Daniel Santa Cruz/La Nación.- Un ex ministro de Mauricio Macri, que lo acompaña desde el 2003 cuando crearon Compromiso por el Cambio, describe lo que sienten en el entorno del expresidente sobre las últimas apariciones públicas de dirigentes cercanos del PRO, que se muestran cada vez más alejados de su figura: "María Eugenia y Horacio le deben sus carreras políticas a Mauricio Macri que les dio todas las oportunidades para crecer y siempre los apoyo. La ingratitud duele."
La foto en casa de Lilita Carrió y la participación de estos dirigentes en el evento desarrollista organizado por Rogelio Frigerio, donde lo dejaron afuera, dolió en parte y convirtieron estos días en difíciles para el expresidente.
Hoy Macri se enfrenta a un nuevo escenario donde su liderazgo en el PRO comenzó a ponerse en duda. "No es lo mismo lo que hagan los radicales o la misma Carrió que aquellos que se hicieron a su lado. A Mauricio no lo afecta tanto, le duele, pero no se entrega. Eso sí, entiende lo de Carrió, de hecho, esa relación se recompone rápido, pero le cuesta más cuando se trata de gente más cercana", dice el mismo dirigente.
Respecto a Lilita, obviamente se refería al "Macri ya fue", que sacaba de la cancha a Macri y que dejó picando Elisa Carrió la semana pasada en su participación en el programa Terapia de Noticias en LN+. Carrió morigeró rápidamente el embate y agregó: "Ya fue Marcelo T. de Alvear, es bastante", realizando una analogía con el expresidente radical que llevaba el récord de ser el último presidente no peronista en culminar su mandato, en 1928.
Desde su reaparición pública, Macri pasa gran parte de su tiempo dedicado a la política dividido en tres segmentos "Es ingeniero, tiene un esquema para todo", dice quien lo ayuda a confeccionar su agenda. Esos tres sectores son los jóvenes, los sectores productivos y dirigentes políticos. Con ellos habla sobre la actualidad y no esquiva temas polémicos como lo es para Juntos por el Cambio apoyar o no el pliego a la Procuración del Juez Federal Daniel Rafecas, un tema que se metió hasta el hueso en la interna del espacio opositor.
A Macri no le gustan los cambios de posiciones, cree que hay que seguir con aquel acuerdo sellado en marzo pasado cuando todos los sectores de JxC decidieron que esa debería ser una decisión en conjunto y que los senadores no deberían votar separados. Una señal de eso fue que quedó muy conforme con el tuit de Carrió que señalaba: "Comparto con Mauricio Macri que la decisión y responsabilidad histórica en relación con la designación del Procurador General y del tratamiento de la ley de Lousteau, corresponde a los Senadores de Juntos por el Cambio. Así se lo trasmití a Naidenoff hace 60 días". Cree que esa es la posición que hay que sostener.
"Respecto a Rafecas, está dispuesto a dar el debate y a aceptar lo que decida la mayoría, aunque no resulte lo que él crea conveniente", señalan cerca de él. Y aprovechan para recordar que Macri desde marzo insiste con sus más íntimos, que es el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, quien más influye en Cristina Kirchner. Y eso tiene rebote.
Hace meses que Mauricio Macri no duda en afirmar que Correa le aconsejó a la vicepresidenta que, para evitar que le pase lo mismo que a él, que está exiliado por estar condenado a ocho años de prisión por corrupción y con pedido de captura internacional solicitada por de la justicia de su país, debe arrinconar a las instituciones para no terminar presa. "Mauricio se encarga de recordar eso con todos los que habla", explican quienes charlan y se reúnen seguido. Y lo ponen como ejemplo ante cada acción de Cristina que leen como un avance sobre la independencia de la justicia, en ese sentido, la decisión de la Corte Suprema de Justicia sobre la revisión del traslado de los jueces federales impulsada por el kirchnerismo puso en boca de muchos esa mirada filosa de Macri.
Macri no duda en afirmar que Rafael Correa le aconsejó a Cristina Kirchner que, para evitar que le pase lo mismo que a él, que está exiliado por estar condenado a ocho años de prisión por corrupción y con pedido de captura internacional solicitada por de la justicia de su país, debe arrinconar a las instituciones para no terminar presa
En estos últimos días Macri decidió mostrarse en público. Lo hizo el viernes pasado que salió a almorzar con el extitular del sistema federal de medios Hernán Lombardi, que se convirtió en su mano derecha desde que Macri dejó el poder. Lo hace en lugares públicos y sin custodia. También se reúne con Andrés Ibarra y Fernando de Andreis, dos colaboradores cercanos que llevan mucho tiempo acompañándolo, prácticamente desde que decidió volcarse a la política, y se sabe que su relación con Patricia Bullrich y Miguel Ángel Pichetto está muy sólida.
Marchas
Quienes lo frecuentan dicen que nunca pierde la calma, excepto cuando escucha a alguien de la oposición decir que no hay que acompañar las marchas opositoras. Macri insiste que "las marchas son lo mejor que está sucediendo en el país" y que hay que estar presente, no intentar liderarlas. Ya le llamó la atención a una dirigente por intentar mostrarse como convocante. "Le dijo que hay que estar, que con eso alcanza", recuerdan.
Nadie lo dice, porque sería admitir que no cumplen con algo que el propio Macri les está pidiendo, pero sienten que las marchas y los banderazos son una continuación de aquellas de fines del año pasado, durante la campaña electoral, conocidas como las marchas del "Sí, se puede" o como "La rebelión de los mansos". Este domingo se realizará una más, conocida como el 8N, que recuerda aquella multitudinaria del 8 de noviembre de 2012, que fue el puntapié inicial de las conversaciones que terminaron en el armado de Cambiemos, por pedido de los propios manifestantes.
A Macri esta marcha le puede servir para reparar un poco esa sensación amarga de aislamiento que vive en estas horas, ese es su público, su lado fuerte, y una demostración de fuerza que ninguna construcción opositora podrá prescindir. Pero deberá aprender a convivir con algunas manifestaciones y acciones de sus aliados que en los últimos días le generaron esa bronca. Sabe que, después de todo, no hay dirigente político que no haya atravesado un momento así. Cristina también lo vivió y con el tiempo supo perdonar. Solo a algunos, no a todos.
Si Macri decide buscar el camino para intentar volver a ser líder deberá aprender de su archirrival que sabe mejor que nadie que, en política, los afectos vienen muy detrás de las estrategias para construir poder.