Los datos de la economía muestran un fuerte resurgimiento del consumo en la población, aunque el mismo va de la mano de un fuerte endeudamiento por parte de las familias argentinas. El papel de la inflación en este problema que no para de crecer, y los motivos que llevan a que la Argentina viva una realidad cargada de enorme fantasía. El nuevo veranito económico que parece vivir la Argentina por sus índices de consumo interno y por los elevados precios que vienen teniendo las commodities en los últimos meses, ha llevado a muchos argentinos a lanzarse de lleno a una ola consumista, que en muchos de los casos, no hace más que terminar en futuras deudas para los mismos. Esto pudo verse el año pasado en razón del Mundial de Sudáfrica, cuando cientos de miles de personas concurrieron en forma masiva a los hogares de venta de electrodomésticos para comprar los televisores de última genreación, sobre todo los grandes plasmas de 42 pulgadas, para poder ver “campeón” al equipo que conducía técnicamente en esos momentos Diego Armando Maradona.
La jugada parece haberle salido mal no sólo al mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, sino también a quienes creyeron que de esa manera iban a disfrutar mejor el mundial, sin caer en la cuenta que para comprar esos plasmas, sacaron créditos a 48 meses para comprarlos, todavía debiendo grandes cuotas y endeudando sus complciadas economías familiares.
Lo mismo viene sucediendo con cientos de argentinos que debido a los pronósticos favorables que lñanzaba en forma cotidiana el gobierno nacional, se sumergieron en el sueño de contar con la vivienda propia, y para eso pidieron créditos hipotecarios que en un momento fueron a tasa fija, y que luego pasaron a tasa variable, lo que originó cientos de inconvenientes a las personas que los sacaron.
Los innumerables que esto trajo en los argenitnos se vio reflejado en un cambio profundo en sus vidas, con problemas de pareja y una desesperación constante por pagar lo que deben, e interminables cuentas de psicólogos que tratan de apaciguar los ánimos de aquellos que se sienten traicionados en su buena fe.
Pero a pesar de todos estos problemas que se vienen marcando en un sector de la sociedad, sobre todo la clase media, la fiebre consumista parece no detenerse, y es por eso que vemos a millones de argentinos veraneando en las costas, playas y sieras de todo el país, habiendo sacado para eso créditos personales por poco monto de dinero, pero que se hace difícil de pagar una vez sacados, corriendo el riesgo de ser judicializados por falta de pago de los mismos.
Los especialistas sostienen que el endeudamiento familiar en vez de ir en caída libre, va en aumeto, dejando de caminar los caminos del dinero, para pasar a correr directamente los 100 metros llanos de la mano de Usain Bolt. Las compras hasta en 40 o 50 cuotas, motiva a muchos argentinos a comprar productos que muchas veces no necesitan, sin caer en la cuenta que a los mismos hayq eu pagarlos mes a mes, y que con la inflación en constante aumento, los mismos van creciendo debilitando aun más sus maltrechos salarios.
Es justamente la inflación la que juega un papel central en los mismos, ya que muchos ciudadnos ven ofertas en cuotas y van a comprar esos productos, sin caer en la cuenta que los mismos aumentan con el nivel inflacionario y que en la mayor parte de las cosas, las mismas no son cuotas fijas, sino que se rigen con el índice inflacionario.
Otro dato preocupante es la inflación real, muy diferente de la inflación oficial, y por más que el gobierno "dibuje" los datos oficiales de la mano del Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, la realidad es que tanto la gente común como los empresarios que deben hacer negocios, se mueven con la inflación que se palpa en las calles y no con lo que el gobierno insiste en mostrar como números oficiales. A pesar de los reclamos de trabajadores del Indec y de la gente en su conjunto, el gobierno hace oídos sordos a los reclamos por un cambio de metodología en el organismo oficial y defiende a rajatabla lo hecho por su fiel funcionario.
Son las pequeñas acciones lo que ha comenzado a alarmar a las autoridades económicas nacionales, ya que son las que marcan una situación que el gobierno quiere ocultar y no puede a pesar de sus denodados esfuerzos por hacerlo. Los precios aumentan día a día y el Indec de Guillermo Moreno no registra ninguno de los aumentos que se producen, y "dibuja" un número irreal que en nada se acerca a la realidad que viven los consumidores en los supermercados. Eso se suma a los aumentos constantes que se sufren en otros rubros, como es en los servicios públicos, el transporte, los alquileres, las expensas, los restaurantes, etc, que pueden llevar a que la gente cada vez destine menos dinero al consumo y se retraiga a consumir lo menos indispensable para su subsistencia.
Según la consultora Finsoport, que dirige el economista Jorge Todesca, la aceleración de la tasa de inflación observada desde finales de 2009 puede erosionar al poder adquisitivo de los trabajadores informales, restringiendo de ese modo su capacidad de consumo. Adicionalmente, la compra de diversos productos (principalmente, electrodomésticos) mediante el financiamiento provisto por las tarjetas de crédito ha incrementado sensiblemente el endeudamiento de numerosas familias, lo que limitará su capacidad de consumo en el mediano plazo.
Las restricciones de ingresos persisten y las percepciones de pobreza revelan justamente la insatisfacción de ingresos presentes que tiene la sociedad en relación a la canasta de consumo a la que se desea acceder. En términos de bienestar, no es sostenible una economía impulsada por consumo financiado a las tasas de argentina, y las familias endeudadas suelen manifestar percepciones de pobreza intensas.
En 2010, los montos prestados a las familias se incrementaron un 24% promedio, aumentando al 38% si se toma en cuenta a las tarjetas de crédito. De acuerdo con estudios realizados por diversos economistas, los hogares argenitnos tienen deudas que casi alcanzan los dos sueldos, ascendido la cifra total a los 63.400 millones de pesos.
Estos mismos estudios señalan que el endeudamiento promedio por asalriado asciende a los 6.340 pesos, considerando un total de 10 millones de personas, que son las que en estos momentos están bancarizadas. Es decir, el mismo nivel que se registraba hace tres años atrás, que era cuando la economía nacional se encontraba en una fase de retroceso en su economía, aunque mayor a lo que se registró durante el 2009.
Una situación complicada que ha llevado a la Argentina a una posición más que dificultosa con respecto a la producción nacional, y que merece por parte del gobierno nacional una solución rápida y efectiva para terminar con un flagelo que tiende con extenderse en vez de aminorar.
FUENTE: CNA AGENCIA DE NOTICIAS