Por Luis Novaresio/infobae.-
"Es una patología alarmante que tanta gente vaya al cine a ver semejante historia truculenta que de recreativa no tiene nada", aseguró en diálogo con InfobaeTV el ex juez penal de San Isidro Raúl Adolfo Casal. El ex magistrado fue quien condenó en primera instancia a todos los integrantes del denominado "clan Puccio" con pena de reclusión por tiempo indeterminado. "Me decidí a hablar sobre el tema ante la cantidad de testimonios que se están escuchando en los medios que nada tienen que ver con la realidad de lo ocurrido", explicó el abogado.
Casal padeció muchas consecuencias adversas por su actuación en la causa. Durante el proceso y luego de él, debió someterse a circular con custodia policial propia y de toda su familia ante las amenazas recibidas. El momento más crítico lo vivió cuando en su casa particular sufrió un atentado con presencia de delincuentes que dispararon sobre su vivienda. Entonces, decidió renunciar.
El ex magistrado aplicó la máxima pena prevista por el Código sobre los seis miembros de la familia Puccio por el secuestro y asesinato de Guillermo Manoukian, ocurrido en febrero de 1991, fallo ratificado por la Cámara de apelaciones.
-¿Siente que hay una suerte de reivindicación social de la familia Puccio?
- Cualquiera que se hubiera sentado en mi escritorio a dictar la sentencia, los habría condenado de manera ineludible. Porque había dos confesos que contaron con detalles lo que había ocurrido. Yo recibí la causa Manoukian luego de la instrucción que brillantemente había realizado el entonces juez Alberto Piotti. Era ineludible condenarlos. No podría haber hecho otra cosa.
-¿Qué clase de gente eran los Puccio?
- Eran seres muy particulares. Se quiso introducir en el proceso una excusa respecto de su sanidad mental que yo no le hice lugar pero evidentemente era un grupo totalmente enfermo.
-¿Alguno de ellos podía no tener conocimiento de lo que allí pasaba?
-No. Absolutamente no. Por la distribución de las tareas que tenían era imposible. Todos tenían la misma función con el mismo grado de responsabilidad y sellaban esto como la mafia: teniendo que matar a uno distinto de los secuestrados. El pacto de silencio era un pacto de muerte. Ahora bien: si hubiera buenos investigadores se meterían en un cuerpo específico de la causa dedicado a Guillermo Patricio Kelly que vincula a este grupo con la logia "Progaganda due" y, según él, de ahí se llega hasta Roma.
-¿Eran una estructura verdaderamente mayor?
- Claro. Eran una familia que encontró una "industria sin chimenea" dedicada al secuestro extorsivo que le daba grandes dividendos. Ellos tenían una luz verde para actuar con impunidad.
-¿Qué siente por Arquimides Puccio?
- Nada en particular. Para mí es un condenado más. Lo que sí creo que es oportuno decir es que en esta causa, las autoridades no podían no saber lo que hacía esta gente. El padre era un hombre que se sentía llamado a ser impune de por vida. De ahí, su modo de moverse con un enorme grado de omnipotencia favorecido por la protección en su accionar, en la causa y en su detención que, para mí, gozaba y gozó hasta el final. Me siento tranquilo al haberlos condenado a él y a todos.