecho internacional desestimaron los reclamos de las agrupaciones de derechos humanos al afirmar que Hungría tiene derecho a aprobar una constitución sin intromisiones. Señalan que ningún tratado de la ONU siquiera menciona el aborto, la orientación sexual o la identidad de género y que la Asamblea General jamás admitió tales planteamientos.
El especialista europeo en derecho Roger Kiska observa las nuevas leyes húngaras como parte de una creciente tendencia entre los estados Europeos a hacer retroceder tales interpretaciones y proteger la vida humana y la familia. El ex embajador estadounidense en Hungría Mark Palmer dijo que la expulsión de Hungría de la UE «ahora ya no es inconcebible», pero la analista húngara Julia Lakatos restó importancia a la polémica cuando dijo a CSMonitor: «Gran parte de la crítica del extranjero es desmesurada».