HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 19 de diciembre de 2010

ARGENTINA SIN TECHO

El desmanejo de la crisis de Villa Soldati transmitido minuto a minuto dejó en claro varias cuestiones.

Luis Heredia para LA VOZ

El desmanejo de la crisis de Villa Soldati transmitido minuto a minuto dejó claro que para los gobernantes en la Argentina hay una cuestión decisivamente más importante que buscar una salida “a” los problemas, y es encontrar una salida “de” los problemas, sobre todo si en el medio hay algunos cadáveres.
Pero a pesar de los esfuerzos escapistas de unos y otros, tanto el Gobierno nacional como el de la Ciudad de Buenos Aires quedaron atrapados en el conflicto. “Fue imposible, hicimos todos los esfuerzos para zafar, pero el efecto contagio de la toma del Parque Indoamericano nos obligó a rodear la Plaza Mayo con los granaderos porque ya habían empezado a lotearla. El que más resistió fue el que había tomado posesión de la Pirámide de Mayo. Decía que había encontrado su lugar en el mundo”, confesó un funcionario del Gobierno nacional.
Sin embargo, vale la pena reconocer que hubo empeños destacados por declararse inocentes en el tema y culpar al otro. Uno de esos afanes corrió por cuenta de Mauricio Macri, quien consideró que el problema obedecía a desbordes inmigratorios, dando a entender que el poder central debía ser un poquito más estricto en las incontroladas fronteras nacionales, sobre todo si se tenía en cuenta la explosión demográfica que el actual presidente paraguayo Fernando Lugo generó por cuenta propia en su país en su prolífica etapa eclesiástica.
Como la Casa Rosada lo acusó inmediatamente de xenófobo y de impulsar progroms contra la comunidad boliviana, Macri retrocedió con el argumento inmigratorio y, según algunas fuentes analizó con apuntar sus críticas hacia Dios por aquella sentencia bíblica de “creced y multiplicaos, y llenad la tierra”. La intención del jefe de Gobierno porteño era responsabilizar al Altísimo de incitar a la procreación sin tener en cuenta los problemas habitacionales y de servicios que esa instigación trae aparejados a su gestión. “Creced y multiplicaos, pero de planes habitacionales nada”, habría manifestado a sus colaboradores más cercanos.
Sin embargo, desde su extenuado cuerpo de asesores se apresuraron a señalarle que una cosa es enfrentarse con el kirchnerismo y otra muy distinta es confrontar con el Señor.
Pero si Macri hizo su esfuerzo por desligarse, la Casa Rosada también hizo lo suyo. Primero envió a la Policía Federal y se involucró de lleno en la cuestión, pero los particulares métodos de desalojo de la fuerza dejaron un saldo de dos muertos entre los okupas y pusieron los pelos de punta en el gabinete. Sobrevino entonces el acto escapista: se retiró a los federales (“hagamos de cuenta que Villa Lugano queda en Bruselas”, dijo alguien), y de paso se evitaba que esos policías terminaran con los okupas . Conclusión: los okupas quedaron a merced de los barrabravas de la zona y hubo otro muerto.
El estallido de violencia derivó en un colorido stand de artesanías que montó Aníbal Fernández en el Edificio Guardacostas (es poco aconsejable para el Paseo de la Artes), y que incluía cócteles Molotov, gomeras de alta precisión, palos, piedras de distinto tamaño, un revólver tumbero, boleadoras, estrellas ninja y un bumerán, pertrechos atribuidos a la rama más agresiva del PRO.
Los pasos siguientes de unos y otros para evadirse del problema se corporizaron en una escalada de acusaciones. No conforme con responsabilizar al macrismo (que a su vez responsabilizaba al kirchnerismo y a los inmigrantes), la Casa Rosada apeló a un clásico: involucró a Eduardo Duhalde en los hechos. Duhalde, que tenía una coartada perfecta porque estaba en Estados Unidos, retrucó diciendo que el Gobierno nacional estaba detrás de todo. Y como si fuera poco, apareció Luis D’Elía inculpando a Macri, a Duhalde y a Aníbal Fernández.
Con el Parque Indoamericano ya vacío, no hay una idea clara de cómo empezó todo, pero los cruces de imputaciones y las teorías conspirativas no sólo no pararon sino que parecen no tener techo, como no tienen techo los que toman terrenos. Es decir que, a su modo y aún tratando de escapar de la cosa, los políticos terminaron coincidiendo con la realidad.

FUENTE: LA VOZ

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