La manera ingeniosa de algunos “investigadores periodísticos” de mirar para otro lado a la hora de opinar sobre la realidad política argentina actual es digna de los mejores acróbatas, en este caso de la palabra, y de los mejores circos mediáticos del mundo.
En realidad a algunos les sale mejor que a otros. Y a varios se les nota demasiado la evidente intención de salvar el cuerpito. No sólo que no lo salvan, sino que además pierden todo resto de dignidad. A la hora de emitir opinión del gobierno de Kirchner, en este caso, prefieren emigrar hacia “investigaciones comprometidas” sobre la miseria en el Chaco, la devastación forestal, los pingüinos (auténticos) empetrolados o alguna lacra social, de las que abundan. De todo eso hay que hablar e investigar, por supuesto. Pero también hay que vincularlo con las responsabilidades actuales y vigentes, sean cuales fueren. ¿Y si no, para que están los periodistas? Eso de hacerse los profundos y comprometidos, posando que militan en el periodismo serio, pero en realidad miran para otro lado, ya cansa un poco.
¿Por qué será? Quizás sea esa especie de prisión del “discurso progre”. Aunque a veces no compartan toda la gestión oficial, no vaya a ser que los tilden de fascistas y autoritarios si llegan a esbozar una critica seria. Unas de las cosas más terribles del macarthismo fueron la cobardía y la autocensura que se generalizó entre muchos escritores, artistas e intelectuales. También hubo valientes, que fueron los que hicieron historia y son recordados respetuosamente.
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