Por Nicolás Lucca/Perfil.-
El kirchnerismo se alineó para pegarle al Consejo Episcopal. Críticas olvidadizas y el rol de Bergoglio.
Luego de que la Iglesia advirtiera hoy que la Argentina está "enferma" de una "violencia cada vez más feroz y despiadada" y criticara el aumento de la delincuencia, la corrupción y la exclusión social, el arco oficialista salió al cruce.
El fuerte documento generó que distintos integrantes del universo oficialista rechazasen los términos de los obispos, mientras que los políticos en la oposición salieron a apoyar las expresiones eclesiásticas
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se anticipó esta mañana al documento e insistió en que "al Gobierno no le compete la responsabilidad primaria" por el tema. En su lugar, el chaqueño prefirió patear la pelota afuera al cargar duramente contra la oposición y la Justicia. Al igual que con todas las demás problemáticas del Gobierno, Capitanich afirmó que "existe una campaña deliberada para asociar hechos delictivos a una tasa de seguridad inexistente, y transferir el problema a la Presidenta de la República". Dentro de esa teoría, el funcionario sostuvo que "muchos de los que pretenden ser candidatos presidenciales" fueron "un desastre en las políticas para prevenir o combatir delitos" en sus distritos, y se quejó de que la oposición "pretende dar lecciones" sobre seguridad "que no supieron aplicar cuando fueron gobierno". Desde La Cámpora, José Ottavis se mostró crítico, aunque a su estilo. "Creemos, y estamos contentos, que es una Argentina que no está enferma", afirmó el dirigente, quien agregó que "es una Argentina que puede estar mucho mejor o que le pueden faltar algunas cosas para que tenga una salud completa, como le puede pasar a cualquier país que está avanzando". Para finalizar, Ottavis minimizó la delincuencia frente a la violencia política del pasado al referir que "una Argentina enferma de violencia" fue "la que se vivió en el '55, y la Plaza de Mayo fue un testigo fundamental", y agregó que las experiencias de "enfermedad" se repitieron "en el 76, y nuestro pueblo lamentablemente fue testigo fundamental", en 1989 y 2001".
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se anticipó esta mañana al documento e insistió en que "al Gobierno no le compete la responsabilidad primaria" por el tema. En su lugar, el chaqueño prefirió patear la pelota afuera al cargar duramente contra la oposición y la Justicia. Al igual que con todas las demás problemáticas del Gobierno, Capitanich afirmó que "existe una campaña deliberada para asociar hechos delictivos a una tasa de seguridad inexistente, y transferir el problema a la Presidenta de la República". Dentro de esa teoría, el funcionario sostuvo que "muchos de los que pretenden ser candidatos presidenciales" fueron "un desastre en las políticas para prevenir o combatir delitos" en sus distritos, y se quejó de que la oposición "pretende dar lecciones" sobre seguridad "que no supieron aplicar cuando fueron gobierno". Desde La Cámpora, José Ottavis se mostró crítico, aunque a su estilo. "Creemos, y estamos contentos, que es una Argentina que no está enferma", afirmó el dirigente, quien agregó que "es una Argentina que puede estar mucho mejor o que le pueden faltar algunas cosas para que tenga una salud completa, como le puede pasar a cualquier país que está avanzando". Para finalizar, Ottavis minimizó la delincuencia frente a la violencia política del pasado al referir que "una Argentina enferma de violencia" fue "la que se vivió en el '55, y la Plaza de Mayo fue un testigo fundamental", y agregó que las experiencias de "enfermedad" se repitieron "en el 76, y nuestro pueblo lamentablemente fue testigo fundamental", en 1989 y 2001".
El siempre dispuesto a defender oralmente al gobierno Luis D'Elía, no refutó los dichos de la Iglesia. En su lugar, afirmó que "Menem, De la Rúa, etcétera, dejaron ocho millones de desocupados y 185 mil fábricas cerradas" y que "la Iglesia Católica y Quarracino bendijeron todos sus actos". Al respecto, cabe destacar que Monseñor Quarracino otrora Arzobispo de Buenos Aires, falleció en 1998.
La embajadora argentina en México, Patricia Vaca Narvaja, se sumó a Luis D'Elía y prefirió hablar de sucesos pasados: "No recuerdo un pronunciamiento del episcopado en la época de la dictadura ni en la época del auge neoliberal, ni en la crisis del 2001". Luego, la diplomática sostuvo que a la Iglesia también le lavan la cabeza los diarios al afirmar que "debería estar más cerca del pueblo que de lo que dicen los medios hegemónicos" y añadió que esa institución "necesita escuchar más a los millones de argentinos que trabajan y viven en paz, respetarlos y reconocerlos".
