
No somos muy afectos a encadenarnos a los aniversarios como esfemérides. Tratamos de recordar los mensajes, modelos, actitudes frente a la vida, la mirada sobre la realidad y la impronta que nos legaron nuestros mayores para intentar testimoniar humildemente en su memoria, desde nuestra circunstancia y personalidad, los nuevos o renovados actos por la justicia en nuestra patria. Eva Perón, como Abanderada de los humildes, encarnó y cubrió para siempre la épica social en nuestro pueblo. Nunca faltan imitadoras que no hacen más que enaltecerla simplemente por contraste. Una audacia que no reconoce fronteras y una irreverencia obscena, se enseñorean altivas y provocadoras por estos tiempos en una Argentina castigada por las miserabilidades infinitas de los verdaderos enemigos de la patria. La manipulación sin límite de la figura de Evita, por efecto contrario y saturación, ya ha caído pateticamente en una ridícula y persistente caricatura.
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