UN PUEBLO ESTÁ SOLO Y ESPERA

Han comenzado las rondas convocadas al diálogo con sectores políticos de la oposición al gobierno nacional encabezado por la sociedad matrimonial de los Kirchner. Si ha habido un momento de debilidad suprema del oficialismo, fue a partir del 28 de junio con las elecciones legislativas y nacionales. Situación desperdiciada por todos los que se dicen contrarios al modelo de Néstor y Cristina. ¿Es inexplicable? Pensándolo desde la perspectiva de la oportunidad, si. Pero si lo analizamos desde la naturaleza profunda de lo que se supone constituye el proyecto político de la inmensa mayoría de los partidos y frentes opositores, ciertamente que no es de extrañar el ritmo de los sucesos. Porque la gran pregunta es si estos furiosos sectores durante la campaña electoral, no terminan siendo absolutamente emparentados con lo criticado. ¿Cuál es el plan nacional de emergencia, pensada desde una postura nacional, independiente y justa que pueda exhibir la oposición? No se le puede oponer la nada boba a tanta actuación, cinismo y maldad reinante. Es más sólida la voluntad política de Néstor Kirchner que la de casi todos sus supuestos contendientes. Ya se ve venir un nuevo enredo progresista en el congreso nacional. Gran sorpresa se avecina cuando sepamos de un día para otro que el voto legislativo del “progresismo” ha sido recompuesto y bien baratito. Solamente con invocaciones ideológicas y una pretendida gobernabilidad. Un buen día, muy cercano en el almanaque, quizás se descubra que Kirchner no perdió, después de todo. Nadie y nada se le ha enfrentado verdaderamente. Sostenemos que una posibilidad de reconstruir la política nacional en la argentina primeramente se va a manifestar en un quehacer no electoral. La vitalidad del resurgimiento de la esperanza argentina puesta en acto, nada tiene que ver con la lógica y el ritmo propuesto por un amañado proceso electoral que deriva en enmarañadas gambetas a la cruda realidad y que la mayoría de la dirigencia terminan suscribiendo como un pacto y una conspiración contra una anónima y oscura marea humana que se encuentra siempre en una espera activa. Tibios signos de lo que hay que hacer se esboza en el quehacer político del gobierno nacional y la oposición. Pero suelen parecerse más a meros anuncios diastractivos y que son acatados por los nuevos convidados desde un cierto estupidismo imbécil o cómplice.