Representa al ser humano necesitado de una luz superior, explica el Papa
CIUDAD DEL VATICANO, martes 7 de julio de 2009 (ZENIT.org).- El pintor Miguel Ángel Buonarroti se retrató como san Pablo en el fresco "La caída de Saulo" de la Capilla Paulina del Palacio Apostólico Vaticano.
Benedicto XVI hizo referencia a este descubrimiento realizado por críticos de arte en la homilía que pronunció el sábado durante las Vísperas con motivo de la reapertura de la capilla, tras siete años de restauración.
"El rostro de Saulo-Pablo --que es el del artista mismo, en ese momento viejo, inquieto y en búsqueda de la luz de la verdad-- representa al ser humano necesitado de una luz superior", explic&o acute; el Papa.
El pontífice lanzó una pregunta sobre esa imagen: "¿Por qué está representado con un rostro tan anciano?"
"Es el rostro de un hombre viejo, mientras que sabemos --y lo sabía bien también Miguel Ángel-- que la llamada de Saulo camino de Damasco se produjo cuando él tenía unos treinta años", destacó.
Y respondió: "La elección del artista nos conduce más allá del puro realismo, nos hace ir más allá de la simple narración de los hechos para introducirnos en un nivel más profundo".
En ese nivel se sitúa, según el Papa, Miguel Ángel y aún más allá, todo hombre necesitado de la luz de Cristo resucitado.
Para Benedicto XVI, la luz que recibe San Pablo en el momento de su conversión "es la luz de la gracia divina, indispensable para adquirir una nueva mirada".
Una mirada, continúa, "con la que percibir la realidad orientada a la "esperanza que os está reservada en los cielos", como escribe el apóstol en el saludo inicial de la Carta a los Colosenses".
"La caída de Saulo" es, junto con el fresco "La crucifixión de Pedro", de la misma Capilla privada de los Pontífices, la última obra maestra de Miguel Ángel. Ambas fueron pintadas entre 1542 y 1550.
[Por Patricia Navas]