Por Carlos Tórtora/El Informador.-
Todo indica que la decisión del gobierno nacional de reabrir la guerra contra el Grupo Clarín esta signada por una limitación: al kirchnerismo no le alcanza el tiempo para ganar. El desguace del Grupo Clarín mediante la aplicación de la Resolución 2206/2012 de la AFSCA, que aprueba el Reglamento de Transferencia de Oficio sigue un camino largo que, aunque se cumpliera sin interferencias judiciales, demoraría más de medio año, ya que incluye distintos procesos, como la tasación de los bienes, la aprobación de los pliegos, el concurso de las licencias y la adjudicación de las mismas. Pero, como es obvio, es altamente probable que el Grupo Clarín obtenga al menos una medida cautelar que bien podría disponer no innovar hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo, es decir, si Clarín violó o no la ley de medios con su plan de adecuación voluntaria a la misma.
Una cautelar de este tipo sería apelada y la definiría alguna sala del fuero contencioso administrativo. Por otra parte, consiga o no el multimedios una medida de no innovar, sólo con impugnar las tasaciones de bienes que efectúe el Tribunal de Tasaciones, cuestionar los pliegos, etc., conseguiría demorar la adecuación de oficio hasta el segundo semestre del año que viene, prácticamente cuando las elecciones y la transmisión del poder harían que la última palabra la tenga la administración entrante y no la saliente.
Como señalan unánimemente los encuestadores y coincide la dirigencia oficialista, el Frente para la Victoria tiene perdido el ballotage contra cualquier candidato opositor. Así las cosas, es obvio que el cristinismo no se propone en realidad realizar una adecuación de oficio para la cual no tiene tiempo sino otro objetivo político.
La segunda guerra contra Clarín parece venir a complementar Patria o buitres, como herramienta para la polarización electoral. Como es previsible que el grueso de la dirigencia opositora se solidarice con Clarín, CFK presentaría un combo conspirativo que abarcaría desde Paul Singer y Thomas Griesa hasta Héctor Magnetto.
Los efectos políticos
Hilando fino, con la nueva misión que acaba de empezar, Martín Sabbatella, el gobierno también buscaría cortar el discreto entendimiento que viene prosperando entre Magnetto y Daniel Scioli. Uno de los puntos fuertes del gobernador para intentar desplazar el año que viene a Cristina de la conducción de la campaña electoral es que los gobernadores del PJ que opten por darle la espalda a ella y La Cámpora contarían con el respaldo de Clarín. La nueva ofensiva oficial serviría entonces para dificultar al máximo los vínculos que se tejen entre el multimedios y la gobernación platense. Aun cuando el gobierno no tendrá tiempo de realizar el desguace, puede tomar medidas administrativas -y utilizar a la AFIP- para complicarles seriamente el funcionamiento a las empresas que integran el grupo.
En esta reapertura de un juego que parecía terminado, lo que sobran son preguntas. Por ejemplo, si esta nueva guerra de Cristina le dejará un saldo favorable en las encuestas, aunque de ningún modo sería comparable al éxito conseguido con Patria o buitres.
Otro efecto a estudiar es cómo afectará el conflicto a la candidatura presidencial de Sergio Massa. Ocurre que éste, como jefe de Gabinete de CFK, el 18 de marzo del 2009 presentó públicamente el anteproyecto de ley de medios, afirmando en la ocasión “que excede una ley porque representa una política de Estado”. “La precariedad de los permisos -agregó- y la irrupción de las nuevas tecnologías imponen un cambio en la ley”. La idea del cristinismo sería ahora dejarlo al tigrense en una incómoda posición frente a un tema que lo involucra.
Una vez más -y como ya sucedió con el default reciente- el kirchnerismo juega favoreciendo por oposición el crecimiento de Mauricio Macri. Con Scioli y Massa forzados al bajo perfil, Macri podría tal vez explotar electoralmente su rol como defensor de la libertad de prensa.
No hay duda de que la Casa Rosada se dispone a explotar electoralmente la supuesta violación de Clarín a la ley de medios porque además este espectáculo político reforzaría aún más el rol central de CFK durante la campaña electoral. Este es un síntoma más -e importante- de que la presidente se dispone no sólo a asumir la conducción de la futura campaña electoral sino que está estudiando el menú de candidaturas posibles para su persona. Esto va desde gobernadora de Buenos Aires, hasta diputada nacional por la misma provincia o candidata a diputada del Parlasur, sin que pueda descartarse la gobernación de Santa Cruz. Quien sea el candidato presidencial del Frente para la Victoria, empezando por Scioli, parece destinado a tener un rol mediático secundario, porque ella será la figura excluyente.