Es el comportamiento de un verdadero enemigo interno, ungido con el máximo poder político, lo que suele dejar atónitos a la mayoría de los supuestos contrincantes del oficialismo. Daría la impresión que han pensado que enfrentar a Kirchner, era una especie de paseo por el Rosedal. Cristina al gobierno, Néstor al poder, debería haber sido la consigna oficial de la última campaña presidencial. La discrecionalidad del poder destructivo ha entusiasmado al matrimonio presidencial. O nos quedamos nosotros o rompemos todo. En las guerras totales, la política de tierra arrasada ha sido el recurso extremo de las retiradas de una nación. Lo vimos en la Rusia de la invasión napoleónica y durante el siglo XX con la arrolladora incursión de Hitler en el mismo país. Ante el avance incontenible de las tropas francesas o alemanas, el ejército ruso en su retirada arrastraba necesariamente a toda la población porque aplicaba el extremo de incendiar absolutamente todo. La tierra sin granos, animales, refugio y combustible complicaba el futuro de las tropas invasoras. Lo dilatado del territorio y el invierno contribuían en la eficacia de esta metodología final. No había opción, era todo o nada. Millones de rusos muertos de hambre son el fiel testimonio de este remedio ante la agresión del enemigo. Claro, estaba en juego la propia nación rusa. Libertad o esclavitud era la disyuntiva de hierro. La vocación extrema, violenta y extorsiva de Néstor Kirchner, lo emparenta con aquellas metodologías militares de guerra total. Con una gran e insalvable diferencia: Kirchner lo hace para sí mismo enfrentando a los propios argentinos. En realidad se parece más a la avanzada o vanguardia feroz de enemigos externos a la patria. No hay límite y la amenaza de una ingobernabilidad futura, por tierra arrasada, funciona en una sociedad inducida al temor por muchas vías. Esa misma sociedad no alcanza a ver todavía, una voluntad enfrentada a este desquicio con la misma intensidad, pero de signo contrario. La desesperanza es el objetivo electoral de primer orden en la mesa inteligente del poder Kirchnerista. Hasta el clima pareciera jugar a favor de esta fenomenal presión sobre el lomo argentino. El paisaje de desolación de gran parte de nuestro campo, por sequía y malas políticas, contribuye a completar el cuadro perverso y buscado. ¿Acaso el resultado de una simple elección legislativa podía torcer ese curso y esa decisión? El campo minado que está construyendo el gobierno, con las leyes, la justicia, economía y sociedad, solo podrá ser relevado y sustituido costosamente desde una voluntad popular superior.
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
jueves, 5 de noviembre de 2009
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