Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
Si la presencia del juez federal Ariel Lijo en una audiencia privada con el Papa podía despertar sospechas de que aquél, en su política de “cuiden a Cristina”, le pediría al juez que no procese al vicepresidente Amado Boudou, éstas quedaron disipadas cuando el Episcopado difundió el documento afirmando que el país está enfermo de violencia y que la corrupción es un cáncer social. Esta semana la Cámara de Casación Penal deberá decidir si sigue la causa contra Boudou y el fiscal de Cámara Javier de Luca hizo declaraciones en la feria del libro en favor de los delincuentes. Se trata del mismo funcionario que hizo lugar a la excepción de falta de acción que solicitó la defensa del vice y lo más probable es que se haga lugar a este pedido. Aunque fuentes del tribunal sostienen que finalmente no aceptarán el pedido del fiscal y le ordenarán a Lijo que cite a indagatoria al vicepresidente en los próximos 180 días. De ahí las sospechas sobre el viaje de Lijo a Roma.
La vuelta de un viejo conflicto
Sin embargo, fuentes seguras cercanas al papa señalan que fue el juez quien solicitó la audiencia por intermedio del legislador porteño Gustavo Vera, que fue concedida con la condición de que este último estuviera presente en la reunión para despejar dudas de que Francisco estuviera dándole una mano Boudou. De ahí el duro documento del episcopado que terminó con la “buena onda” entre la Santa Sede y CFK, quien criticó a su vez el documento episcopal diciendo que no hay violencia en el país en este momento y Estela de Carlotto -seguramente con la venia presidencial- dijo “callaron durante la dictadura y hablan ahora”, refiriéndose a los obispos pero dejando a salvo al Papa. Nadie sabe por qué estas relaciones cordiales que se iniciaron cuando Bergoglio fue investido como Papa de repente se transformaron en un conflicto abierto. Los seguidores de las teorías conspirativas dicen que puede ocurrir que la Casación Penal o Lijo zafarán a Boudou de la causa Ciccone en un tiempo más y que la declaración de guerra del Episcopado fue para disimular la impunidad del vice. Se trata de una teoría, además de diabólica, poco creíble y justo en el momento en el cual el abogado José María Capdevilla, ex Director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía, que aconsejó no apoyar el pedido de Ciccone, fue amenazado por dos desconocidos la semana pasada.
Un hecho deleznable que también apunta a la impunidad del vicepresidente que, si es procesado por Lijo, esto implicará un duro golpe para la presidente. Ella, a su vez, se suma a las nuevas truchadas del INDEC, que esta semana dirá que los precios subieron sólo 1,5%, en un verdadero escándalo, aunque la semana pasada el nuevo calculo del PBI que publica el INDEC lo llevó a casi 650.000 millones de dólares, un poco más que Bélgica y acercándonos raudamente a Australia y Nueva Zelanda, como anunció la presidente en un verdadero delirio incentivado por el dirigente estudiantil Axel Kicillof. Esta semana, la presidente siguió el idilio con Mauricio Macri, revelándose una reunión en Olivos y ayer, tanto Aníbal Fernández como Daniel Scioli dijeron que respetaban a Macri pero no a Sergio Massa. El jefe de gobierno evitó el abrazo del oso no concurriendo al homenaje de los 40 años del asesinato del padre Carlos Mugica. En ese marco, la presidente volvió al espíritu guerrero que le es característico, disparando munición gruesa contra la oposición, la justicia y todo aquel que se le oponga.
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