Por Silvia Stang/La Nación.-
Afecta a más de tres millones de habitantes que viven en hogares con ingresos inferiores a $ 4100 al mes; supera al promedio nacional, de 27,5%
La pobreza es una realidad que sufren tres de cada diez habitantes del conurbano bonaerense. Se trata de alrededor de tres millones de personas que viven en hogares donde se perciben ingresos mensuales que, en el caso de una familia integrada por dos adultos y dos niños, son inferiores a $ 4142.
En esa región, seis de cada 100 habitantes son, además de pobres, indigentes, porque los ingresos no alcanzan siquiera para procurar la alimentación básica: son quienes habitan hogares a los que llegan menos de $ 1982 por mes. En el conjunto de las grandes ciudades del interior del país, el índice de pobreza es muy similar al del área que rodea a la Capital.
Los datos surgen de la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) y están en un informe de la Subsecretaría del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que depende del gobierno de la ciudad, y con la cual la institución universitaria tiene un convenio para el análisis de datos de ese distrito.
Según las conclusiones de esa muestra, y tal como se informó días atrás, en la población total urbana del país la pobreza llegó a 27,5% en 2013. La cifra podría ser mayor aún este año, si se considera que hay mayor inflación y menor actividad económica, dos factores que, al conjugarse, derivan en recomposiciones salariales insuficientes para evitar la pérdida de poder adquisitivo. Y esto último afecta principalmente a quienes están en la informalidad y cuentan con menores recursos.
El informe muestra que en el conurbano bonaerense la pobreza llega a 30,7%, seis décimas más que en 2012; en las mayores áreas metropolitanas del interior (Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán) el índice se ubicó en 30,8%, y en las ciudades medianas, en el 30,9 por ciento.
En la ciudad de Buenos Aires los resultados indican que es pobre el 7,7% de la población, siempre haciendo la comparación de ingresos de los hogares con el valor de una canasta básica de bienes y servicios. El año anterior ese índice había sido de 9,8%, con lo cual hubo una mejora en el último período medido. Según el sociólogo y coordinador de la encuesta de la UCA, Agustín Salvia, la diferencia entre los índices de la capital del país con el resto de los centros urbanos se explicaría por una mayor participación del empleo formal dentro del universo de ocupaciones laborales (en comparación con otras zonas) y por factores como una mayor llegada de planes sociales locales.
El gobierno de la ciudad difundió también otro estudio, que indica que 28,4% de la población del distrito no alcanza a cubrir con sus ingresos una canasta de consumos mensuales que a abril de este año se ubicó en $ 8484 para una familia propietaria de su vivienda y en $ 10.454 para el caso de quienes deben afrontar el gasto de alquiler. Según explicó José María Donati, director de Estadística y Censos de la ciudad, esa canasta no se asimila a la tradicionalmente utilizada para medir la pobreza, sino que toma en cuenta un consumo promedio de la población total, entre la que tiene preponderancia la clase media.
El relevamiento de la UCA no mide el acceso a canastas de mayor valor que la de bienes básicos, pero sí evalúa qué percepción tienen las propias familias respecto de si sus ingresos son suficientes o no. Es decir: en esa variable se elimina el valor monetario de una canasta de consumo y se da lugar a la percepción de las personas. En 2012, en el 34% de los hogares del país la respuesta fue que el dinero que entraba cada mes no alcanzaba para cubrir las necesidades.
El dato de 2013 aún no fue presentado, pero, según anticipó Salvia, la tendencia es creciente.
Con respecto a la evolución del dato de pobreza, con excepción de la ciudad, en los dos últimos años hubo un crecimiento. La indigencia, por su parte, llegó a 7% en las ciudades medianas donde se realiza la medición y a 6% en grandes centros urbanos del interior, en tanto que resultó de 5,8% en el conurbano y de 2,2% en la jurisdicción porteña.
Para la estimación de índices, la UCA usa las canastas de consumo elaboradas años atrás por el Indec y que ese organismo usó hasta el año pasado para calcular la pobreza y la indigencia. Lo que se comparte en la metodología es la composición de las canastas, pero, claro está, no sus valores (la UCA toma dos hipótesis, según se muestra en el gráfico que acompaña esta nota, con mediciones alternativas de inflación).
En este punto, la subestimación de precios por parte del Indec llevó a anular la credibilidad de sus índices. Según el último informe oficial, la pobreza del primer semestre de 2013 fue de 4,7% y quedaban al margen de tal situación las familias que percibían un ingreso de al menos $ 1717. Este año, tras reconocer -presiones del FMI mediante- una inflación muy superior a la antes admitida, el Gobierno dejó de publicar estadísticas de la realidad social.
LA INFLACIÓN FUE DE 2%, SEGÚN EL ESTUDIO BEIN
En mayo el IPC Nacional Urbano (IPC Nu) se elevó a 2%, según los cálculos del estudio Bein. En la ciudad de Buenos Aires, el relevamiento de precios minoristas registró una suba de 1,9%, que contrasta con el 1,1% de un año atrás; de este modo, acumula en los primeros cinco meses del año un aumento de 15,4%. Con este dato, la suba interanual alcanza a 35,3%.
La suba de mayo fue impulsada principalmente por los capítulos de Bienes y Servicios Varios y Vivienda, con subas de 10,5% y 6,1% mensual, respectivamente, bien por encima del 1,9% registrado por el nivel general. Por su parte, el resto de los capítulos evidenciaron aumentos que se ubicaron por debajo del nivel general, siendo el de Esparcimiento el único que exhibió una caída estacional (-0,1%), en tanto que el de Educación se mantuvo sin variantes luego de las fuertes alzas de los últimos dos meses.
El jueves próximo se conocerá el IPC nacional del Indec de mayo, y el equipo económico adelantó que registrará un aumento inferior al 1,8% de abril..
Del editor: qué significa. El dato revela por qué el Indec dejó de publicar los índices de pobreza: al blanquear la inflación, el discurso oficial quedaría sin argumentos