Por Diego Cabot/La Nación.-
Manzanares contó cómo se compraron los hoteles y dio precisiones del manejo de los fondos de la familia.
Quince años después de haber empezado a colaborar con los negocios del entorno de la familia Kirchner, el contador Víctor Manzanares, preso, decidió contar una parte de la historia de sus clientes más importantes.
Se trata del testimonio que aportó más detalles respecto del destino final del dinero que se recaudaba con los retornos que pagaban los empresarios. Habló de "tesoros" y de millones acumulados en varios escondites. Y dio algunos detalles sorprendentes. Por ejemplo, recomendó mirar en los depósitos que se contratan en los Estados Unidos y se usan como bauleras. Dijo que habría que ver los que están a nombre de argentinos en los estados de Colorado, Florida, Nueva Jersey y California.
Manzanares pidió perdón "por ingresar a las tierras de la oscuridad"
Recordó un detalle hasta ahora desconocido. Cuando murió Néstor Kirchner, el secretario Daniel Muñoz fue el último en llegar a El Calafate. Lo hizo con un puñado de llaves y, según sus dichos, eran de los tesoros donde se guardaba el dinero.
Además, brindó varios detalles de reuniones y conversaciones que tuvo con la expresidenta Cristina Kirchner como, por ejemplo, a la hora de renegociar los contratos con los inquilinos de sus hoteles.
En su última declaración dedicó el final a pedir perdón. Primero, a unos amigos de su padre, todos fallecidos. Después, a toda su familia, a su mujer y a sus hijos. "Y al pueblo de Río Gallegos, para quien pude haber lucido como una estrella, pero les fallé al decidir ingresar en las tierras de la oscuridad", finalizó.
Fueron varios meses de negociación entre los tres abogados defensores y los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo. Luego, más de 30 horas de declaración llena de nombres, cifras, números, domicilios y detalles millonarios. Finalmente, el contador se sentó otras cinco horas frente al juez en la llamada audiencia de homologación. Ese día, recuerdan algunos de los que participaron en aquel acto procesal, hasta recitó varios CUIT de memoria.
Un mes después, el juez Claudio Bonadio homologó uno de los acuerdos más importantes en la causa de los cuadernos de las coimas. Jamás en la corta historia del expediente tardó tanto para incorporar a un imputado al régimen de colaborador.
Bonadio se tomó todo el tiempo necesario para estudiar a fondo alguno de los hechos que detalló el contador. Miró con detalle, entre otros, un dato muy concreto: ¿qué hacía Isidro Bounine, un estrecho secretario de Cristina Kirchner, en ese círculo que intentó esconder los bienes en Estados Unidos que habían comprado Daniel Muñoz y su mujer, Carolina Pochetti?
Manzanares contó que Bounine fue parte de aquella red de gestores oficiosos que se movilizaron para ocultar propiedades cuando se publicó la investigación conocida como Panama Papers. Bonadio se preguntaba si esa presencia era solo una gestión o si estaba en representación de alguien. Ese alguien, obviamente, era Cristina Kirchner.
Pero el juez no se apuró. Una fuente judicial comentaba que era el tiempo que esperaban. "Pochetti habló mucho menos y sin embargo Bonadio homologó sus dichos unos 20 días después. Lo de Manzanares es mucho más extenso", explicaba.
Formalmente, las decenas de hojas en las que se detalla el testimonio pasan a formar parte del expediente. Hasta hoy, esos dichos no podrían haber disparado ninguna medida judicial. Pero eso cambió. Seguramente estos días habrá detenciones, indagatorias y allanamientos, entre otras decisiones que tomará el juez.
Varios viejos clientes de la causa volverán a tener que explicar algún detalle. Por caso, el exjuez Norberto Oyarbide. Manzanares detalló con mucho énfasis las reuniones a las que fue convocado para realizar las pericias sobre el patrimonio de los Kirchner y que terminó poco tiempo después, con el sobreseimiento del juez.
Pero quizá la parte más importante sea la descripción que hizo respecto de cómo se generó dinero en blanco en la familia Kirchner. Desde la compra de los hoteles hasta las negociaciones por los alquileres. Todo está detallado por el contador arrepentido. Hubo compromisos de aportar prueba documental y, también, de acercar constancias contables de varios de los implicados.
Contador al fin, detalló cómo se armó el patrimonio de la entonces familia presidencial. El principal aportante al incremento, dijo, fue el alquiler del hotel Los Sauces a las empresas de Juan Carlos Relats, relación que duró 11 años. Contó que Kirchner estaba orgulloso de ese complejo que, pese a que pagaba un alquiler de alrededor de 100.000 dólares por mes, tuvo muy pocas habitaciones ocupadas.
El expresidente se ilusionaba con ese lugar cuando se retirase de la política. Manzanares sostuvo que el expresidente pensaba dar conferencias en el mundo y recibir a los dignatarios internacionales en Los Sauces. Lo llamaban "la gema", el destacado entre los emprendimientos hoteleros familiares.
Narró con enorme detalle varios negocios de aquel grupo de kirchneristas. Por ejemplo, la compra de una cadena de farmacias, Autofarma, en la Patagonia Sur, y los emprendimientos de Muñoz en Neuquén. Recordó cómo empezó a ser uno más en el entorno de los Kirchner a quien le hacía las declaraciones de impuestos ad honorem. Un día, en 2005, Muñoz, a quien ya conocía de antes, le pidió que le guarde algo y le ofreció trabajar con él. Le dio entre 10 y 15 bolsos llenos de dólares, alrededor de 25 millones, según el contador. En ese momento, dijo, el hijo mayor del contador tenía cuatro años y el menor era un bebé. Escondió los bolsos en un entretecho, en su casa. Sabía que le ofrecían ingresar a un negocio ilícito, pero igual lo hizo. Y terminó preso, no sin antes pedir perdón.