HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 17 de julio de 2011

EL ABISMO DE NO SABER CÓMO VOTAR.

El de Cristina, como antes el de Néstor, es el federalismo de la ruleta: se llevan con el rastrillo y devuelven con la mano.


A tres semanas de las elecciones de gobernador, flotan en una indiferencia generalizada un trío de datos.

1) Sobran las encuestas que mienten verdades. 2) Escasea más que el gasoil el interés de los votantes por saber qué proponen los candidatos. 3) Para completar, abunda el riesgo de que una enorme mayoría de los cordobeses caiga en el abismo de no saber cómo usar la boleta única, el sistema de votación llamado a remediar las sospechas de 2007.

Los sondeos de opinión vienen siendo utilizados hace al menos un par de décadas como una herramienta para instalar falsas realidades que las urnas suelen refutar de manera rotunda.
Apenas una semana atrás, media docena de consultoras alquiladas por el gobierno de Cristina Fernández hundieron su prestigio augurando una paridad que los porteños se encargaron de destruir, al otorgar una diferencia de 20 puntos a favor de Mauricio Macri sobre Daniel Filmus.
En la angustia creciente de los dirigentes flotan en Córdoba versiones para todos los gustos sobre encuestas que anuncian triunfos y fijan tendencias de imposible comprobación.
Pero sobre las huellas de esos números fantasmales, mirando el reverso de las palabras de candidatos y asesores, saltan indicios de qué saben, qué esperan y qué temen esos muchachos que sonríen en los afiches.

José Manuel de la Sota pasó por los barrios populares de la ciudad de Córdoba buscando los votos que parece tener Luis Juez. Supone que sus anuncios sobre boleto gratuito y nuevos hospitales y remedios sin cargo lo harán remontar en la ciudad de Córdoba.

El ex gobernador confía en consolidar el notable caudal que tiene en el interior, en particular al este y al sur de la provincia, mientras vigila que su gente no quiebre los lazos con intendentes kirchneristas a los que, desde Buenos Aires, les piden trabajar sólo para que gane Cristina en octubre.

Lo concreto es que en una semana pasó del rechazo rotundo a cruzarse con Luis Juez y Oscar Aguad a considerar seriamente esa posibilidad y aceptar el encuentro en la Universidad Nacional.
Juez, en tanto, simula una tranquilidad que no tiene. A mitad de semana, inquieto por la posible fuga de la clase media capitalina, pidió a sus militantes, en especial los de origen radical, que vayan a militar a los shoppings y barrios acomodados.

Si De la Sota y Aguad ya jugaron algunas de sus mejores cartas, Juez dice que no tiene dinero para difundir sus propuestas. ¿Las tiene en los mismos términos espectaculares que sus adversarios?

El riesgo de ser mirado como opción de poder luego de ser evaluado como intendente es un dato que Juez no debería pasar por alto. ¿Pasa Juez la prueba de ser considerado un buen candidato, además de un fuerte opositor? ¿Tiene propuestas para enfrentar un debate como el que reclama?
Aguad cuenta en las últimas horas con la singular ayuda del delasotismo, empeñado en instalar que el candidato radical viene trepando en los sondeos hasta alcanzar a Juez.

De la Sota, como Aguad, debe escapar de lo mismo: la polarización. Esa posibilidad, que consiste en la concentración en dos candidatos de la mayor parte de los votos, haría crecer a Juez, relegaría a Aguad y pondría en apuros la tercera consagración de De la Sota.

El peronista tiene una chance más que Aguad. Y consiste en que, consumada la polarización, muchos radicales migren a De la Sota por temor a que gobierne Juez. Mientras unos y otros juegan al juego de ganar, los cordobeses caminan hacia una elección para la que fueron escasamente informados y mucho menos capacitados. El cambio del sistema de votos sábana por una boleta única que habrá que marcar con al menos un tilde o una cruz fue presentado como una solución sana y posible al escandaloso desenlace de los comicios de 2007. Pasó el tiempo y una sólida mayoría de votantes todavía ignora los términos de esa mutación.

Desidia y desinterés de los ciudadanos, por una parte; lenta y tardía acción de información desde la Justicia, y falta de compromiso real y efectivo de los partidos para explicar el nuevo sistema componen un cóctel que puede ser fatal, en especial si los comicios terminan con un resultado ajustado.

Vale un antecedente: en las primarías de Santa Fe, apenas un mes atrás, donde también debutó el sistema de boleta única, hubo un seis por ciento de votos anulados en la categoría candidatos a gobernador y un 10 por ciento en el rubro de postulantes a legisladores.

Ambos porcentajes fueron considerados muy elevados y peligrosamente distorsivos del resultado. Con un dato relevante adicional: en Santa Fe, la campaña educativa de la boleta única fue mucho más extensa y profunda que entre nosotros. Convertir en desgracia una solución sería un retroceso imperdonable, que tal vez partidos y jueces estén a tiempo de evitar.

El federalismo de la ruleta. La desconfianza de Cristina hacia las fuerzas predominantes en Córdoba se convirtió en orden explícita, el jueves a la noche.

Frente a un centenar largo de intendentes que hoy son tan cristinistas como antes fueron menemistas, delarruistas y duhaldistas, la plana mayor del oficialismo pidió garantizar el control de las primarias del 14 de agosto.

Es patético ver peregrinar a Buenos Aires y sonreír para la foto a intendentes de pueblos bendecidos por el oro sojero, para ver si obtienen una mínima devolución de los miles de millones que la Nación se lleva en retenciones agropecuarias.

El de Cristina, como antes el de Néstor, es el federalismo de la ruleta: se llevan con el rastrillo y devuelven con la mano.

Los dueños del rastrillo reclamaron a sus delegados municipales cordobeses concentrar todas sus energías en el segundo domingo de agosto, sin mencionar la trascendente elección de gobernador de una semana antes.

El 14 de agosto terminará convertido en un gran preliminar de los comicios presidenciales del 23 de octubre. La ley de reforma política que el propio oficialismo logró aprobar había pensado el sistema de primarias para que los partidos seleccionaran con el voto de toda la ciudadanía a sus candidatos.

Como ninguna fuerza llevará más de un postulante presidencial, servirá esa prueba clasificatoria para establecer quiénes tienen más o menos potenciales votos luego de Cristina y para eliminar a fuerzas menores obligadas a obtener al menos el 1,5 por ciento de los votos en cada provincia para poder participar con sus candidatos en ese distrito.

“No sabemos si De la Sota ordena apoyar a (Eduardo Duhalde) o si los radicales intentan robar nuestras boletas”, dijo un traductor de las instrucciones.

Dicho en criollo: a los muchachos cristinistas les importa poco y nada quién gobernará Córdoba, como que descuentan que el ganador del 7 de agosto se convertirá en otro peregrino dispuesto a convertirse en mendigo en Balcarce 50. Y les interesa mucho que su gente entre nosotros colabore con la reelección.

Dato reducido a nimiedad en un país acostumbrado a confundir al Estado con sus pasajeros: como si se tratara una corte francesa en los años de los Luises, el acto partidario fue realizado en el Salón Norte de la Casa Rosada, que hasta donde se conoce es la sede del Poder Ejecutivo de todos y todas.

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