Por Sergio Crivelli/La Prensa.-
Mirador político - Si Alberto Fernández constituye la apuesta por la moderación de Cristina Kirchner en la fórmula presidencial kirchnerista, el camuflaje no está resultando. Cada vez que toma la palabra expresa el pensamiento extremista de La Cámpora y jamás explica cómo respondería el Frente de Todos ante la situación económica.
Alberto Fernández es candidato para proyectar una imagen de mayor moderación que la de Cristina Kirchner. Si es la intención y se pretende camuflar con él a la ex presidenta y a los sectores más radicalizados que la acompañan, no está funcionando porque su discurso reproduce el extremismo de `La Cámpora', aunque ponga cara de sensato. El sábado en una entrevista radial de amplia difusión quedó a la vista.
Calificó la gestión en curso como `detestable', pero le reconoció un mérito: la recuperación de las estadísticas públicas. Alegó que cuando se produjo la intervención `K' que destruyó el Indec, él "no estaba en ese gobierno'', pero la verdad es que sí formaba parte como jefe de Gabinete. Alberto suele decir (como Kicillof, por ejemplo) que Macri debe dejar de mentirle a la gente.
También afirmó con total aplomo que la Argentina está "virtualmente en default'', pese a que el actual Gobierno fue el que terminó de acordar con los acreedores y volvió al mercado de capitales para endeudarse de la manera que el propio Fernández critica con dureza. La crítica es muchas veces saludable, pero debe guardar un mínimo de coherencia para evitar contradicciones que sonarían cómicas si no las dijese un presidenciable.
Además de desatender a la lógica, Fernández ignora los hechos de manera flagrante. Dijo que "nos parecemos a Venezuela mucho más ahora que antes'', algo que debería explicarles a los venezolanos que siguen entrando por millares a la Argentina para escapar del régimen de Maduro. Otra de sus opiniones sorprendentes fue que "Argentina está totalmente fuera del mundo'' y que el acuerdo suscripto entre el Mercosur y la UE es mentira.
En las pocas ocasiones en que dejó la crítica devastadora y arriesgó alguna solución, no le fue mejor. Rechazó el cepo cambiario de CFK y el endeudamiento de Macri para conseguir dólares. ¿Qué propuso en cambio? "Vamos a tener que aguzar el ingenio'', prometió. No hubo repregunta.
EL PROBLEMA DE LA DEUDA
Si el gran problema es la deuda que deja Macri, ¿qué hará si es presidente? Prometió enfrentar el problema "con gran seriedad''. Tampoco hubo repregunta.
Hasta aquí los principales rasgos del discurso del candidato que encabeza las encuestas y que podrían resumirse así: baja credibilidad, falta de contacto con la realidad, falta de una propuesta mínima para salir de una crisis que describe como arrasadora y una percepción ultrapesimista de la situación del país. A Mauricio Macri se le criticó hacer en 2015 lo contrario: disimular la magnitud de la crisis que heredaba. Pero esgrimió una justificación: nadie gana elecciones deprimiendo a los votantes. Los mensajes de los candidatos no deben eludir la realidad, pero tampoco sembrar la desesperanza.
Fernández, en cambio, envía un mensaje sin matices, no muy distinto del camporista. No propone correcciones, porque no se puede corregir lo que está radicalmente mal. Deja flotando la idea de que quiere suplantar lo existente por otro estado de cosas. En suma, fortalece las dudas sobre el rumbo que tomará el kirchnerismo si consigue volver al poder. Si quiere evitar esas dudas para ganar votos del electorado independiente debería modificar el discurso, porque sólo con la cara no alcanza.