LIBRA DE CARNE

El campo argentino inicia una nueva medida de fuerza. Luego del fracaso legislativo del gobierno nacional con la resolución 125, y pese a infinidad de promesas, Cristina y Néstor durante estos meses colocaron en el freezer toda la problemática agropecuaria, que se ha agravado. Con una sequía sin parangón y la depreciación de los valores internacionales de la materia prima alimentaria, los productores enfrentan su propia subsistencia y la continuidad de su patrimonio. Lo sepan o no, los productores están involucrados en una pelea que es absolutamente más grande que los reclamos planteados, todos justos por cierto. La usura mundial y sus socios locales vienen por la libra de carne, como reclamaba Shylock, el prestamista del Mercader de Venecia, vigente obra de William Shakespere. Quieren los bienes, las riquezas físicas de la Argentina. El nuestro, es uno de los países de Iberoamérica que tiene en peligro cierto su soberanía territorial, si continúa esta política de arrinconamiento para el desalojo. Si emparentamos este episodio nacional con un jugoso negocio inmobiliario apetecido por grandes inversores, que se frustra porque en dicho espacio vive gente que se niega a abandonar su hábitat histórico, el parecido sería asombroso. ¿Y cómo suelen reaccionar los operadores inmobiliarios, en plan salvaje, con tal que se produzca dicho negocio? La asfixia y la presión de todo tipo a los propietarios rebeldes, y luego la negociación para adquirir al más bajo costo posible los terrenos. Nada más que un clásico de la vida cotidiana. Nos imaginamos la Argentina de hoy así, con un agregado clave. El gobierno, en este esquema, juega abiertamente el partido de los millonarios compradores. Es tan obvio todo, que parece mentira. El gobierno nacional hoy, no es más que un sistema de protección de un conjunto de aventureros, que se está enriqueciendo aceleradamente a costa de la Argentina. Para las batallas que se avecinan, ¿no está demasiado solo el campo? No es posible que lo único que se le ocurra a la oposición, sea ofrecer candidaturas a los dirigentes rurales que se han popularizado con la protesta. Y que muchos dirigentes agropecuarios piensen en aceptar, creyendo que el problema es conseguir peso en las cámaras, para defender sus intereses. Hasta el gobierno mismo los empuja en esa dirección. Lo que verdaderamente está en juego, es toda la Argentina.