HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 20 de abril de 2014

REBELDÍA DE CARTA ABIERTA: A Forster no le apetece Scioli ni el proyecto antipiquete pero banca a Milani


   Por Hugo Krasnobroda/El Tribuno(Salta)-Urgente24.- El Frente para la Victoria sufre enormes erosiones internas. Es el final de ciclo y muchos consideran que el rumbo es desacertado en diversas concesiones que realiza Cristina Fernández de Kirchner para intentar llegar al final de su mandato, tal como no lo consiguió Fernando De la Rúa.
En el caso del proyecto para limitar la ocupación de la vía pública (Presidencia de la Nación comete el error de aceptar que es un debate sobre restricción a la protesta y, en verdad, es una limitación a la invasión del espacio de todos. No se trata de pedir permiso para protestar sino pedir permiso para ocupar un espacio de vía pública que impida el uso público del mismo, valga la redundancia. Luego ¿quién es el más débil en el debate? ¿El que ocupa el espacio público, con prepotencia, o quien debe padecer que otros lo ocupen?), ha dividido fuertemente al oficialismo. Ricardo Forster es un integrante del colectivo intelectual Carta Abierta, que busca su nuevo destino político más allá del Frente para la Victoria, según la entrevista siguiente:

Ricardo Forster, uno de los intelectuales predilectos del kirchnerismo, se opone contundentemente al proyecto oficialista para limitar los piquetes. “Muchas de las conquistas democráticas no hubieran sido posibles sin el uso de ese instrumento”, afirma con seguridad. En una entrevista con El Tribuno, el filósofo aseguró que la iniciativa de Carlos Kunkel y compañía debería ser “repensada” porque “no habilita el derecho a la protesta social”. Además, sostuvo que “hay que tener mucho cuidado con la restricción de derechos y con quien es el que habilita o no una protesta pública”. Consultado sobre qué piensa del gobernador bonaerense, candidato a la presidencia en 2015, disparó que Daniel “Scioli es un político formateado de una manera más tradicional, más heredero de los '90”. También: Me llama la atención que los escandalice Milani cuando no los escandalizó (Jorge) Videla”. 


 -¿Cómo analiza el proyecto oficialista para limitar los piquetes? 

 -Me parece que es un proyecto al que le falta algo importantísimo, que es habilitar el derecho a la protesta social. Creo que está planteado más desde lo negativo que desde lo positivo. En los últimos 20 años en la Argentina el piquete ha sido un instrumento muy complejo que puso en evidencia las demandas insatisfechas de una parte de la sociedad, incluso fue retomado paradójicamente por quienes al principio lo criticaron de una manera muy dura, como por ejemplo en la disputa por la resolución 125. Allí la Mesa de Enlace usó los piquetes con muchísima más dureza que los sectores de desocupados en los años '90. Sí me parece importante encontrar algún tipo de legislación que ayude a la convivencia interior del espacio público, aunque no sé si del modo como ha sido redactado el proyecto es la forma más adecuada. Hay que tener mucho cuidado con la restricción de derechos, hay que tener cuidado con quien es el que habilita o no una protesta pública, no estoy de acuerdo con pedir permiso para protestar. Pero creo que tendría que ser debatido e, incluso, imagino que dentro del bloque del Frente para la Victoria deben haber diversas posiciones. 

 -El kirchnerismo siempre dijo que no quería reprimir la protesta social, ¿no le parece contradictorio un proyecto de este tipo? 

