EL SOTERRAMIENTO DE LAS PROMESAS
De haberse realizado el soterramiento del ferrocarril Sarmiento, cinco veces anunciado por el kirchnerismo entre 2007 y 2010, habría quedado habilitado en junio último, antes de la tragedia. Un nuevo accidente en un paso a nivel ferroviario ha extendido, el martes último, una interminable historia. Esta vez, 11 personas murieron y más de 200 resultaron heridas en una triple colisión que involucró a dos trenes y a un ómnibus en el barrio de Flores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El fatal percance puede ser atribuido al factor humano, más allá y por encima de las controversias que suscitan la presunta imprudencia del conductor del ómnibus o del inspector de la empresa propietaria del vehículo de transporte colectivo de pasajeros, según testigos. Pero el principal factor humano es la inoperancia de nuestros gobernantes. Es verdad que a veces se producen esperas exasperantes en los cruces de calles y vías, y también lo es que esas tardanzas, sobre todo en horas pico de tránsito, inducen a los conductores de automotores a realizar maniobras arriesgadas en procura de ganar algunos minutos o segundos; actos que ponen en juego sus vidas y las de terceros y que a veces terminan en drama.
Mucho antes de que el ex presidente Carlos Menem amputara la red ferroviaria nacional, que alguna vez revistó entre las más extensas del mundo, nuestro país había abandonado a su triste destino de decadencia y obsolescencia a un sistema de transporte que cada vez asume mayor importancia en la vida de los pueblos, por su menor impacto negativo sobre el medio ambiente y por la economía de su explotación.
No por casualidad, el 28 de marzo de este año la Comisión Europea, el máximo organismo de la Unión Europea, puso en vigencia su estrategia “Transporte 2050”, cuyo objetivo es lograr “un sistema competitivo de transporte que aumente la movilidad, elimine los principales obstáculos en zonas clave y potencie el crecimiento y el empleo” de los ferrocarriles. Alemania, con una red de 40 mil kilómetros, no tiene un solo cruce vial-ferroviario. España, que tenía más de 10 mil cruces, realiza desde 1972 una sistemática política de su reemplazo por viaductos y soterramientos.
Según datos oficiales, el ferrocarril Sarmiento, donde se vivió un martes 13 de horror, tiene 51 pasos a nivel con barreras, 21 de ellos en la Capital Federal, donde hay más de un centenar de esos pasos, sumados todos los servicios. Las pérdidas en horas/hombre son incontables y el despilfarro de combustibles es incalculable. En horas pico, las barreras llegan a permanecer bajas hasta 50 minutos por hora.
Desde luego, la presidenta Cristina Fernández anunció en cuatro oportunidades, entre 2008
y 2010, el comienzo de los trabajos de soterramiento del Sarmiento. Y su extinto esposo también
lo hizo en 2007. Si se hubiese cumplido tanta
promesa vana, la obra tendría que haberse concluido en julio último, dos meses antes del último
llanto.
