HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 7 de agosto de 2011

Eduardo Mallea
LA TRAICIÓN DEL PAN


No es justo circunscribir a Eduardo Mallea (1903-1982), periodista, escritor y diplomático, a esa novela existencial y desesperada que tituló La bahía del silencio, y que se conoció en 1940.

Pero la tentación es grande porque en sus páginas, publicadas cuando el peronismo zapateaba en las gateras de la historia, asoman las cuitas del intelectual argentino que vive y sufre el país de la preguerra que emerge desorientado de la llamada Década Infame (1930-1940) y no alcanza a vislumbrar el formidable golpe de timón que se avecina.

Por ejemplo, la reflexión de uno de los personajes de la novela: “De pronto han comenzado a decirle al pueblo: ‘Eh, ¿qué buscan ahí con tanta inquietud? Lo que ustedes buscan no es más que pan. Pues bien, se lo damos, ahí lo tienen. Abandonen su preocupación y llenen su insomnio de sueño puesto que tienen pan...’. Y los gobernantes se ponen a dar pan y en torno de él se organiza la tranquilidad. Pero como es mentira, como no todo es pan, la gran traición comienza a sentar sus reales y el pueblo, privado de inspiración moral, carente de motivos de inspiración, se abandona a la comodidad, a las transacciones, a los pactos y olvida lo más serio, lo más grave, lo principal: su destino interior. Así, lo que pasa en esta tierra es eso: la traición del pan”.

Mallea sigue hablando por boca de su admirable personaje: “Pero ése es el pan del político, En el hondón más profundo de la Argentina se come otro pan, uno que no traiciona, el del que está construyendo lo que le ha salido del alma, el pan con que un hombre nutre las hambres y las fatigas de una aspiración fundamentalmente moral, no política ni pecuniaria... de ese pan honrado, de ese pan inspirado, de ese pan de preocupación, de ese pan de espera y de inquietud se están alimentando, a esta hora, las partes más olvidadas de esta tierra, y así se va organizando en la sombra una sinfonía cuyo crecimiento es como la forma del cono invertido: de un punto se va haciendo el todo; de una semilla rica, el árbol central del bosque entero. ¡En quién sabe cuántas estancias recónditas, cuartos pobres de ciudad, campos andinos, selvas tropicales, pampas escasamente habitadas, no se come hoy otra cosa que ese buen pan, no el traidor!”.

Mallea dice que faltan rumbos claros, no sólo entre ellos, sino en todo el territorio, pues carecen de un propósito definido por el cual luchar y, en consecuencia, deben hacer algo. Era 1940. Hoy, en otro contexto, son muchos los que sienten la necesidad de hacer algo, de no quedarse con el simple y amargo sabor del “pan de la traición”.

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