 -Por eso digo que si uno está pensando en una ley, esa ley no debe criminalizar la protesta social. No creo que ese sea el espíritu de quienes plantean este proyecto, pero me parece que ese proyecto debería ser repensado e incluso abierto en otra dirección como la que estaba señalando: primero reconocer el derecho a la protesta social y después intentar darle un formato que no sea violatorio de otro derecho. En Argentina existe el derecho a huelga y a su vez ese derecho tiene una serie reglamentaciones legislativas y constitucionales. Lo mismo me parece que se podría pensar en términos del uso de los piquetes para la protesta social, que insisto, es parte de una realidad que viene de hace muchos años y muchas de las conquistas democráticas no hubieran sido posibles sin el uso de ese instrumento. Creo que el kirchnerismo, desde que llegó al Gobierno en 2003, tuvo un postulado muy importante que fue justamente no reprimir la protesta social, sabiendo de la historia de la que venía Argentina. Ese es un antecedente para todos aquellos que se sienten identificados con el proyecto de Néstor Kirchner a la hora de discutir un tema como este. No me parece mal que el tema se debata, pero hay que proteger el derecho de los más débiles a utilizar herramientas de protesta. 

 -Recién usted citaba a Néstor Kirchner, ¿cree que este kirchnerismo es igual al que asumió en 2003? 

 -A ver. Nunca nadie es igual a sí mismo y mucho menos después de 11 años de transformaciones muy profundas. En 2003 la Argentina estaba en el infierno. Era un país desestructurado, en ruinas, socialmente en estado calamitoso e institucionalmente muy débil. Rehacer un país es eso. Han pasado muchas cosas y todavía en el interior del proyecto hay diversidades, miradas que confluyen y otras que pueden ser diferentes con respecto a ciertas políticas y me parece muy bien. Estuvo aquella experiencia de la transversalidad que obtuvo muchas cosas pero en otras no alcanzó a ser lo que hubiera imaginado Néstor Kirchner. Estuvo también el conflicto del campo en términos de la experiencia que fue adquiriendo el Gobierno. Después pasó la muerte de Néstor y el liderazgo de Cristina. Obviamente que las cosas no son de la misma manera cuando empiezan, en el camino y al final de un proyecto. 

 -El Gobierno no solo se muestra distinto con las protestas sociales, en materia económica antes iba al desendeudamiento y ahora se busca financiamiento externo? 

 -De la misma manera que el país de 2003 no fue igual que el de 2007 y el país de 2013/2014 no es igual al de 2011. No solo han cambiado las condiciones externas de la economía sino también las internas. La economía es un espacio de pujas y la más significativa es la puja redistributiva. Este es un Gobierno que tuvo como meta avanzar en una distribución más equitativa de la riqueza y durante la mayor parte de su recorrido logró revertir los términos de lo que había sido una distribución regresiva durante cuatro décadas. A eso hay que sumarle la situación económica que se generó en Estados Unidos y Europa. El escenario internacional es diferente y el Gobierno tiene que hacerse cargo de eso. Este Gobierno tuvo que lidiar con el deporte preferido de los grandes grupos económicos que es la fuga de capitales, que hace muy difícil tener las divisas suficientes para avanzar en un proceso de sustitución de importaciones. Esas cosas hacen que el Gobierno tenga que tomar algunas decisiones pero bajo su criterio, me parece que esa es la diferencia que no se suele decir. Cuando uno tiene que plantearse cambios en su matriz económica la pregunta es: aquello que se plantea, ¿es antagónico con seguir generando condiciones para proteger a los más débiles de la sociedad o se va a una lógica del ajuste que implique recorte del gasto social, en educación y en vivienda? Yo creo que eso es lo contrario a lo que el Gobierno está haciendo. El Gobierno se está planteando abrir la posibilidad de la llegada de capitales extranjeros pero con la condición de que tengan una dirección vinculada a la producción y a la obra pública. Hay una estabilidad estructural que es importante plantearla. El Gobierno, como lo ha dicho el ministro (Axel) Kicillof, es heterodoxo en economía. 

 -¿No cree que el Gobierno está haciendo un ajuste en los hechos con la devaluación y la inflación que se come la plata de los trabajadores?

 -A ver. Efectivamente toda devaluación implica una distribución regresiva. Esto es así y es imposible no plantearlo. Pero frente a esta devaluación forzada por los mercados, acompañada por una espiral inflacionaria, el Gobierno tuvo que actuar. Podría haber actuado con la receta neoliberal: dejar que la inflación se disparara, controlar los salarios y fijar la pauta de la redistribución regresiva como nuevo modelo de acumulación de la Argentina, que volviera al modelo de los años '90. No hizo eso: habilitó las paritarias libres como siempre lo ha hecho. 

