ES PATO

El único dato que nos queda por confirmar con respecto al alineamiento del Ministro del Interior, Aníbal Fernández, es para qué narco-cartel trabaja. Se junta con patos, camina como pato, grita como pato, come como pato… y bueno, ya está. Públicamente le ha restado peligrosidad al consumo de drogas y lo ha promovido como actividad recreativa. Nunca visto ni oído. La alevosa manifestación publicitando el consumo de droga, que en su mayoría es meramente pasatista como nos enseña el estadista Aníbal, bastaría para un juicio político, su expulsión de la función pública, el destierro o directamente la cárcel. Las fábricas de cocaína que se han instalado en la Argentina, necesitan protección. Pareciera que cuentan con la de Fernández. ¡Qué mejor! Acaba de negar rotundamente su existencia, y por lo tanto los análisis oficiales del paco, como no podía ser de otra manera, dan que no contienen residuos de fabricación de cocaína. Llena de estupor comprobar como se ha instalado la peor mafia en el gobierno nacional. Furia da el imaginar cómo caerá este testimonio, difundido profusamente sobretodo entre los jóvenes. Muchos de ellos ahora sí ya no tienen ninguna duda de que drogarse, no está tan mal después de todo. El caos y el desorden generalizado se han apoderado del gobierno y la sociedad. Esto era así desde un principio de esta gestión, pero quizás ahora en un tramo final, se precipiten las conductas, los contratos y exigencias. No hay mejor favor al narcotráfico, que la despenalización del consumo de drogas. Todo en nombre de los derechos humanos ¿vió? Aníbal Fernández, una auténtica pinturita de la época. El mejor embajador y abogado de este letal negocio que no ha parado de instalarse y crecer en una Argentina a cielo abierto. En EE.UU., notorios dirigentes políticos y medios de comunicación han lanzado una valiente campaña mundial contra la narcolegalización. Unos cuantos personajes de esta época son dignos de incorporarse con todos los méritos, a una actualizada Historia Universal de la Infamia. También el ministro acaba de decir en el Colegio de Abogados: “…plantear que la despenalización va a aumentar el consumo, es un comentario propio de la cola de la panadería”. Infinita soberbia y desprecio por el común de la gente y su natural sabiduría. En Venezuela se llama “pana” a los más que amigos de todos los días. Hace muchos años y de la mano de inmigrantes portugueses que aterrizaban en Caracas, se instalaron infinidad de panaderías. Con una particularidad, se puede tomar un café con facturas o sándwiches. Una modalidad que ahora se repite en la Argentina. Esto llevó a los venezolanos a transformar estas panaderías en un lugar de encuentros y tertulias cotidianas de amigos. De ahí lo de “pana”, precisamente por panadería. ¿Conocerá el Ministro, este detalle en la vida de los pueblos?¿O en Venezuela la cola de la panadería, para él, será "revolucionaria"?