HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

viernes, 11 de abril de 2014

YPF – CHEVRON: nuevo pacto, más saqueo

   Por Diario HOY.- El gobierno nacional, de la mano de Miguel Galuccio, volvió a acordar con la petrolera norteamericana para instalar el fracking en un área mayor de Vaca Muerta. La búsqueda de recursos para exportación y la pérdida de soberanía Se extiende el área de perforación en Neuquén, que teme convertirse en una provincia llena de agujeros, con un daño ambiental incalculable.
Casi tan incalculable como las cifras del contrato secreto que YPF firmó con Chevron, la misma petrolera que ha hecho desastres ecológicos en Ecuador y otras partes del mundo. Aquí, sin embargo, resultó la aliada estratégica de un gobierno que regaló la soberanía judicial a tribunales neoyorquinos, la soberanía energética a la inoperancia de funcionarios corruptos, y la soberanía de nuestros recursos naturales, con acuerdos espurios y sin control al saqueo de más de una década.

Ayer, Miguel Galuccio ratificó el pacto con Chevron y avaló una inversión conjunta por 1.600 millones de dólares, aportando el 50% del capital cada una de las compañías, extendiendo el área de perforación unos 350 kilómetros y prometiendo 170 nuevos posos exploratorios en Vaca Muerta, más precisamente en la zona denominada Loma Campana. Además, el gobierno aseguró que busca alcanzar una producción de más de 50 mil barriles de petróleo y 3 millones de metros cúbicos de gas natural asociado por día. Así, la compañía norteamericana avanza sobre el suelo nacional con una técnica, el fracking, cuestionada por sus tremendos daños y consecuencias (ver aparte), y sin conocerse aún los detalles del trabajo en Vaca Muerta. Por eso, para el especialista Felix Herrero, el anuncio “es una confirmación de que el gobierno sigue con la misma política” y no va a dar a conocer los puntos centrales del primer acuerdo.

Y esto constituye toda “una cesión de soberanía, por los “beneficios extraordinarios que va a tener Chevron”. Además, el exdirector de la represa Yaciretá durante el último gobierno de Juan Domingo Perón consideró que el futuro de YPF “está atado a la compañía norteamericana”, que por su parte tiene un obvio interés “de rentabilidad”. Más claro aún lo dijo ayer Galuccio, cuando se jactó, tras anunciar el nuevo pacto, de que "nos alegra que (Chevron) haya elegido continuar esta sociedad; es una gran demostración del potencial de los hidrocarburos no convencionales de la Argentina", y agregó: “esta continuidad en el trabajo y el proyecto de explotación lanzado no hacen más que ratificar que elegimos el socio correcto”. Por esto son particularmente preocupantes los beneficios que habría otorgado la Casa Rosada, respecto a la posibilidad de exportar crudo a pesar de no lograr el autoabastecimiento energético. “Eso también es pérdida de soberanía”, señaló Herrero. Cabe recordar que la Ley de Petróleo impide la exportación a menos que se haya logrado el abastecimiento total del mercado interno. En este sentido, “aún se está muy lejos de lograr el autoabastecimiento”. 

 Inversión menor 

 Por su parte, el ingeniero y exdiputado Mario Cafiero, que desde hace años viene denunciando los negocios turbios de Repsol, las irregularidades de YPF “y la falta de controles de los funcionarios de este gobierno”, realizó severos cuestionamientos. Concretamente, señaló que “si comparamos el dinero que se tiene que desembolsar para indemnizar a los españoles, que dicho sea de paso es exorbitante”, los montos anunciados de inversión son menores si lo que se quiere es conseguir realmente un salto cuantitativo en la producción de petróleo. Mediante un acuerdo entre el kirchnerismo y los empresarios españoles, Argentina deberá pagar, con recursos del Estado, es decir, de todos nosotros, más de 10 mil millones de dólares a Repsol por la expropiación. En este contexto, los US$ 1.600 millones que se anunciaron ayer parecen realmente poco, y más cuando las cláusulas secretas que figurarían en el contrato que Chevron firmó con YPF le garantizaría a la multinacional poder llevarse a su casa matriz varias veces el total del dinero invertido, dejando a su paso reservas saqueadas y un territorio altamente contaminado. En lugar de estar entregándole a Repsol (una empresa que produjo un severo vaciamiento en YPF en apenas una década, gracias al amparo kirchnerista) casi el 40% de las reservas que hoy tiene el Banco Central, se habría podido volcar numerosos recursos a la explotación petrolera soberana sin perder soberanía hidrocarburífera ni entregar exorbitantes ganancias a una transnacional como Chevrón. 

 Se extiende el fracking 

en Neuquén Además de anunciar que seguirán juntas en la explotación de hidrocarburos no convencionales en el área Loma Campana, en Vaca Muerta, YPF y Chevron sumaron un nuevo acuerdo de exploración en Narambuena, un área de 200 kilómetros cuadrados en la provincia de Neuquén, dentro de la concesión Chihuido de la Sierra Negra. La inversión estimada para el proyecto exploratorio será de 140 millones de dólares, que serán aportados íntegramente por Chevron, según Galuccio. Esta nueva asociación se da en el marco de la ampliación del acuerdo entre ambas empresas con el objetivo de delinear un futuro clúster de desarrollo de shale oil con un programa exploratorio de 9 pozos -7 verticales y 2 horizontales-, en esa área ubicada al norte de Loma Campana, dentro también del bloque Vaca Muerta. 

 El miedo al método 

 Mucho se habla del fracking, pero, ¿qué es? Pues en inglés, significa “fractura hidráulica”, y se refiere a la técnica para extraer gas y petróleo de yacimientos no convencionales, alojados en formaciones de esquitos y arenas compactas a miles de quilómetros de la superficie. Así pues, los yacimientos no convencionales donde se utiliza el fracking son formaciones poco permeables y compactas, en las que los hidrocarburos se encuentran dispersos. Para liberarlos se debe fracturar la roca inyectando millones de litros de agua a alta presión (98%), mezclada con arena y una serie de aditivos químicos (2%). Esto trae impactos socio ambientales a corto y largo plazo. Primero, el agua inyectada para la fractura puede alojarse en fallas geológicas, produciendo la lubricación de las placas e incrementando la actividad sísmica. De hecho, en Ohio, EE.UU., se detuvieron explotaciones al notarse un aumento de los terremotos en la zona en la que se fractura. Además, el 90% del gas natural se compone de metano, un gas con un potencial de efecto invernadero 21 veces superior al del dióxido de carbono. Es decir, se agravaría fuertemente el problema del cambio climático. Finalmente, hay que resaltar que ya hay casos paradigmáticos y probados de contaminación al emplear esta técnica. En la ciudad de Dish, Texas, un estudio descubrió una cantidad de benceno (agente cancerígeno) muy superior a lo permitido, que estaba enfermando a la población. Aquí, sin embargo, el gobierno hace caso omiso a todas las pruebas precedentes, y da rienda suelta a la depredación de nuestros recursos. Las consecuencias pueden ser graves.

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