 -Sí, pero les puso un techo... (Se apura a responder) 

-Los sindicatos negocian con absoluta libertad. La huelga docente en Buenos Aires es muy interesante en ese sentido. Terminó con un acuerdo paritario que estuvo en consonancia con lo que los sindicatos piden. Fue una huelga muy dura que terminó con un acuerdo de 31% sobre todo en los salarios de inicio. Y después vinieron otros acuerdos paritarios. Esto tiene que ver también con la propia puja distributiva de la Argentina. Tampoco se pueden disparar los aumentos porque eso sería pan para hoy y hambre para mañana. El Gobierno ha instrumentado los Precios Cuidados y la inflación ya empezó a bajar, a un ritmo que no es el uno desearía, pero es más baja en marzo que en febrero y en febrero que en enero. Eso, pese al impacto brutal en el traslado a los precios de la devaluación. Este es un Gobierno que intenta mantener una perspectiva respecto de la distribución. Esto se suele decir muy poco desde la oposición liberal-conservadora cuando no dicen cual es el proyecto alternativo. El proyecto alternativo es volver a debilitar la capacidad industrial de la Argentina, que implica también desocupación. El Gobierno ha logrado mantener muy bajas tasas de desocupación. Todo plan de ajuste implica inmediata desocupación, Europa es un ejemplo. 

 -Otro de los cambios que está mostrando el Gobierno es en derechos humanos. ¿No es César Milani una yaga difícil de pasar? 

 -Yo escribí un artículo en su momento en donde planteaba la complejidad que existe en las decisiones políticas. Mi posición es muy clara: si la causa judicial avanza hacia el procesamiento del general Milani, Milani no puede ser jefe del Ejército argentino. Mientras todavía estemos en el terreno de las conjeturas, ahí hay un posicionamiento que tiene otra perspectiva que no es la del principismo de los derechos humanos, sino que la crítica más dura vino de los sectores que avalaron la dictadura y que ahora los escandaliza el caso Milani. Me llama la atención que los escandalice Milani cuando no los escandalizó (Jorge) Videla. Hay un abismo que separa a uno del otro. 

 -¿Qué hizo mal el kirchnerismo para quedarse sin sucesor? (Silencio) 

-Es una muy buena pregunta. Primero, un dato inesperado que fue la muerte de Néstor Kirchner. En su estrategia política, Néstor imaginaba un camino de sucesión Néstor Kirchner-Cristina Kirchner que le garantizaba un periodo no menor de 16 años como para darle forma a una transformación más estructural de la Argentina. Me parece que no se terminó de tomar nota cuando murió Néstor Kirchner del límite efectivo que implicaba la posibilidad de que no haya reelección para Cristina. Quizás no se hizo lo suficiente en ir generando las condiciones que generó Lula en Brasil cuando fue gestando la presidencia de Dilma (Rousseff), que era un cuadro del PT pero sin un gran reconocimiento a nivel nacional. Por el apoyo que Lula le brindó terminó siendo Presidente y seguramente va a ser reelegida contundentemente en las elecciones.

 -¿Cómo lo ve a Daniel Scioli? 

 -Yo lo he dicho varias veces. A mí me interesó el kirchnerismo, me pareció una fuerza novedosa que revertía muchos años de decadencia y despolitización. Si eso me convocó del kirchnerismo, no es precisamente Scioli el que me convoca. Scioli es un político formateado de una manera más tradicional, más heredero de los '90. No es quien me representa en lo personal ni en lo colectivo a Carta Abierta. No creo que nos represente el modelo de gestión y de política de Scioli, pero de todas maneras el kirchnerismo habilitó las PASO. Allí, el Frente para la Victoria tendrá más de un candidato. Scioli tiene todo el derecho y también hay que reconocerle que ha mantenido una fidelidad importante es tiempos difíciles. Yo se lo reconozco. Lo que me diferencia es una trama ideológica y política.

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