Por Carlos Tórtora/El Informador.-
En un desesperado intento por desviar la investigación de la muerte de Alberto Nisman hacia la apertura de los secretos de la Secretaría de Inteligencia, el gobierno, a través del titular de esta área, Oscar Parrilli, anunció que se libera al ex Director General de Operaciones Jaime Stiusso de la obligación de ocultar su tarea desempeñada en Inteligencia desde el año ’72 hasta el 5 de enero 2015, cuando “obtuvo la jubilación ordinaria”.
Complementariamente, el oficialismo empezó a acelerar su proyecto de creación de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que supuestamente le dará transparencia a un organismo de inteligencia, lo que en sí mismo es un contrasentido.
Hay indicadores coincidentes en que la “operación Stiusso” del gobierno no sería más que una importante cortina de humo para entretener a la opinión pública con la atractiva interna de los espías, mientras espera que el caso Nisman se enfríe o sea tapado por otros hechos. Para empezar, resulta inconcebible que un ex director del organismo de inteligencia de Estado sea relevado de sus secretos para declarar ante una fiscal de la justicia ordinaria, Viviana Fein, cuando es obvio que los asuntos que involucran a la SI son materia exclusiva de la Justicia Federal y la muerte de un fiscal federal también debería serlo.
En segundo lugar, ¿hasta dónde puede revelar Stiusso los secretos de la SI, aunque haya sido relevado de su obligación de preservarlos? ¿Dará Stiusso los nombres de agentes, subdirectores, directores, etc., que en la SI revistan administrativamente con nombres de guerra, es decir que su identidad es reservada? ¿Dará a conocer Stiusso los listados de “blancos” de las escuchas telefónicas que se vinculan con la investigación del atentado contra la AMIA? Es sabido que, más allá de los que se supone legalmente, cualquier funcionario de la SI con categoría de director para arriba puede solicitar a la oficina respectiva escuchas telefónicas sin ninguna clase de orden judicial. Las actas ordenando estos procedimientos son secretas y carecen de todo control externo. ¿Revelará Stiusso el funcionamiento de las partidas de fondos reservados que se utilizaron para pagar información o realizar operativos vinculados con la AMIA? Si lo hiciera, quedaría al descubierto que dichos operativos tienen nombres de fantasía, no se registran en ningún expediente y sólo hay actas secretas que quedan -si es que quedan- en las caja fuerte de algunos funcionarios.
Este tipo de información, sobre la cual debería preguntar obviamente Fein, sería volcada a un expediente judicial de un juzgado de instrucción de la justicia ordinaria, que puede ser consultado por distintos abogados y por la querellante, en nombre de sus hijos menores, la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, viuda de Nisman. Más temprano que tarde, el contenido de semejantes revelaciones trascendería y la SI quedaría prácticamente devastada al salir a la luz pública los secretos que hacen posible su funcionamiento como servicio de inteligencia.
No way
Además, Stiusso debería revelar el funcionamiento de la cooperación entre la SI y diversos servicios de inteligencia extranjeros en torno al caso AMIA. El secreto en la cooperación entre servicios es esencial. Los COI -como se les llama en la jerga de inteligencia a los delegados en el país de servicios extranjeros- quedarían expuestos a que se revelaran sus identidades. Las redes de inteligencia de la CIA, la Mossad y otras agencias de primer nivel quedarían expuestas a la publicidad al aparecer en un expediente judicial. Semejante panorama tendría consecuencias graves para el gobierno, porque los damnificados tomarían represalias.
Sin duda que la presidente suele tener gestos de audacia, pero cuesta creer que el anuncio de sacar a la luz lo que sabe Stiusso desde el ‘72 hasta ahora sea otra cosa que una cortina de humo para entretener a la opinión pública sin llegar a nada. No hay que olvidarse de agregar, entre los ítems que mencionamos, que por su cargo, Stiusso sabe en detalle a qué políticos, empresarios, sindicalistas, etc., espió la SI mediante escuchas telefónicas e intercepción de mails.
¿Volcará esto en un expediente judicial? Las consecuencias para el gobierno, éste y otros anteriores, podrían ser terribles.
Decididamente, hay que suponer que Parrilli ha negociado con Fein y la jueza Fabiana Palmaghini una puesta en escena en la cual Stiusso dará algunos datos aparentemente importantes pero en realidad sin gran valor y que los mismos hasta sirvan para enredar aún más de lo que está la investigación.
O sea, una cortina de humo de las que gusta el kirchnerismo, que en realidad formaría parte de una importante operación de desinformación destinada a evitar que avance seriamente la investigación del supuesto homicidio de Nisman. Stiusso, un leal servidor de los Kirchner durante doce años, se prepara entonces para cumplir un nuevo acto de servicio.
