Por María Zaldïvar/Urgente24.-
Los estudios de comportamiento de la opinión público afirman que en la Argentina una abrumadora mayoría de la sociedad rechaza la ejecución de la llamada "justicia por mano propia". Sin embargo, muchos de esos ciudadanos, en sus acciones cotidianas, aprueban y hasta ejecutan los linchamientos de delincuentes. ¿Cómo se explica esa doble conducta? Es el tema que aborda la autora, periodista licenciada en Ciencas Políticas en la UCA, conductora del programa Plan de Lluvia (FM Identidad) y autora de "Peronismo Demoliciones SRL".
Tras los linchamientos callejeros ocurridos hace apenas unas semanas, la sociedad argentina debe prepararse para la instalación de la justicia por mano propia como método de resolución de conflictos entre particulares.
Aún cuando se trate de un hecho que no tiene antecedentes en 200 años de historia.
Aún cuando el más reciente Informe Regional sobre Seguridad Ciudadana, difundido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2013-2014) señala que la Argentina, entre 18 países relevados, integra junto con Panamá, Brasil, Venezuela, Costa Rica y Uruguay, el lote de países con mayor índice de desaprobación de la llamada justicia por mano propia en la región.
Y este pronóstico, que puede sonar alarmista, tiene su explicación.
Que haya ocurrido lo que ocurrió es alarmante. Pero no menos grave es que nadie este analizando por qué ocurre, y que la sociedad haya tomado estos hechos de extrema gravedad con la indiferencia de un espectador.
Cada una de las personas que vivimos en Argentina tenemos que tomar conciencia de que, hasta acá, simplemente protestábamos por la inseguridad y por todas esas cosas que ya sabemos.
Desde ahora, vamos a tener que asumir que la inseguridad no va a erradicarse nunca porque las conductas antisociales son parte de la naturaleza humana.
Pero, en nuestro caso particular, la situación se agrava por el hecho de que las autoridades no se esmeran en contener esas conductas antisociales, sino que incluso las alientan, y porque, como si eso no fuera suficiente, "los buenos" han resuelto tomar cartas en el asunto y han comenzado a matar a "los malos".
Una banda de "buenos" moliendo a palos a un delincuente hasta matarlo, indica que la respuesta a la encuesta realizada por el PNUD estaría colisionando con la conducta que, de hecho, adoptan los ciudadanos.
En teoría, rechazan la justicia por mano propia, lo cual es políticamente correcto, y acto seguido luego la ejercen, en clara actitud políticamente incorrecta.
La explicación de superficie a lo que ha ocurrido, e incluso a esta aparente contradicción entre lo que se dice y lo que se hace a la hora de hablar sobre la justicia por mano propia, dice que "los buenos" se hartaron de la inacción gubernamental ante la proliferación de hechos delictivos, y salieron a defenderse.
Que nadie hace nada por ellos y que se les agotó la paciencia.
Sin embargo, el "modus operandi" en los linchamientos de delincuentes atrapados "in fraganti" por el público es demasiado parecido a las camorras entre barras bravas futboleras, cuando una se ensaña con un integrante de otra. Al menos, convergen los mismos elementos: superioridad numérica, anonimato e impunidad. Los "buenos" mataron al ladrón entre muchos, lo que hace que se vea como que no fue ninguno, y luego se desconcentraron, garantizando así la ausencia de castigo.
La pregunta que surge entonces es si lo que ocurrió es que se cansaron los "buenos" o si, en realidad, se mostraron tal cual son.
Y eso nos permite pensar en que a la hipótesis del hartazgo se le puede sumar otra: que la violencia anida, cada vez menos latente, en la sociedad.
El hombre pone de manifiesto sus instintos ante la carencia de frenos inhibitorios, esto es ante la falta de educación, ante la ausencia de la Ley y por supuesto ante la combinación de ambas cosas. Sin educación personal, normas ni legislación represiva, la sociedad muestra su costado salvaje.
Habrá que esperar la evolución de los acontecimientos para tener algo de perspectiva que permita arribar a conclusiones más completas pero, a priori, la sociología indica que las conductas tienden a copiarse y a repetirse.
Y como el contexto permanece sin cambios, el pronóstico es desolador.
En un escenario en el que los ladrones no dejan de delinquir, las autoridades continúan negando la evidencia y los "buenos" ven que su delito tampoco es castigado. Es más que probable que se instale en la Argentina la justicia por mano propia como expresión del caos y la anomia.