Por Mario Baudry
El pueblo argentino y sobre todo el poder sindical nacional le pusieron un freno al Gobierno Nacional. Las movilizaciones masivas impidieron que el Gobierno Nacional utilizara las instituciones judiciales para perseguir a adversarios políticos. El jueves 10 de Febrero de 2011 se convirtió para la Presidenta Cristina Fernandez en un gran baldazo de agua fría, se despertó en forma abrupta de una larga siesta que venia durmiendo durante toda la temporada veraniega. El pueblo argentino y sobre todo el poder sindical nacional le puso un freno, le dijo hasta acá llegaron, en el uso desmedido y su manipuleo de las instituciones en perjuicio de sus adversarios políticos. La sociedad le hizo sentir el descontento con la utilización de cualquier método para hacer política. La detención de Geronimo “Momo” Venegas, en forma tan burda, grosera y por sobre todo ilegal, despertó en muchos argentinos un gran sentimiento de tristeza, no por la defensa del sistema sindical, ni por la existencia o no de algún tipo de delito, sino por la forma en que se realizo la medida.
Ningún argentino pretendió con su protesta, proteger a un sistema sindical perverso, ni impedir que la justicia investigue a algún ciudadano, político o sindicalista, tan solo se cuestiono la forma, que pareció mas un apriete político que un acto judicial.
La torpeza en las formas que utilizo la justicia, dejaron traslucir que se trataba de un ajuste de cuentas contra los opositores, encarcelando a uno de sus referentes.
No solo se equivocaron en las formas, sino que además midieron mal al objetivo, por cuanto el “Momo” Venegas, no es un sindicalista más, es un militante rural de toda su vida, se crío en el campo, es un sindicalista de la vieja escuela, incapaz de perjudicar a sabiendas a sus trabajadores.
Dentro del mundo político, nadie salía de su asombro, a nadie se le ocurriría pensar que el “Momo”, pudiera adulterar medicamentos para lastimas a su propia gente. Se lo podría haber acusado de cualquier delito, y podría haber generado dudas, pero nunca de perjudicar la salud de su propia gente.
Si el ataque judicial hubiera sido destinado a cualquier otro sindicalista, nadie cree que esta reacción hubiera sido igual, salvo por Moyano o Barrionuevo, que por su propio poder sindical, también hubieran movilizado mucha gente.
Los operadores políticos que manipularon la justicia, se equivocaron, evidentemente no conocía al “Momo”, y no midieron consecuencias.
La preocupación llego a su máximo nivel en la Casa Rosada, prontamente ordenaron comenzar con los eperativos distracción, dispusieron adelantar la indagatoria y soltar al sindicalista, ante el miedo de que con el transcurso de las horas se paralizara el país.
La Presidenta se dio cuenta con mucha desazón, con una cachetada de realidad, que ya no se puede gobernar a los argentinos de cualquier manera. Los ciudadanos comunes solo piden un poco de mesura.
Para evitar mayores consecuencias negativas de la operatoria fallida, se invento rápidamente un incidente diplomático con EEUU, de consecuencias negativas para el país, aduciendo el ingreso de armas a nuestro territorio, con la simple escusa de que pueden ser utilizadas en un nuevo atentado terrorista.
Este operativo, resulto tan ridículo como el montado desde el Ministerio de Seguridad Bonaerense con el caso Barreda, y con los nuevos testigos del caso de Julio López, que lo único que buscaron fue desviar la atención de la gente, aunque sea por un rato, del tema de la inseguridad.
Lo ridículo de las operaciones políticas determinó, que la Presidenta perdiera credibilidad en la gente, y que el Ministro Casal, este en el ojo de la tormenta, hoy todos hablan de la operación política del Gobierno contra Duhalde y de la Inseguridad en la Provincia de Buenos Aires.
Mientras reina la desmesura, los políticos medidos y de consenso como Scioli siguen subiendo en las encuestas, no por sus grandes logros, sino por la torpeza de los que tienen enfrente, y solo con hacer la plancha se encamina a una segura candidatura presidencial.
FUENTE: LA TECLA