NOCHE DE FIESTA

La Argentina era una fiesta, podremos decir nosotros, nuestros hijos o nietos en el deseable escenario futuro de un renacimiento nacional. No va a ser jamás la referencia a una plácida fiesta sana, feliz y liberadora. La de ahora, la que vivimos y padecemos cotidianamente, tiene el sabor amargo para muchos argentinos, de la burla descarada y provocativa de una soberbia decadente y final. El chiste macabro y constante de la sospechosa, entre muchas otras, actuación legislativa desde hace más de treinta años, incluida la CAL de los militares y por donde supo transitar Rafael Bielsa, nos remite claramente a un mayúsculo despropósito consentido absurdamente por todos nosotros. El aspecto legislativo quizás no sea el más importante y determinante de las decisiones finales que comprometen nuestro presente con vistas a devorarse nuestro futuro también. Sin embargo está puesto ahí en evidencia notable y arriba del escenario para todo el mundo, que lo mira por T.V. Eso si, hasta la madrugada, que es cuando reparte, vota y decide el poder de turno. A veces no les sale como desearían, principalmente por vagancia y desidia de la impunidad que se duerme en los laureles. Todos los escándalos de la “democracia” han sido hábilmente, al menos una importante cantidad de ellos, desplazados y transferidos al templo de la “democracia”. Debemos ser justos con una buena cantidad de legisladores que llegan y están funcionando con expectativas genuinas de trabajo en pos del bien común. El dudoso triunfo, o manejo e interpretación interesada de las leyes en el comprometedor asunto del blanqueo de capitales, tan claramente buscado por la “caja” kirchnerista, ha coronado espléndidamente y a toda orquesta la semana de festejos por el primer año de Cristina de Kirchner y los veinticinco de esta democracia. La naturaleza que hoy tiene el poder legislativo, ha quedado claramente expuesta y pedagógicamente nos informa por dónde andamos. “La peor ley del kirchnerismo”, acaba tronar un enfurecido Felipe Solá, por un lado. Y por el otro, el emblemático caso de Eduardo Lorenzo “Borocotó”, que acaba de afirmar enfáticamente “...estar asqueado de la especie humana”. Hizo estas declaraciones luego de comportarse él mismo otra vez como un roedor angurriento.