Lo cierto es que durante la crisis de 2001/2002 el Arzobispado de Buenos Aires, presidido por el entonces Monseñor Jorge Bergoglio, se pronunció en diversas ocasiones, siendo la homilía del 24 de diciembre de 2001 una de las más recordadas, cuando el Arzobispo pidió a los fieles que resistan "trabajando, rezando, adorando a Dios, luchando, no bajando los brazos, buscando a quien se le cierran las puertas para abrirle otras, encontrando a nuestros ancianos que hoy sufren tanto y pedirles sabiduría, cuidando a los niños".
También se puede sumar el documento presentado por el Arzobispado con la firma de Bergoglio, titulado "Queremos ser Nación", en el cual el futuro Papa afirmaba que la crisis “no es sólo coyuntural, sino crisis histórica, que supone un largo proceso de deterioro en nuestra moral social, la cual es como la médula de la Nación, que hoy corre el peligro de quedar paralizada”
En defensa. Parte de la oposición se manifestó a favor del documento eclesiástico. El radical Mario Negri aseguró a la agencia DyN que comparte "totalmente lo que dice la Iglesia" y opinó que "a veces, el valor agregado de su voz puede tener un impacto que despierta las conciencias para luchar contra la corrupción, la violencia".
El cordobés de la UCR añadió que "así como cuando la Iglesia convocó a la Multipartidaria para luchar contra el narcotráfico", los radicales acompañarán si son convocados para enfrentar cuestiones como la corrupción, la violencia y las drogas".
Por su parte, la diputada por el PRO Laura Alonso afirmó que "se necesita un amplio acuerdo político y social para saber la verdad sobre la corrupción; por eso desde Unión PRO queremos sumar nuestra propuesta".
Alonso recordó la iniciativa de crear una comisión bicameral investigadora de la corrupción e indicó que "es un buen momento para discutir el tema y estamos comprometidos con la verdad y con que haya garantías para que los jueces y los fiscales investiguen en libertad los delitos e irregularidades".
Quien también coincidió con el documento es el socialista Roy Cortina, quien remarcó que "la inseguridad está determinada por la grieta de la desigualdad, la corrupción y la impunidad".
En ese sentido, Cortina sostuvo que "la situación está complicada, el documento de la Iglesia es correcto, hay una cultura de la violencia que se ha instalado muy fuerte y es producto de la exclusión".
El diputado por el Frente Renovador Adrián Pérez también se manifestó en sintonía con la Iglesia al indicar que "la Iglesia pone el eje en dos temas muy importantes" y que "la corrupción es un gran problema que hay en la Argentina, que tenemos que afrontarlo con decisión política, con independencia del Poder Judicial".
El ex diputado del espacio de Elisa Carrió agregó que "el otro tema fuerte que se plantea tiene que ver con los últimos años en la Argentina y una práctica de mucha intolerancia y violencia".
Por último, el gobernador cordobés José de la Sota indicó que comparte el documento de la Conferencia Episcopal Argentina y llamó a restablecer la 'amistad social' entre los argentinos".
El documento de la discordia. La Conferencia Episcopal Argentina, presidida por Monseñor José María Arancedo, dio a conocer esta mañana el documento "Felices los que trabajan por la Paz", con fuertes criticas a la violencia existente en los distintos estratos sociales, la inseguridad, el narcotráfico, la exclusión social y la corrupción, a la que calificaron de "cáncer social". Todas afirmaciones que no cayeron muy bien en los ámbitos oficialistas.
"Constatamos con dolor y preocupación que la Argentina está enferma de violencia", afirmaron los obispos a través del documento en el que sostuvieron que "los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad", y que esta agresividad esta vinculada con "la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena".
Por otro lado, el documento afirma que "no se puede responsabilizar y estigmatizar a los pobres por ser tales", dado que ellos sufren de manera particular la violencia y son víctimas de robos y asesinatos aunque no aparezcan de modo destacado en las noticias". En ese sentido, los Obispos indicaron que "conviene ampliar la mirada y reconocer que también son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral, de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros".
Una de los puntos en los que el documento hizo énfasis fue en la vinculación de toda la crisis social con "la corrupción, tanto pública como privada" a la cual calificaron de "un verdadero 'cáncer social', causante de injusticia y muerte". En virtud de ello, los primados eclesiásticos, se mostraron críticos con "la lentitud de la Justicia" que "deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia".
Finalmente, las autoridades de la Iglesia Católica en Argentina sentenciaron que "nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la mentira". Por suerte para los primados, el oficialismo recogió el guante y respondieron a tono con este último punto.