Misa de la Esperanza en la diócesis de Quilmes |
Quilmes (Buenos Aires), 23 Nov. 10 (AICA)
Mons. Stockler en la Misa de la Esperanza, Cruce Varela |
La Eucaristía estuvo presidida por el obispo de Quilmes, monseñor Luis Stöckler, y contó con la participación de un gran número de personas que se congregaron para pedir especialmente por el flagelo de la droga.
Frente a las adicciones, la Iglesia responde con un mensaje de esperanza. “Lo que tematizamos hoy, el fenómeno de la droga, no es novedoso pero sí alarmante, porque ha tomado últimamente dimensiones que ponen a la Argentina entre los países de mayor consumo de drogas. Hemos igualado en el consumo de cocaína a los Estados Unidos y en marihuana somos los primeros en el mundo”, dijo el obispo en la homilía, y advirtió que “hace diez años la Argentina era un país de tránsito” mientras que “hoy consumen más de tres millones de personas”.
“En los últimos años del secundario, el 15% consume marihuana, en el conurbano hasta el 30%; y el 90% de los chicos consumen alcohol. El uso de estupefacientes comienza hoy ya en niños de apenas ocho años de edad. El ‘paco’ causa estragos, sobre todo entre los pobres. Lo que llama la atención es que, a pesar de esta realidad alarmante, la mayoría de la población todavía cree poder desentenderse del problema, aunque nuestra sociedad y nuestras comunidades están profundamente afectadas por la droga y sus consecuencias”, expresó.
Frente a esta realidad, sostuvo que “la criminalización de las personas que consumen drogas es una idea inadecuada para pensar cualquier tipo de política de prevención y asistencia de las adicciones. Sin embargo, el modo en que se ha planteado el debate público sobre la despenalización de la tenencia de sustancias para consumo personal exige una profundización. La Ley del Estado dice que los planes de vida de las personas sólo pueden ser limitados mediante coerción cuando perjudican a terceros. Nosotros preguntamos: ¿No son terceros potencialmente perjudicados los padres? ¿No lo son los ciudadanos que padecemos el flagelo de la inseguridad?”
Frente a la presencia de “algunas corrientes de opinión” que “proponen legalizar la producción y la comercialización de determinadas drogas”, sostuvo que “la producción de drogas en nuestro país, su oferta y consumo crecientes reclama un Estado que ha de tener una actitud firme frente a los mercaderes de este enorme negocio criminal”.
En ese sentido reconoció que “este compromiso puede significar perder la vida en el enfrentamiento con los poderosos de este mundo siniestro” y por ese motivo los gobernantes y los responsables de nuestra seguridad necesitan de “nuestro apoyo espiritual para que tomen los recaudos imprescindibles y señalen y denuncien a los culpables que están hasta en sus propias filas”.
“Como Iglesia nos corresponde descubrir las causas profundas del flagelo de las adicciones e ir a la raíz del problema. Lo que importa no es tanto la droga cuanto los interrogantes humanos, psicológicos y espirituales, implicados en las conductas. La raíz de la drogadicción no estriba en el producto sino en la persona que llega a sentir su necesidad”. Asimismo, aseguró que “es preciso refutar totalmente el uso de la droga desde el punto de vista moral” porque “nadie tiene derecho a dañarse a sí mismo”.
“Al fenómeno de la drogadicción la Iglesia responde con un mensaje de esperanza y un servicio que, más allá de los síntomas y la conducta de las personas, se dirige al corazón mismo del hombre. No es posible implementar a través del poder un cambio de conducta frente a las adicciones. Nuestra misión es evangélica: anunciar la Buena Nueva. Al toxicómano, que fundamentalmente sufre de falta de amor, la Iglesia quiere ayudarle a descubrir el amor de Jesucristo. En una situación de malestar, en el vacío profundo de la existencia, el camino hacia la luz pasa por el renacimiento de un ideal auténtico de vida, que se encuentra plenamente manifestado en el misterio de la revelación de nuestro Señor”.
Y agregó: “No venimos a sustituir a ninguna institución y personas que se dedican a los toxicómanos; al contrario, es nuestro deseo de sostenerlos en su desempeño. Nuestro servicio específico consiste en proponer la ‘escuela evangélica’ como forma de vida fundamentada en la relación con Cristo, el único que puede satisfacer todos los deseos del hombre”.
Facenda de la Esperanza en Florencio Varela
En ese contexto, monseñor Stöckler anunció que en la diócesis de Quilmes se instalará la “Fazenda da Esperanza”, una iniciativa pensada para los jóvenes que padecen adicciones en donde “la fe del Señor es la que los ayuda a recuperarse”. El proyecto que ya es una realidad, será inaugurado el 13 de marzo del próximo año en un predio ubicado al lado del barrio Santa Rosa en la ciudad de Florencio Varela. Allí, las catorce hectáreas que lo componen, donadas exclusivamente para este emprendimiento, albergarán a todas aquellas personas que agobiadas por la adicción a las drogas quieran volver a la vida.
“Últimamente la providencia de Dios ha abierto el horizonte para iniciar entre nosotros una ‘Fazenda da Esperanza’, esta obra asombrosa de evangelización, donde nuestros hermanos recuperan su dignidad y el sentido de la vida. Es una obra donde ‘gente pequeña, haciendo cosas pequeñas en espacios pequeños producen grandes cambios’”, subrayó.
Por último, el prelado dio la palabra a dos jóvenes de Deán Funes (Córdoba), que se recuperaron de sus adicciones en la “Fazenda da Esperanza” que funciona en esa ciudad. Los jóvenes dieron su testimonio e hicieron especial hincapié en que “el cariño de sus familias y la confianza en Dios” les salvaron la vida.