HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 5 de septiembre de 2015

EMPRESARIOS Y &: LA GRAN ORADORA SE VA QUEDANDO SIN AUDITORIO.

Foto: LA NACION

    Por Francisco Olivera/La Nación.- Carlos Zannini canalizó su impaciencia a través de un chiste. Miró a Débora Giorgi, que, sentada a la misma mesa, seguía la presentación presidencial de 41 slides en simultáneo en una copia propia. "¿Cuántas filminas son? Tendrías que haber puesto la mitad", le reprochó. La Presidenta llevaba una eternidad de discurso desde el atril de Tecnópolis, mientras la ministra de Industria constataba y asentía en paralelo. Fue extraño: contra el habitual elogio militante, la oradora hablaba esta vez "con papeles". Una decisión discutible: en el fondo de ese salón en que se celebraba el Día de la Industria, el miércoles pasado, la mayor parte de los asistentes se quejaba del hambre, hablaba en voz alta de cualquier otra cosa y acumulaba ya unas cuantas paneras vacías. El vino y el champagne, lo único ajeno al agua que se estaba sirviendo durante esa hora y media, habían contribuido a la camaradería: en la mesa de Copal, la cámara alimentaria más importante del país, se llegaron a organizar tres asados. "No quiero seguir, pero hay más todavía; no sigamos más porque, si no, no nos vamos más. Están todos con hambre, los escucho hablar", empezó a cerrar Cristina Kirchner. Que casi nadie la estuviera escuchando puede haber obedecido al formato de la exposición. La jefa del Estado se ha acostumbrado, con incuestionable eficacia, a captar la atención de todos sus auditorios apelando a un modo de hablar crudo y sin inhibiciones. El miércoles, en cambio, lo hizo mediante la lectura de slides confeccionados por varios de sus colaboradores para una presentación que a los asistentes les resultó excesivamente larga. "Esto no es pan y circo: esto es pan y Power Point", enviaron por mensaje de WhatsApp a este diario desde una de las mesas, ya con la expositora abocada al comportamiento mundial de los precios del litio, el oro y la plata.
Existe, de todos modos, una lectura menos superficial que hacen últimamente en el establishment: a ningún hombre de negocios argentino le preocupa lo que vaya a decir un funcionario que se va. Nada nuevo. Hace un año, el día en que presentaba la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), lo admitió Juan Carlos Sacco, uno de los vicepresidentes de la entidad fabril: "Los funcionarios son como un plazo fijo: tienen fecha de vencimiento y se van. Nos interesa escuchar a los candidatos", se sinceró entonces. Es lo que intentan hacer ahora las corporaciones con escasa sutileza. La semana pasada, un auditorio de 900 asistentes que se había agolpado en el hotel Alvear para escuchar en el Council of Americas a Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa quedó reducido a un cuarto en el mismo instante en que llegaba el ministro de Economía, Axel Kicillof. La mayoría se había ido a almorzar. Moraleja para ceremonial de gobiernos en retirada: empresario hambriento mata pato rengo. La paradoja es que, por una vez, la indiferencia parece estar atenuando los conflictos. Como para corroborar la frase de Sabina: "No, no pido perdón: para qué, si me va a perdonar porque ya no le importa". Aunque frágil e incierta, la tregua ameniza los contactos entre funcionarios y hombres de negocios. Una semana antes del Día de la Industria, la UIA temía que su convocatoria al festejo se hiciera sin integrantes del Gobierno ni candidatos. 


Para peor, para que no compitiera con el acto de Tecnópolis, la Casa Rosada le había exigido achicar lo que pretendía ser un almuerzo de 700 personas a un brevísimo cóctel. Los industriales aceptaron. "Es una lástima que no vengan", le dijo en el Council of Americas Méndez, presidente de la entidad, a Eduardo de Pedro. "Voy a hacer lo que pueda para llevarlos", contestó el secretario de la Presidencia y, el lunes volvió a llamar al líder fabril con buenas noticias: "La Presidenta quiere que vayan todos: llevo a Daniel, a Aníbal, a Axel, a Débora...", lo alertó incluso antes de notificar a Scioli, que se enteró por la noche de que tenía que ir. Resultado: ausentes Macri y Massa por cuestiones de agenda, Cristina Kirchner transformó la celebración de la UIA, un foro que juzga crítico, en una convocatoria de asistencia monolítica oficial. "Tendríamos que haber ido", se lamentaban ayer en el macrismo pocas horas después del regreso de su ideólogo de campaña, Jaime Durán Barba, de la casa que tiene en las montañas de Ecuador. Que el kirchnerismo haya decidido suavizar su relación con una entidad a la que juzga manejada por "dos o tres sectores altamente rentables", como definió la Presidenta en Tecnópolis, no es tampoco algo novedoso. Lo ha hecho en cada período preelectoral. Es probable, de todos modos, que esta vez la despedida de la jefa militante contribuya también a esa fraternidad. "¿Vieron? Hablé una hora veinticinco y no me referí a ningún otro político ni me puse a criticar a nadie", se sorprendió ella misma en esa comida. Existe, por otra parte, un salvoconducto que empresarios y Gobierno parecen ahora haber encontrado para no discutir: la crisis internacional. "¿Cómo anda?", saludó esa noche Juan Belén, histórico dirigente de la UOM, al fabricante de válvulas José Luis Basso, a quien se cruzaba frente al lavatorio de uno de los baños. "Mal, Juan, mal -contestó el industrial-. Brasil se cae a pedazos, Juan, pero hay que poner una sonrisa." Momentos después, Cristina Kirchner decía, sin nombrarla, que la empresa había sufrido una caída del 40% en las exportaciones. 

Y al despedirse insistió, copa de champagne en alto: "¡Muchas gracias y, como siempre, vamos a seguir trabajando para que la crisis internacional pegue lo menos posible en nuestro país! ¡Salud!" Es el argumento perfecto para un gobierno más obsesionado por las explicaciones que por la solución de los problemas. Aunque la propia UIA exponga, en sus informes internos, que varios países proyectan crecer a ritmo razonable este año pese al frente adverso: Bolivia (4,5%), Paraguay (4,1%), Colombia (3,2%), Perú (3,2%) o Uruguay (2,9%) contrastan contra las previsiones que indican que, después de cuatro años de estancamiento, la Argentina debería celebrar si llega al 1%. Varios de sus integrantes están convencidos de que el modelo productivo de acumulación de matriz diversificada e inclusión social murió en 2010, momento a partir del cual empezaron a agravarse dos flagelos fabriles: falta de financiamiento externo y distorsión de precios relativos. Ya habrá tiempo de discutir la verdad de las cosas. El bálsamo empresarial consiste ahora en que por lo menos, en diciembre, sea quien sea el presidente, termina un diálogo de sordos.

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